Sleepwalker

Siempre quiso evitar lo que la gente veía al quitarle la ropa. tenía un cuerpo atlético, si, bien cuidado pero... lleno de cicatrices. Todo el mundo tenía su pasado y el suyo no era precisamente de rosas y violetas. Aunque.. en ese momento, su cuerpo reaccionaba al instinto animal del placer, no a la razón de su cerebro, por lo que tuvo que tragarse las palabras y mostrar ese débil sonrojo que la hacía completamente diferente de cuando estaba seria, tranquila y por su trabajo. Tiró un poco la cabeza hacia delante para mirarla pero empezaba a tener la vista nublosa por el placer de esas manos que la estaban haciendo enloquecer.

Estaba oscureciendo rápido y en esa nave solo se oían sus jadeos y los movimientos de Mori.

- ¿Y tu nombre...? -Quería saberlo.-

Le arañó un poco el cuello y arqueó algo la espalda al notar esas manos frías pero a la vez cálidas jugar con sus senos. Todo el mundo empezaba a jugar con su cuerpo por esa parte, y la morena también había caído...

Hizo oídos sordos a la pregunta de la policía. Aunque el deseo la hacía actuar sin pensar… aún estaba lo suficientemente despierta como para saber que no iba a responder nada, no debía ni tampoco quería. Eso solo le traería problemas si quería identificarla y encontrarla de nuevo.

Al sentir el arañazo de la rubia emitió un quejido a la vez que mordía su cuello con algo de fuerza. L e gustó que la rubia ya no oliera a colonia, odiaba esos perfumes industriales que únicamente mataban el olor natural del cuerpo… sus labios se perdían en su piel… y su mano se perdía por su vientre abandonando sus pechos. Quería desnudarla por completo así que fue a por los pantalones.

No necesitó ayuda de la rubia para quitárselo. Era una auténtica experta. Desabrochó el pantalón a la vez que su mano izquierda la rodeaba por la espalda para tumbarla en el suelo. Sus piernas empezaban a sentirse mejor así que pudo ponerse de rodillas sobre ella y acabar de quitarle los pantalones. Sonrió lascivamente. Era suya esa noche… e iba a aprovecharla.

No tardó mucho en dejarla únicamente con los zapatos de tacón. Sus labios se movieron a sus pechos y también una de sus manos se quedó allí. La otra se quedó juguetona en las partes bajas de Nizeyo, acariciando su clítoris con maestría.

Su rostro cambió a gata dominada, su voz se había agudizado y de entre sus labios empezaron a salir jadeos más sonoros, pequeños gemidos y ruiditos que la delataban. Sus uñas se adueñaron, de una forma un tanto salvaje, de la espalda de la morena. Su cuerpo era muy sensible y al mínimo roce en su parte más delicada, se volvía loca y llegaba a chillar. De momento podía controlar su voz, ya era mucho, pero sus gestos ya empezaban a andar por su cuenta; primero arañando la espalda de la morena y luego pasó a tirarle un poco de los cabellos que no estaban atados a su cola.

Se mordió el labio inferior al ver que no iba a responderle nada, simplemente ahora estaba concentrada en su cuerpo... y no creía que se dedicara a hablarle en plena faena... Tragó saliva y notó el frío suelo. Tenía la camisa y la chaqueta en su espalda pero no estaba bien puesta por lo que tocaba con algunas partes de su espalda, el suelo gris. en menos de tres segundos, se vio desnuda ante la mujer; era increíble, todo le estaba pasando demasiado rápido y no se lo podía creer.

Era ya de noche y una pequeña brisa paso por una grieta que tenía a sus espaldas, haciéndole poner la piel de gallina, haciéndole sentir un escalofrío que recorrió toda su espalda como un latigazo eléctrico. Tenía algo de frío y su voz se estaba empezando a romper según pasaban los minutos de placer.
Ya estaba algo mojada, los besos siempre la excitaban, si se hacían bien y a ella le gustaban. Quiso morderla pero no la alcanzó por lo que tuvo que morderse el dedo índice de su mano izquierda; la derecha, al dejó enredada entre los cabellos de Mori, a quién antes había terminado por sacarle la goma que ataba su cabello en una coleta.

Los gemidos de Nizeyo llegaban a sus oídos haciendo que se excitara cada vez más. La rubia le araña la espalda y tiraba de su pelo con ganas signo de que le estaba gustando todo lo que le hacía Yuu. Esta no pudo evitar sonreír al ver la fácil sumisión de la otra, parecía una persona completamente diferente, como si al llevarla al terreno sexual la policía se volviera un animalito indefenso y manso.

Hacía algo de frío por lo que sus dedos podían notar la piel erizada de Nizeyo, también influido por el placer que la hacía sentir. Pensó que si volvía a besar sus labios y con su mano libre la medio abrazara se sentiría mejor así que eso hizo. Su pelo, completamente suelto, acariciaba la piel de la rubia mientras buscaba sus labios para besarlos. Primero los mordió mientras su mano izquierda se colaba por su espalda, después empezó a profundizar en el beso abrazándola más a su cálido cuerpo. Esperó que ella hiciera lo mismo, por dentro de su ropa, para no tener tanto frío.

La rubia estaba completamente mojada antes incluso de haberla tocado ahí. Era fácil de excitar y eso en cierto modo le gustaba a Yuu. Así podía ir más rápido a donde le gustaba. Se movió durante un rato en la parte externa para después introducir dos dedos dentro de ella. De golpe. Pudo sentir el calor y la humedad de su interior, también un poco la estrechez que haría que sintiera más placer. Sus respiraciones se entrecortaban continuamente pero no dejaban de besarse y morderse la una a la otra, jugando con sus lenguas y ahogando sus gemidos en la boca de la otra.

Dentro de Nizeyo, los movimientos de Yuu eran rápidos, intentando mantener su pulgar estimulando el clítoris de la rubia para que sintiera aún más placer. Pero no pensaba contentarse con eso, cuando no sintiera tanto frío haría muchas más cosas que seguro que le gustarían.

Sus únicos movimientos eran los besos, los arañazos y los arqueos de espalda al sentir un nuevo movimiento por parte de la morena. Tragó saliva, intentó no jadear tan seguidamente, sino se marearía y eso no era lo mejor en ese momento. Aprovechó el medio-abrazo para colar sus rías manos por debajo de la ropa de Mori; intentó darse calor, si no conseguía quitarse el frío de encima, no podría disfrutar como ella quería. Entre gemidos pensaba que estaba haciendo, ya dijo que no estaba bien pero no podía parar su cuerpo, este le pedía más y más; esas manos y esas caricias la mataban, esos besos y esos jadeos la ahogaban en un mar de sensaciones.

Cerró los ojos algo fuerte al sentir esos dedos adentrarse en ella, sin poder evitar contraerse durante unos segundos que se le hicieron eternos. A pesar de estar mojada, le dolía un poco; no estaba acostumbrada a ser tan... directa con ella misma y con su cuerpo. Una gota de sudor se perdió por entre sus pechos, los cuales empezaban a sentir el calor del cuerpo de su acompañante, sus pezones eran la prueba de ello. Disfrutaba, si, disfrutaba mucho, a pesar de ser la dominada por la que se suponía que era su enemiga, su rival y la que le tocaba ir a las celdas a hacerle un poco de compañía en la comisaría.

Sus piernas temblaron un poco, las dobló algo más y quiso abrazar su cuerpo con sus brazos y con sus piernas pero ambas extremidades les costaba moverse. No sabía como lo hacía, no sabía que le hacía, no sabía porque su cuerpo no reaccionaba como ella quería, sino como la morena le complaciera. Sus manos eran diferentes de todas las otras que habían llegado a tocar su cuerpo a tales extremos. Las demás siempre acababan cansandola, a estas, en cambio, les pedía más y más y esto... en cierto modo.... le excitaba.
Enrollarse con su enemiga... era algo que de alguna manera le daba morbo, si más no porque no había pensado que la noche acabaría en esa situación.

Arañó su espalda, algo más fuerte que antes, dejándose ir, aprovechando que tenía las manos bajo la camisa de la mujer. Seguramente le habría hecho un pequeño sangrado pero no iba a pedirle disculpas por ello, era su culpa... el hecho de que sintiera tanto placer... Tiró de nuevo de su liso cabello azabache, sus mechones se colaban por entre sus dedos y eso la ponía nerviosa, el no saber donde poder agarrarse bien porque terminaría sin cabellos que tirarle. Eran escurridizos, más que los suyos...
Dentro de ella, su cuerpo reaccionaba como si fuera virgen: contrayéndose involuntariamente, mojándose más de lo que ya lo estaba y sintiendo escalofríos electrizantes cada vez que tocaba su clítoris con fuerza, usando la misma fuerza con la que la penetraba con sus dos dedos.

Arqueó la espalda más de una vez, sin poder evitarlo; su voz era una larga melodía de gemidos y jadeos, algunos parecidos más a unos maullidos que no a unas notas irreconocibles de placer.

Podía sentir sus manos frías rozando la piel de su cuerpo por dentro de la ropa. Se le erizó la piel pero no dejó que eso la desconcentrara de su labor. Las manos de Yuu se movían cada vez más rápido dentro de la chica de cabellos rubios, entrando y saliendo de ella sin parar ni un segundo y haciéndola sentir un agradable placer. Podía notar que a Nizeyo le estaba encantando, sus gestos, su voz y en definitiva todo su cuerpo lo gritaba: quería más.

La rubia la arañaba, tanto que incluso hizo sangrar la espalda de Yuu con sus uñas. Eso, lejos de molestarle, hizo que la morena se lo devolviera con un pequeño mordisco en la mejilla y varios en los labios. Le encantaba morder, disfrutaba de ello más que cualquier otra persona. Además el cuerpo de Nizeyo era muy apetecible.

Pocas veces había acabado llevándose a la cama a una policía y aún menos a una tan guapa como lo era Nizeyo. Ese amor prohibido la excitaba aún más, haciendo crecer en ella las ganas de quedar para siempre en la mente de la policía. Le iba a ser difícil olvidarse ya que pensaba marcar su cuerpo y su mente con algo más que cosas visibles. Eso la hacía entrar en un debate. Una parte de ella no podía dejar que la rubia se fuera sin desear más sus manos y sus besos pero la otra quería que la olvidara nada más desaparecer de su vista. Tener a una policía detrás no era lo mismo que tener a una cualquiera de la calle. Aún así, prefirió la primera opción.

Su respiración se entrecortaba continuamente por la excitación y los besos continuos entre ambas. No pudo evitar sonreír de lado al sentirla tan estrecha, como si fuera una mujer pura y virgen. Esas le gustaban más. No dudó en meter un tercer dedo dentro de Nizeyo esperando su reacción. Sabía que le dolería, quería oírla gritar de dolor y placer, ansiaba oírla. También arañó su espalda al mismo tiempo.

Quería comerse todo su cuerpo, morder cada centímetro de su piel. La deseaba por completo. Bajó sus besos a los pechos de la policía, lamiendo uno de sus pezones, jugando con el para después morderlo.

No podía parar de estremecerse a cada segundo que pasaba. Las sensaciones que sentía la hacían temblar y notar una corriente eléctrica hasta la punta de sus terminaciones nerviosas. Su voz se concentraba solo de gemidos y jadeos pero esas notas que salían de su boca empezaron a subir de tono y a parecerse más chillidos y gritos cuando notó ese tercer dedo traidor. No pudo evitar apretar un poco para que notara que le estaba haciendo daño pero sabía que esa mujer no iba a parar por mucho que gritara o la intentara apartar. Al contrario, decidió apegarse a su cuerpo, arañarla y morderla si hacia falta, pero disfrutar; no podía esconderlo; un poco de dolor siempre era excitante en esas ocasiones tan fugaces.

Abrí la boca nada más que para gritar en su oído. A veces apoyaba su frente al hombro de Yuu y arañaba su espalda a más no poder; estaba empezando a dejarla muy marcada y algunos arañazos eran dobles por arañarla en el mismo sitio dos veces. Pero no podía hacer nada más que eso: sonrojarse, jadear, gemir, gritar, chillar, estremecerse, curvar la espalda en algunas ocasiones, intentar apartarla aunque no quisiera eso en verdad, y sobretodo... disfrutar de la efímera noche de placer que estaba pasando al ser poseída por esa mujer de la cual tampoco sabía gran cosa. Estaba siendo dominada por su enemiga de una manera tan clara que muy dentro de ella se moría de la rabia. Tan fuerte y difícil de tumbar que podía ser en el campo de batalla y tan débil que era en cuestiones... más íntimas.

Su cuerpo se movía casi solo en algunas ocasiones por la excitación que sentía en aquel momento por culpa de lo que hacía y decía la chica de cabellos claros. La penetraba cada vez con más ganas. Los tres dedos que tenía dentro de ella estaban apretados completamente por la estrechez de Nizeyo. Al contrario de lo que pensaría cualquiera, eso le encantaba y la enloquecía ya que se encontraban a pocas chicas así… al menos de donde ella venía. Todas solían acostarse con cualquiera e incluso algunas intentaban matarte si bajabas un poco la guardia. Pero Yuu sabía que aunque fuera policía y deseara atraparla no estaba fingiendo todo aquel placer que casi la inmovilizaba.

Con su dedo pulgar intentaba rozar el clítoris de la mujer para que sintiera aún más placer. Mordía sus labios y arañaba todo cuanto podía con su mano libre… sobretodo sus pechos. Aunque Nizeyo hacía algo de fuerza para apartarla, muy dentro de su ser sabía que quería lo contrario. Sus gemidos y arañazos la delataban, estaba disfrutando tanto como ella de esa situación e incluso más que la morena. Esta se acercó a su oído para susurrarle algo. Había habido mucho silencio de palabras en los últimos minutos y tenía ganas de avergonzarla un poco.

- ¿Te vas a correr en mi mano…? ¿O… prefieres en mi boca? - Al decir eso sonrió de lado.

Sus labios hicieron un camino por la mejilla de la rubia, pasando por su cuello, sus hermosos senos en los que dejó un pequeño mordisco, su vientre y poco a poco llegando a la zona más sensible de una mujer. Sin salir de dentro de ella se quedó mirando la intimidad de su acompañante durante unos instantes para luego besarla casi con ternura. En sus labios quedó todo aquel líquido salado que salía del interior de Nizeyo. Se los relamió saboreando y lentamente se volvió a acercar pero esa vez para lamer lentamente su clítoris, a la vez que aumentaba un poco el ritmo de las embestidas.

De tanto arañazo con sus largas uñas, le desgarró un poco la ropa, en la zona de su espalda y hombros. Cuando sus garras llegaban a su cuello, lo arañaban de tal forma que quedaba rojizo en cuestión de segundos, como si la hubieran querido matar a base de arañazos. Apretó los dientes e intentó no subir el tono de voz, podía chillar mucho y tampoco podía desmadrarse hasta el punto que ella quería, si las pillaban asi: adiós al placer, adiós a la vida y seguramente adiós a la dignidad despues de muertas. Tragó saliva y se humedeció los labios, de tanto jadear y respirar fortuitamente, se le secaban en cuestión de segundos, como el interior de su boca y su cuello. Respiró profundamente y de pronto aguantó su respiración al oir esa pregunta tan embarazosa que la morena habia soltado en su oído, como un susurro que habia aumentado la cantidad de flujos que saldrían de su interior en cuanto quitara completamente sus dedos de dentro de ella.

No respondió, no podía, con esfuerzos podía gemir una palabra entera. Le daba morbo hacerlo ahí y llegar a tal punto de sentir la lengua de su compañera en su entrepierna. Se suponía uqe debía arrestarla pero de algun modo, Yuu era la quien se habia apoderado de su cuerpo y la habia aprisionado entre sus brazos. No podía hacer nada, absolutamente nada, solo enredar sus manos a los cabellos de Yuu al notar sus labios y su lengua en su entrepierna. Sus gemidos se entrecortaban al notar esas rápidas embestidas en su interior, no podía respirar bien, se movía a sus órdenes y arqueaba la espalda cada dos por tres. Una gota de sudor se escapó de su frente, bajó por su mejilla, su cuello y se perdió entre sus pechos, los cuales subían y bajaban rápidamente al respirar de ese modo tan loco y desequilibrado.

- C-Cálla...te... Mngh!!~ -Cerró los ojos y se mordió el labio inferior al notar una lamida más profunda que las demás. Si esa morena tan peligrosa seguía con ese ritmo, poco más aguantaría.-

Le encantaba saber que era ella la que mandaba en aquella situación, podía hacer lo que quisiera con el cuerpo de la rubia ya que aunque intentara alejarla no lo conseguiría. Yuu era una persona a la que no se podía domar y mucho menos negarle algo que deseaba. Todo, todo lo que quería acababa por conseguirlo y esa noche su presa era Nizeyo… una preciosa policía de ojos anaranjados con un delicioso sabor.

Volvió a sonreír maliciosamente por su tardía respuesta. Se notaba que había tenido que intentarlo con muchas ganas para poder contestar de una forma audible por la morena… la excitaba más que fuera de esa manera. Su juguetona lengua seguía entretenida entre las piernas de la morena… pero no solo ella sino a veces toda su boca y sus dientes. Mordía suavemente su clítoris y succionaba su punto más sensible para darle mucho placer. Además, sus dedos aún seguían entrando y saliendo de su interior, cada vez más mojado por esos deliciosos fluidos transparentes.

No tardó mucho, pero, en salir por completo. Quería penetrarla de otro modo: con su lengua. Era más larga de lo común y además muy flexible. Primero lamió la entrada a su zona más intima para saborear aún más aquel líquido salado que salía de ella casi a chorro. Estaba más excitada de lo que había imaginado así que sin pensárselo dos veces entró con su lengua. Sus labios aún rozaban el clítoris y sus dientes también. Tenía la boca completamente abierta. Las manos de Mori apretaban los muslos de la rubia, arañándolos hasta el punto de herirlos y sintiendo cada vez más fuertes los tirones de pelo de Nizeyo quien, poco a poco, se iba volviendo cada vez más loca. Lo estaban disfrutando, tanto una como la otra.

Estaba tan excitada que tiraba del pelo de Yuu sin pensar si a ella le estaría haciendo daño. En ese momento su mente estaba tan nublada como su vista, le subía la sangre a la cabeza y eso hizo que sus ojos se humedeciesen hasta el punto de soltar unas lágrimas que no eran de dolor, sino de todo el placer que sentía. Bajaban por sus mejillas y se mezclaban con las gotas de sudor pero su voz la delataba. Se habia vuelto temblorosa y sus gemidos habian subido de volumen y de tono.Se arqueó hacia delante, le dolía la espalda de tanto movimiento flexible. Respiraba cansadamente y cuando Yuu sacó sus dedos de su interior notó unos leves temblores. No se había venido aun pero poco había faltado; eran leves espasmos. Intentó recuperar respiración y calmarse un poco pero poco pudo pues de un momento a otro notó que esa juguetona lengua que antes estaba devorando su clítoris, ahora quería adueñarse de su propio interior.

Tragó saliva al notar que lamía su entrada y al notarla dentro dejó ir un chillido más fuerte que los demás. Era diferente de notar unos dedos. Era más suave, más caliente, más flexible y escurridiza y eso la estaba volviendo loca. Ese tacto contínuo en su clítoris por los labios de Yuu y su lengua en su interior, estaban provocando que su respiración fuese casi un no respirar. La dificultad de concentración para no hiperventilarse estaba disminuyendo bastante y más aun cuando notó esos desgarres en sus muslos. Le habia hecho sangrar, aunque no le importaba eso, sino saber que le excitaba esa mujer. Yuu tenía algo, no sabia el que, pero algo hacia verla con ojos de "podría ser una buen acompañante cuando quisiera". Estaba pensando como una guarra, pero en ese momento nada era normal y pensar asi podía aceptarse.

- Mh... más...~ Más!~

Podría decirse que no había nada que la excitara más que el que su compañera de juegos sexuales le pidiera más. Adoraba cuando suplicaban que siguiera y que lo hiciera más fuerte, la hacía volverse más salvaje, aunque en algunas ocasiones (si era al principio) podía dejar de tocar para torturar un poco a su víctima. No era el caso, le iba a dar lo que pedía, pero al estar su lengua ocupando el interior de la muchacha y sus labios rozando su clítoris solo se le ocurrió que podía entrar en otro lugar.

Apartó su mano derecha del muslo de Nizeyo y se acercó a donde estaba su lengua para poder acariciar un poco. Seguramente la rubia pensaría que entraría de nuevo con los dedos pero estaba completamente equivocada. Se movió hacia abajo mientras con su otro brazo la levantaba un poco más para que fuera más sencillo entrar dentro de ella por detrás. Si, le encantaba poder enloquecer a una mujer entrando por ese lugar casi prohibido para mucha gente. Acarició su entrada y metió el dedo casi de inmediato. Estaba tan lubricada que no era difícil en absoluto. Estaba caliente, más que el resto de su cuerpo, y además no era tan estrecha como por delante. No dudó en meter otros dos de golpe y moverlos rápidamente, al ritmo de su lengua.

Le encantaba esa mujer y la estaba enloqueciendo de una manera que casi no sabía que estaba haciendo. Era como si algo se moviera por ella, en ese momento solo quería darle placer a la rubia, todo el que pudiera y más. No quería salir de su mente… deseaba que cada vez que se viera en el espejo recordara como la había hecho suya y se tocara pensando en lo que le hizo esa noche. Quería ser la dueña de su mente durante mucho tiempo y aunque le costara reconocerlo... Nizeyo no se escaparía fácilmente de la suya tampoco.

Si no se dejó la voz en el chillido de sorpresa, tampoco se la dejaría al llegar al orgasmo. Nunca la habian tocado por ahí y tampoco habia pensado nunca en llegar a hacerlo algun dia. Era diferente de las sensaciones que podías sentir al tocarte por delante, era muy diferente... Se estaba volviendo más loca a medida que pasaban los segundos. Su cuerpo reaccionaba de una manera muy pervertida, se estaba mojando más que nunca y no sabia si era porque la mujer sabia tocarla en sus puntos sensibles o si era por las nuevas sensaciones que estaba teniendo al ser... desvirgada por detrás.

Su cuerpo estaba levantado del suelo por lo que dejó de tirar del pelo de Yuu con una mano para apoyarse al suelo y no caer. No podía parar de gemir, de gemir su nombre y de pedirle que siguiera, que no bajase el ritmo, que querria correrse en su boca... Estaba diciendo un montón de obscenidades que con otra persona seguramente no llegaría a soltar nunca, ni siquiera a hacer el ademán de ello. Se mordió el labio inferior una vez más, esta vez llegando a sangrar de su comisura derecha.

- Ahm!~ -Quería decirle que no parase, que hasta le metiera un cuarto dedo, pero con dificultades podía gemir correctamente.-

Si continuaba con ese ritmo, pronto su cuerpo se rendiría y acabaría por dejar el orgasmo más placentero de su vida.
Aunque le gustara, pero, no estaba acostumbrada a que le tocasen ahí y dependiendo de como metiera la morena los dedos, sin quererlo, su cuerpo se contraía y se hacia más pequeña, por sus dos entradas.

Tal y como Yuu esperaba, a la preciosa policía le había gustado que le tocara detrás, aunque parecía sorprendida por ello. Pensó que quizás no estaba acostumbrada a tocarse o a que la tocaran en aquel lugar, cosa que le daba mucho más morbo. Ser de las primeras personas en llegar a ese lugar prohibido la hizo estremecerse por completo. Apretó fuerte el muslo que tenía cogido con su mano izquierda, clavando completamente las uñas en la piel de la muchacha de cabellos más claros. Sus movimientos eran cada vez más rápidos y apasionados. Realmente estaba enloqueciendo.

- Mmmhw~ - No pudo evitar ahogar un gemido.

Ella también estaba muy mojada y lo notaba. La excitación era cada vez mayor por culpa del calor y cada pequeña cosa que hacía Nizeyo. Su ropa interior estaba empapada e intentaba crear roce con las piernas ya que no aguantaba tanto cosquilleo en sus partes íntimas. Necesita tocarse de alguna manera para saciar sus ganas. Pero no dejó de darle placer a su compañera, al contrario. Intentaba darle cada vez más, embistiéndola más fuerte y moviendo su lengua todo lo que podía.

Podía sentir como el cuerpo de Nizeyo se iba haciendo más pequeño, se contraía a la vez que sus gemidos eran más seguidos y más fuertes. Iba a venirse en su boca, podía saborear aún más ese líquido que la estaba haciendo enloquecer por completo.

Dejó de tirar de su pelo, necesitaba aguantarse con ambas manos, sus caderas ya hacia el movimiento de pegarse más a la boca y las manos de la morena. Sus uñas arañaros el suelo, se estaba haciendo daño pero incluso podía decir que no le desagradaba, el dolor en el sexo siempre podía ser excitante y a ella le gustaban esas cosas. Ataduras, golpecitos, arañazos, mordiscos... Si, habia salido algo masoca aunque ella no lo supiese; pues normalmente ella dominaba las situaciones de ese tipo y muy pocas veces se habia encontrado lo contrario, por lo que aun le quedaba por experimentar aunque ella supiera tocar los puntos más sensibles de una mujer.

Se relamió la sangre que bajaba de su comisura derecha e intentó callarse los gemidos mordiendose de nuevo el labio inferior. Apretó los dientes, empezaba a sentir ese cosquilleo y esas mariposas en su entrepierna; dentro de nada se vendría y quería que la morena lo supiera. Quería enloquecer bajo su dominio, aunque eso no entrase en sus planos...
Su respiración era fuerte y sus movimientos bastante bruscos pero ese gemido que oyó como un susurro la excitó de mala manera. Su delincuente habia soltado un gemido y eso hizo que se mojara más aun. No pensaba que pudiera humedecerse tanto en tan solo un polvo siendo ella la dominada.

Sus mejillas se sonrojaron al pensar por un momento con claridad: le estaban tocando p detrás y le gustaba mucho más que no por delante. Ella era de las que pensaban que por detrás solo podía doler pero iba muy equivocada, ahí tenía la prueba...

- Ah.. ahh..~ N-No... pue..do.. más.. Ahm!!~~

Nizeyo había apartado las manos de su pelo para llevarlas al suelo, la morena miraba de reojo el rostro de la policía, cosa que le encantaba. Todos sus gestos, como se mordía el labio aunque estaba sangrando, como su rostro reflejaba el placer que estaba sintiendo en aquel momento… todo. Soltó su muslo y acarició rápidamente hasta su vientre, arañándolo bruscamente y haciendo incluso unas pequeñas heridas.

- Córrete ya, en mi boca. - Pensó para sus adentros.

Cada vez era más difícil moverse dentro de la rubia ya que se estaba cerrando para llegar al orgasmo, aún así no paraba ni un segundo y se esforzaba de sobremanera para darle mucho, mucho placer. No podía evitar gemir ella también, entre las piernas marcadas y sensuales de Nizeyo.

- Mmhww~! - Gimió fuerte.

Segundos después, el cuerpo de su compañera estaba totalmente descontrolado. Aunque los espasmos eran continuos no salió inmediatamente de dentro de ella ni dejó de tocarla. Las piernas de la rubia se cerraban, pero Yuu se mantuvo unos cuantos segundos más entre ellas, aguantando la presión que hacía. No había sido solo un orgasmo sino más. Al separarse y sacar los dedos de dentro de ella, todo el líquido empezó a correr por su entrepierna. Lamió un poco y besó para después subir lentamente hacia los labios de Nizeyo para besarla aún con su propio sabor en los labios. Lo hizo lentamente, jugando un poco con su lengua.

La acompañó en su gemido, pero con una leve diferencia. La morena quedaba silenciada por sus acciones y en cambio, Niz, tenia la boca libre de prohibiciones por lo que chilló más fuerte de lo que ella misma se esperaba. Se dejó la voz en un largo orgasmo que ocupó más tiempo que el recuperar respiracion. Sus brazos temblaron al tener que aguantarse y su cuerpo entero entró en los segundos de los fuertes espasmos y temblores. Dejó de arquear la espalda, de subir caderas y de cerrar los ojos, para bajar la mirada y ver que la morena tenia cara de satisfacción. Cuando notó que se separaba de su entrepierna, pudo verle los labios brillantes, brillantes de sus líquidos. Siempre le habia dado verguenza ver la cara de sus dominadores en cuanto habian logrado que llegara al orgasmo.

La morena tenia una fugaz mirada de perversión reflejada en sus ojos. La rubia intentó apartar la mirada pero se encontró con el rostro de su delincuenta besándole los labios y jugando con su lengua. Mientras la besaba, notó como quitaba sus dedos de ahí, cosa que le hizo temblar de nuevo. Aun tenia espasmos por lo que con esfuerzospudo agarrarse a la ropa de Yuu y hacerle ver que no queria que se fuera. No aún...
Intetaba recuperar respiración a cada separo de labios que ponia notar, tenia los ojos cerrados por el cansancio y sus piernas aun flaqueaban para levantarse y vestirse. Las intentó cerrar pero le costaba.
No sabia que decirle, sus palabras no salían y esa situación le estaba gustando demasiado para despedirse.

Los labios de Nizeyo temblaban un poco, como todo su cuerpo desnudo. Apenas podía moverse lo que la hacía estar completamente indefensa entre los brazos de Yuu. Aún besándola se puso de manera que pudiera abrazarla para quitarle un poco de frío a la rubia. Era normal, hacía una noche bastante fría, estando desnuda, sin nada que la tapara y en contacto con el suelo debía estar congelada. Apoyó la cabeza de la policía en su pecho, acariciando su pelo lentamente.

Podía parecer una situación extraña ya que Yuu no solía hacer ese tipo de cosas, pero también era verdad que pocas veces se había encontrado con una persona que después de acabar de tener sexo se quedara de esa manera. Con una mano alcanzó la chaqueta de Nizeyo y se la puso por encima para que dejara de temblar un poco más.

- ¿Te encuentras bien? - Preguntó por si acaso.

Aunque no había notado que su compañera se quejara de dolor, siempre había podido hacerle daño sin querer, la morena era en ocasiones demasiado brusca en el tema del sexo. No le preocupaba especialmente pues así se acordaría aún más de ella, pero en cierto modo se sentía en “deuda”. Nizeyo no la había dejado, por la razón que fuera, cuando ella no se podía mover así que pensaba devolvérselo quedándose con ella, cuidándola. Después de todo, sería la última vez que se verían. Al menos eso esperaba Yuu.

Se abrazó un poco más a Yuu a medida que iba recuperando fuerzas y respiración. Intentó normalizar su manera de conseguir aire, podria hiperventilarse si seguía así y no era eo lo que le preocupaba sino pensar que la morena la dejaría dentro de nada a merced del mundo. Desnuda en esa fría noche de otoño; si no moría en quedarse dormida alli, enferma lo estaría seguro a la mañana siguiente.
Notó un gesto de cariño en todo lo que estaba haciendo su delincuente, taparla un poco, abrazarla, acariciarle los cabellos. Todo el mundo tenia una parte más cariñosa y quizás esa era la que Yuu le estaba mostrando.

Asintió levemente al escuchar la pregunta de su acompañante. Sus labios aun temblaban y estaban algo brillantes del ultimo beso que se dio con esa mujer. El cuerpo de Yuu estaba caliente, se apegó a ella como si de ella dependiera su vida. En ese momento podía denominarse asi, Yuu la estaba cuidando, ella era su guardiana en ese momento y solo podía confiar en que no la abandonaría.

Levantó un poco el rostro para quedarse reposando en su hombro izquierdo. Vio su cuello al entreabrir sus ojos y no dudo en besarlo. Fue un gesto cariñoso. Todo habia empezado con una persecución que luego fue una persecución de ambas y terminaron por hechar un polvo en esas runas que cualquiera de los vagabundos podria haber venido. O los hombres que perseguían a la morena... Debían estar muy lejos si no oyeron el orgasmo de la rubia, se dejó la voz en ello y su cuello le raspaba un poco, quizás chilló demasiado en el rato que estuvo a máxima plenitud.

Tragó saliva y dejó ir un suspiro en su piel del cuello. La miró, con los ojos brillantes como un gatito. No sabia que le estaba pasando pero tenia unas tremendas ganas de quedarse asi, como estaba, envuelta en los brazos de la morena y pegada a su cuerpo.

- Estoy... bien....... No te preocupes.. -Volvió a esconder su rostro en la curva del cuello y el hombro de la morena y dejó escapar una risita tonta. "No te preocupes" le habia dicho. Era tan estúpido pensar que esa delincuenta iba a preocuparse por ella. Le gustaba estar asi pero despues de todo, eran rivales y un dia la atraparía. Sería mejor no pensar en el, borrarla de su mente y esperar a que las heridas que le habia hecho desaparecieran sin dejar marca alguna.

No podía negar que cuando quería, Nizeyo podía convertirse en una chica muy tierna. Parecía la escena de una película romántica, algo que no le agradaba demasiado a la muchacha de cabellos oscuros y aún menos que la policía actuara como si entre ambas hubiera un vínculo especial. Se repetía interiormente una y otra vez que todo acabaría allí, que solo había sido un polvo más para una larguísima lista… pero no podía dejar de abrazarla. En lo más profundo de su ser se sentía un poco culpable por haber hecho esas cosas para mayores con Nizeyo.

- Será mejor que te vistas. - Susurró algo seca mientras la apartaba un poco para mirarla.

Si, realmente se veía como una mujer indefensa. Alcanzó con la mano la ropa que faltaba y se la entregó, después de eso no sabía exactamente que hacer… si irse ya o esperar por si necesitaba algo de ayuda. Aún así acabó separándose del todo y levantándose del suelo. Sacudió un poco su ropa y se cruzó de brazos mientras se daba la vuelta para no ver (aunque había pocas cosas que no hubiera visto ya de Nizeyo).

- Si necesitas ayuda… - Susurró.

Esperaba que no la precisara pues sería muy vergonzoso para ella tener que ayudarla a vestirse. Quería irse cuanto antes mejor, tomar una buena cena y dormir toda la noche del tirón. A la mañana siguiente seguramente tendría que arreglar algunos asuntos con su madre para desaparecer de la vista de todo el mundo. No sabía donde acabaría escondiéndose de aquellos orangutanes que las buscaban a ambas, pero no solo tenía que huir de ellos sino también de la rubia. Suspiró sin querer.

- No necesito tu ayuda, gracias

Sus ojos dejaron de brillar, ya su inocencia de niña se habia perdido y volvía a ser la mujer seria de antes. Sus fuerzas habian vuelto y con rapidez se vistió. Cuando tuvo la ropa puesta, se quitó la suciedad de ella y acabó por ponerse la chaqueta, como si nada hubiera pasado entre ellas dos hacia tan solo.. unos minutos antes. No es que se hubiera enamorado de la morena; no volvería a cometer el mismo error de sus años de adolescente, pero pensaba que Yuu no sería de ese tipo de personas que eran de polvo y luego ya no los ves más.
Niz era una mujer tan llena de ilusiones que muchas veces se llevaba disgustos.

- Por esta vez te perdonaré pero a la próxima voy a perseguirte hasta que de contigo.
Se puso los guantes que antes se quitó y comprobó que las balas de su pistola no habian desaparecido. Suspiró y miró la hora: tarde.

- Vigila con esos bastardos que te perseguían. Eres MI objetivo, yo te cazaré, asi que no te dejes atrapar.

La rubia había sido directa con sus palabras y algo tajante. ¿Acaso se le habían pasado ya las ñoñerías? Parecía que si. La frialdad de Yuu había hecho que Nizeyo hiciera casi lo mismo que ella. La morena se volvió a girar y escuchándola hablar puso los ojos en blanco. Ni un buen polvo la hacía callar por más de cinco minutos. Se calló hasta que finalmente cerró la boca.

- ¿Has acabado? - Sacó un cigarro y lo encendió dando una calada. - No te preocupes por mi, se cuidarme solita. Ni tu ni ellos lograreis atraparme jamás.

Sonrió de lado, mirando fijamente a la policía ya totalmente vestida y recuperada de lo que habían estado haciendo entre aquellas cuatro paredes. Se acercó con pasos lentos a ella hasta quedar bastante cerca. Se le escapó una risita malvada. Realmente le parecía chistosa Nizeyo cuando estaba seria… y le divertía hacerla enfadar un poco.

- Sería vergonzoso para ti que le contara a tus amigos policías lo que haces con los delincuentes, ¿no?

Le acompañó en la risa, pero la suya era más fanfarrona, sabia que era capaz de explicarlo a todo el mundo. Se cruzó de brazos y apoyó su cabeza a una de sus manos, dejandola como reposo en su mejilla.

- Lamento decepcionarte pero todos los de la comisaría saben como trato a los delincuentes. Es una pena no poder dejarme en ridículo, verdad? -Sonrió felinamente, entrecerranco los ojos como un gato.-

Dejó de apoyar su cabeza a su mano y refugió ambas manos en los bolsillos de sus pantalones. Suspiró y siguió hablando.

- Lo siento mucho, otra vez será. Aunque ten por seguro que no seré tan bondadosa contigo la próxima vez. Me da igual si salimos perjudicadas las dos, yo te arrestaré igualmente.

Se giró y salió de ese edificio, para quedar de nuevo en las grises calles de esa zona abandonada y llena de maleantes locos.

Yuu apenas hacía caso a las palabras de la rubia. Todo para ella era bla, bla, bla y más bla. No borró la sonrisa de sus labios en ningún momento. Sabía perfectamente que si había una próxima vez debería tener algo con lo que atacar a la rubia… algo con lo que dejarla en una mala posición delante de sus amigos. Podría ser arrestada, pero se la llevaría con ella al infierno si hacía falta.

- Bondadosa… si es una maldita sumisa pervertida. Yo he sido la bondadosa… - Pensó.

La rubia empezó a caminar pero Yuu se quedó donde estaba mirándola marcharse y desaparecer entre la oscuridad de aquella noche. Cuando desapareció de su vista se asomó a la ventana más cercana y huyó rápidamente saltando de un tejado a otro. Nizeyo no había parecido darse cuenta de que aparte de su virginidad anal, la morena le había robado otra cosa: un collar.

Posiblemente cuando se diera cuenta ella ya estaría demasiado lejos… pero, ¿Por qué se había llevado exactamente aquel collar? ¿Quería tener pruebas de que había intimado con ella lo suficiente como para llegar a el o algo en su interior quería incitar aún más a la policía a que la encontrara?

Se perdió entre las oscuras calles, pasando de los vagabundos que le gritaban y de los otros locos que habia por ahi. Llegó a la frontera entre las dos ciudades e hizo aparecer su gran moto delante de ella. Se puso el casco y poniendo el acelerador de la gran bestia que conducía, empezó a correr por als oscuras carreteras en dirección a su mansión. Mientras conducía iba pensando en esa morena. Habia acabado siendo su títere sin poder hacer nada. Hacia solo un momento que le estaba pidiendo más en una situación bastante embarazosa para la rubia. Notaba los ojos de Yuu demasiado pues en ella y eso era una de las cosas que más odiaba al tener sexo con alguien.

Eran las 3 de la madrugada cuando llegó a su casa. Odiaba que Lost Souls estuviera tan lejos de su mansión. Se quitó el casco en cuanto aparcó la moto en el garaje. Dejó el casco colgando del manillar de su bestia y subió las escaleras, quitándose los guantes. Los criados la estaban esperando, eran demasiado leales, a esas horas ya deberían estar durmiendo todos.

- Señorita Romanov, deme su chaqueta. -La rubia le dió la chaqueta, los guantes y la bufanda.-

Se fue hacia el salón y se sentó en el sofá, suspiró y se quitó la corbata al mismo tiempo que con la otra mano se desabrochaba un par de botones de su camisa. Su criada más personal, Mei, se la quedó mirando hasta que se atrevió a hablar.

- Señorita Romanov... ¿No llevaba su colgante esta mañana cuando salió?

- ¿Eh? - Se palpó la zona del cuello y del pecho y vio que no lo llevaba. En un primer momento su sangre se heló pero luego se calmó y su ceño se frunció.- Esa maldita...