Un día como cualquier otro...

No sé como lo hacía, pero siempre que andaba inmerso en mis pensamientos, terminaba en este parque, estirado en la hierba. Podía ser que el aire que pasaba por aquí me calmaba los ánimos y me hacía sentir mejor, o simplemente podía ser que me gustaba el parque y punto. Como sea, siempre acababa aquí, y siempre hacía lo mismo: me estiraba sobre la hierba, pensaba un rato, jugaba a hacer volar las hojas y finalmente, me quedaba dormido un rato. - Al fin y al cabo, no tengo nada mejor que hacer hasta la hora de trabajar. - Me dije a mí mismo.

Y esta vez no podía ser menos, después pensar en todo y de jugar con el viento, me dormí plácidamente.

Ciertamente aun no entendía como habiendo venido tantas veces aquí nunca me habían encontrado. Ya no sabía si pensar que los policías eran tontos o simplemente se hacían los despistados. Aun así, andaba con la capucha por si acaso, no quería problemas. Me fijaba en todas y cada una de las personas que había en ese parque, no fuera el caso que realmente hubiera algún policía por allí. Mi vista de repente se topó con alguien curiosamente familiar. Me sonaba en cuanto al aspecto, pero no sabía de qué. Me quedé parada delante de ese chico unos largos segundos, intentando pensar de qué carajos me sonaba, pero no conseguía llegar a la conclusión.

Estaba soñando algo muy estúpido cuando de repente, me desperté porque noté algo. Abrí los ojos de golpe y vi que una chica estaba plantada delante mío mirándome - ¿Y tú qué miras? - Le pregunté de mala gana ya que me había despertado - Espera, tu cara me suena, ¿nos conocemos? - ladeé un poco la cabeza y entrecerré los ojos, me sonaba mucho la chica... ¿Pero de qué? ¡Qué rabia me hacía que alguien me sonara y no recordaba de qué! Pensé durante unos segundos, aún mirándola... - ¡Ya sé! - se me encendió la bombilla - Tu también estabas en el reformatorio, ¿me equivoco? - no pensaba que me encontraría a esa chica después de tantos años... - Dios, que malos recuerdos tengo de aquel infierno... Y creo que tu aún estabas mucho peor que yo... Aunque te recordaba... Diferente. Te has cortado el pelo, ¿no es así? Pero algo más ha cambiado en ti, tu mirada es mas... ¿fría? - comenté con una sonrisa triste, analizando su aspecto - Por cierto, me llamo Angelus, encantado de ver que estás bien - le dije, tendiendo la mano.

Alcé las dos cejas sorprendida a la que se despertó de repente. Iba a largarme enseguida, pero el hecho de que a él también le sonara mi cara me hizo quedarme. Me sorprendió lo de reformatorio. Asentí lentamente aun sin saber qué decir. ¿Malos recuerdos? Bueno, lo difícil era tener algún buen recuerdo de ese lugar.

- Solo me metía en más problemas que tu - dije al fin sin moverme de donde estaba. Otra vez me sorprendió de que recordara que tenía el pelo largo, pero lo de la mirada fría ya me lo suponía, por algo iba siempre con mucho más malhumor que antes. - Yo me llamo Alys - respondí estrechando su mano. Pero no dije nada más, no sabía si alegrarme o no de ver a alguien del reformatorio... - A ti te dejaron en libretad? - pregunté curiosa, más que nada, me sorprendería si me dijera que él también había escapado.

Así que Alys... - dije en voz baja, para mis adentros - Y sí, me dejaron en libertad. Ya me metieron en un lío, no quería más problemas... Así que decidí comportarme bien para que me dejaran salir por la vía legal. Si me hubiera escapado, solo habría conseguido tener más problemas de los que tenía ya. - le expliqué. Nunca me habían gustado los problemas. - Pero... No he olvidado que me metieron allí por un error de los ineptos de los policías... Puede que algún día, me vengue. - concluí con una sonrisa amarga.

- ... la vía legal... - dejé ir frunciendo el ceño levemente, ya no sabía se creer en esa palabra o no. - Yo sí escapé - admití señalándome a mi misma con una pequeña gota - y aunque también entré allí injustamente, ahora sí tienen razones para meterme en la cárcel, así que soy como una especie de fugitiva extraña... - no entendía porque le contaba aquello, quizás porque él también estaba resentido con la policía.

¡Vaya! - exclamé sorprendido. Caray con la chica... - ¿Y como te las arreglaste para escaparte? Aquel edificio se parecía más a una prisión que a un reformatorio... - comenté, pero no sabía porque le decía si ella también estuvo allí - ... - medité por unos momentos - Si eres capaz de meterte en peleas y, además, salir victoriosa y con las fuerzas y el ánimo suficiente como para escaparte, es que eres realmente fuerte~ - deduje, con voz tranquila mirándola directamente a sus ojos tan rojos y a la vez tan fríos... - Pero bueno, dejemos atrás el pasado y centrémonos en el presente. - Le dije, para cambiar de tema. - ¿Por qué no vamos a un bar, nos tomamos algo y hablamos sobre lo que hemos hecho después de salir del infierno? Creo que tu has tenido bastantes aventuras interesantes, al igual que yo... - le comenté mientras se me dibujaba una sonrisa en la cara - Invito yo. ¿Te hace?

- Digamos que tuve suerte - dejé ir como única respuesta a su primera pregunta. - Y no siempre salgo victoriosa - añadí.

¿Ir a tomar algo? No es que no me gustaran que me invitaran a tomar algo, pero siempre había sido desconfiada.

- Acepto con la única condición de que haya poca gente, no quiero tener que pasarme el rato con la capucha puesta... - dije cruzándome de brazos - Y lo has dicho, invitas tu - que servidora no es que tuviera mucho dinero.

Dicho y hecho, empezamos a andar por la ciudad hasta entrar al bar en el que yo trabajaba. - No es que sea gran cosa, pero aquí es donde trabajo yo, y me siento como en casa - le dije un poco ruborizado, pero con una amplia sonrisa. - yo.. me pediré un café largo, que tengo mucho sueño, y tu? - pregunté con curiosidad, quería saber qué le gustaba beber - Pero que no sea muy caro, que no soy rico! - puntualicé entre risas - Bien, ahora que estamos en un sitio más tranquilo, explícame cosas sobre ti... Como por ejemplo, no sé, de que trabajas? Qué poderes tienes? - Cuando más preguntaba, más ganas tenía de conocer a fondo la chica.

- Por lo menos puedes trabajar de algo normal.. - dije mirando de un lado a otro el lugar, inspeccionando cada rincón. - ... creo que tendré suficiente con agua - respondí a su pregunta aun pensativa por si me lo repensaba. - ¿El agua no está cara, no? - pregunté con una pequeña gota... vete a saber, quizás por estos lugares sí!

Al sentarnos miré al chico tras sus dos preguntas. - No se si sería buena idea decirte de qué trabajo.. quizás lo podríamos llamar... "empresa de negocios"... - Negocios cabrones con el único objetivo de conseguir dinero a montones, esa era mejor definición - Y puedo hacer esto - dije alzando una mano, la derecha, la que por lo menos aun tenía entera, y la prendí de fuego - Soy un mechero andante - bromeé sin ni siquiera sonreír, solo tenía una pequeña gota en la sien. - ¿Y tu? - devolví la pregunta.

Agua? - pregunté con varias gotas en la cabeza, al menos, no era caro - Como quieras, al menos, sé que no me arruinarás! - reí, alguien tenía que romper el hielo... - Empresa de negocios... Me suena a ilegal, pero no preguntaré - comenté con cara amable - Yo trabajo aquí como pianista.. Sé que no liga mucho con mi aspecto, pero la música es una de mis pocas pasiones... - mustié, no es que me avergonzara, pero no quería hablar de mis pasiones, ya que ella, a pesar de haberla conocido hacía nada, empezaba a serlo también... - Uala, tienes el poder del fuego? Toma ya~ Como mola! - me entusiasmé solo, no era muy común encontrarse gente con poderes de los 4 elementos - Pues yo... Mira! - le dije, extendí mi brazo con la mano cerrada, y al llegar casi a su cara, la abrí de golpe y una brisa de aire, tiró todo su pelo atrás - Vaya, errr... Lo siento por tu peinado! - me disculpé con una gotita en la cabeza, no quería tanta potencia - Como puedes ver, yo soy un ventilador andante - comenté con una amplia sonrisa, haciendo alusión a su metáfora de antes

- Sí, mejor no preguntes... - sentencié dejando caer la cabeza por unos momentos, realmente merecía estar en la cárcel - ¿Como pianista? Vaya.. nunca lo hubiera pensado - dije con un par de gotas en la cabeza - ya intentaré venir alguna vez a oírte tocar... pero no prometo nada.. - dije por lo bajo, aunque suficientemente alto para que él me oyera.

Me quedé en silencio a la que acercó su puño a mi cara, me quedé parpadeando observando su mano hasta que la abrió y de ella salió una pequeña corriente de aire que me despeinó, aunque era difícil despeinarme más de lo que ya estaba... Por unos segundos me quedé en silencio y con expresión sorprendida, pero luego no pude evitar reír levemente por su ultimo comentario, llevándome una mano cerca de mi boca para disimular un poco. - Por lo menos eres útil para el verano... - añadí intentando dejar la risa.

Ah~ ¡Por fin sonríes! - exclamé, ya era hora que de que sonriera - Que sonrisa tan bonita tienes, ¡no deberías tapártela con la mano! - la medio reñí, contenta estaba aún más guapa - Hahaha, si yo soy útil para el verano, tu lo eres para el invierno - le dije, me encantaba usar sus metáforas en su contra - Veo, que tenemos bastantes cosas en común, excepto la belleza, tu eres mucho más guapa... - Por dios, como había metido la pata, pero es que las mujeres... me volvían así, no podía hacer nada - Ay... No es que intente ligar contigo, ni que me gustes... Bueno si que me gustas, pero no me gustas me gustas, si no... En fin, que... - al final callé ya que empecé a tartamudear y no podía pronunciar más de dos palabras seguidas, estaba completamente ruborizado, que estúpido me sentía - Tierra, trágame - añadí, para rematar mi penosa escena.

Me sonrojé por su primer comentario, simplemente no había podido evitar reír, pero hubiera preferido no haberlo hecho. Lo dejé hablar, escuchándolo con varias gotas en la cabeza por maldecirse a si mismo por lo que estaba diciendo. - Creo que en esos momentos preferirías tener el poder de controlar la tierra... - comenté aun con las gotas en la cabeza - pero eres curioso, pareces diferente a los demás - dije alzando una ceja, ¿yo diciendo algo bueno de un hombre? Ni me reconocía.

Pues sí, ahora mismo controlar la tierra me iría de maravilla... - comenté, aun ruborizado... Casi me salía humo de la cabeza - Pero en fin... - escuché su comentario, ¿como que diferente? - ¿Diferente? ¿Respecto a quién? ¿Y por qué? No sé si tomármelo como un cumplido o como un insulto... Bueno, de hecho ser diferente siempre lo he considerado positivo.. Así que gracias, supongo - expliqué, con las mejillas rojizas aun pero como mínimo, ya era capaz de sonreír.

- Sí, diferente - respondí a su primera pregunta - Respecto a todos los demás del reformatorio, simplemente por el hecho de que hasta ahora ninguno de ellos me había hecho siquiera sonreír, así que tomalo como un cumplido - dije observando al chico que nos trajo el café y el agua.

Vaya... - fue lo único que pude decir, no me esperaba aquello... Por lo visto, lo debió pasar muy, pero que muy mal allí - Pues, no es que esté muy bien, pero me siento orgulloso por ser el primero que te haga sonreír - le dije con una pequeña sonrisa - Y espero seguir haciéndolo... - comenté, mientras cogía mi taza de café y bebía. - ... - se me subieron los colores a la cara y los ojos me empezaron a llorar. ¡El café estaba ardiendo! Me lo tragué y toda mi gola se quedó quemada - ¡Aaah! ¡¡¡¡Como quema!!!! - grité con los ojos llorosos aun. Parecía como si saliera vapor de mi boca, dios. Ya recuperado de las quemaduras dije - Otra vez he hecho un espectáculo... Dos veces en un día, ¡no es normal! Seguro que eres tu, que me pones nervioso... - me enfurruñé, era superior a mí... Cuando más la miraba, más me encantaba...

- ¿yo? - respondí observándolo después de haber bebido agua, a causa de ello, a mi sí me salía literalmente humo de la boca, siempre me pasaba. - No te voy a morder.. - dije sonriendo levemente - La verdad, me pregunto como debes sentirte con la garganta ardiendo por café... a mi nunca me ha pasado - más que nada porque nunca me quemaba.

Ya me gustaría que me mordieras... - dije muy bajo, para que ella no me sintiera - Bueno, ya me quedo más tranquilo si me dices esto - mentí - La sensación de quemarte con el café es... Dolorosa, después de bebértelo te queda toda la garganta como si te la hubieran rascado con unas uñas afiladas.. No sé, es muy extraño y poco agradable - le comenté, e intenté poner cara de dolor, pero no me salió muy bien - No es lo mío poner caras expresivas... - dije riendo, la verdad, solo sabía poner cara de póquer o sonreír, nada más - Creo, que ahora el café ya está más frío, voy a probar~ - y así hice, hice un pequeño sorbido para probarlo, y al notar que estaba templado, hice uno más grande. - A pesar de todo, el café está buenísimo, me encanta. Pero bueno no cambiemos de tema, ¿qué otros secretos escondes tras esta cara tan seria? - pregunté con la mirada fija a sus ojos, los tenía de un color rojo muy intenso, como si estuvieran sedientos de sangre. Que bonitos...

- Bueno.. en realidad sí que se cual es la sensación de quemarme, pero hace ya mucho años de eso - dije por lo bajo.

Me lo quedé escuchando hasta que volvió a preguntar. - Si te lo dijera dejarían de ser secretos - respondí alzándome de hombros. - Así que en secretos se quedan... ¿tienes tu secretos que contar? - devolví la pregunta.

¡Já! Lo mismo digo baby~ - exclamé con émfasis - Si te lo dijera, dejarían de ser secretos - dije con una sonrisa malvada - Algún día... Si tú me cuentas alguno, yo te podría contar otro... Pero debes empezar tu, ya que te lo he preguntado primero~ - parecía la respuesta de un crío, pero si ella no contaba nada, ¿por qué tendría que hacerlo yo?

- Está bien, tampoco me interesa - solté sonando ruda antes de volver a dar un trago al agua, y otra vez volvió a salir humo de mi boca - menudo fastidio.. - dije para mi misma, no era algo que me gustara demasiado eso de que me saliera humo, aunque a veces me entretenía haciéndolo salir por la nariz. - Como mucho te puedo contar que a veces me llaman "dragón" por sacar humo por la nariz - dije cerrando la boca para que este saliera por el lugar dicho - Ahora tu. - señalé.

¡Buen mote! - comenté mientras observaba lo que hacía con su propio humo - Pues hablando de motes... A mi me decían secador de ropa - dije mientras recordaba que en el reformatorio nos obligaban a hacernos nuestra propia colada y que algunos, me hacían secar su ropa mientras ellos se iban a fumar... - En fin... - dije deprimido por recordar esas cosas. Bebí un poco de café y me revitalicé un poco - Venga, ahora es tu turno de confesar algo~!! - dije divertido, me hacía gracia intercambiar secretos con alguien

- Secador de ropa... curioso - dije pensativa mientras decidía qué contar - Vivo con una compañera de trabajo, aunque hasta hace poco vivía en una especia de cuchitril sucio - admití frotándome la cabeza - Por otra parte, soy alérgica a los gatos, no puedo ni verlos - añadí cruzándome de brazos y apoyando mi espalda al respaldo de la silla mientras también me cruzaba de piernas - Esto han sido dos de un tiro, te toca - dije siguiendo el estúpido juego.

Escuché lo que decía, así que vivía en un cuchitril... - No, ¡¿tienes alergia a los gatos!? Pues mira, yo los adoro~ - Qué pena... En fin, nadie era perfecto - Y yo, yo vivo en la casa de mis padres. Es grande y tiene jardín con una piscina, si algún día quieres venir a tomar el sol y a pasar el rato, ya sabes~ - le propuse, a ver que contestaba. - ¡Uops! ¡Mira que hora es! Tengo que ponerme a trabajar ya mismo - dije atropelladamente mientras me terminaba el café - Quédate a escuchar tanto rato como quieras. Yo termino a las 10, si te quedas hasta esta hora, podríamos dar un paseo nocturno y después te acompaño a casa, ¿hace? - Le sonreí, fui a la barra a pagar las dos bebidas y me fui directo al piano. Me senté, cerré los ojos, respiré hondo y... A tocar.