De paseo por la mansión

Después de una aburrida reunión con unos socios y después de haberlos despedido empecé a caminar por la mansión. Aquel era el típico día aburrido de no hacer nada más que caminar por el terreno sin rumbo. Dí un largo suspiro mientras pensaba en los negocios de la familia. Dentro de poco llegaría a la casa un cargamento de drogas duras que deberíamos vender y tendría que reunir a los cuatro boss para informarles, Rose sería fácil de localizar pues la tenía en casa, y suponía que Lys no andaría lejos de aquí. El problema era Douglas, nunca sabía donde paraba esa mujer. Suspiré negando con la cabeza. ¿Porqué eran todas mujeres? Estaba rodeado de féminas, necesitaba un hombre, uno con carisma, con poder y presencia, que pudiera imponerse ante el gobierno, que diera la cara por mi.

-Quiero un maldito hombre, joder...-murmuré con fastidio mientras salía al patio de la casa.

Sonreí con malicia. Su mente parecía gritar todo a los cuatro vientos, solo le faltaba abrir la boca, seguramente todos sus pensamientos saldrían en forma de gritos si continuaba de aquella manera. Siempre había pensado que mi jefe hablaba mentalmente a una freqüencia demasiado alta, creo que jamás podría arreglar ese problema.

-Bueno, señor gritón, las mujeres también podemos imponernos ante el gobierno y dar la cara por ti, lo que pasa es que no tenemos ganas de poner el trasero frente a las armas de la ley -comenté con diversión, mientras me apartaba de las sombras y quedaba frente a él. No me gustaba estar tan cerca, ni siquiera me gustaba que supiese siempre donde podía estar. Era demasiado independiente y siempre estaba muy escondida como para que me encontrara. - ¿Necesitas de mis servicios otra vez?

No me giré a mirarla con cara de asco porque sabía que podía verla en mi mente, dí un bufido de resignación. Era imposible que nunca llegara a conocer su posición. Por dios. Eso, sin duda, con un hombre no pasaría. ¿Donde queda el respeto por un superior? Suspiré con fastidio debatiéndome entre contestar o no contestar, puesto que ella ya lo estaba leyendo en mi mente. Negué con la cabeza y entorné los ojos. Insoportable.

- Quiero un hombre porque por lo menos no daría esas contestaciones, conocería su puesto y por descontado me respetaría como jefe...-murmuré- Necesito que tus reclutas o los críos vendan la droga que llegará dentro de tres de días, así que se podría decir que sí, necesito tus servicios. También necesito que localices a Lys y le digas que tendremos una reunión aquí, en dos días. No debe andar muy lejos de aquí, pero no me apetece hacer de buscador, para eso ya os tengo a vosotras o a los soldados.

Sonreí divertida mientras me cruzaba de brazos, alzando mis pechos así, inevitablemente, mientras entornaba los ojos, maliciosa.
- Fuiste tú mismo quien quiso que trabajase contigo, jefecito, así que no se porque ahora te quejas. Debiste imaginarlo desde el principio. Siempre he sido así. -aparté un largo mechón de pelo de mi hombro y mire hacia otro lado, mientras acomodaba mejor las gafas de sol en su sitio. Lo que decía, gritaba demasiado.- Puedo conseguir vender la droga que llegará dentro de tres días. No necesito ningún niño, pero en los institutos es una forma rápida de vender. Y las discotecas es otro sitio. Puedo incluso venderla en la cárcel o en los hospitales para drogadictos. -le miré, seriamente, pero con una sonrisa oculta en mi mirada, detrás de las gafas oscuras- Soy la causante de que muchos de ellos no puedan salir de esos malditos hospitales. Nos quitan demasiado trabajo... ¿Realmente quieres a un hombre a tus servicios? Y nos quitarás a nosotras? Los hombres son más traicioneros, y también menos eficientes. Solo pueden hacer una cosa al mismo tiempo

Suspiré negando con la cabeza, de nuevo se equivocaba. ¿De veras podía leer mentes siempre o solo a momentos? Me giré a mirarla con una sonrisa de suficiencia y las cejas alzadas en una expresión arrogante, con la barbilla alzada.

-Error. Yo nunca decidí que tu formaras parte de la familia, cuando entraste mi padre aun vivía y vio un no sé que en ti. Estás aquí porque él lo quiso y porque de momento sigues siéndome útil, en el momento en él que dejes de serlo ya no estarás aquí, pero ni aquí ni en ninguna parte, tenlo en cuenta, así que sigue siendo como hasta ahora, porque no durarás mucho si no eres eficiente -murmuré con un tono cruel- Y puedes esta segura de que si un hombre pasa a estar a mi lado será porque es mejor que cualquier mujer, no me rodeo de ellas porque me gusten, que también, si no porque son eficientes. En la mafia el sexo no me importa, pero quiero un hombre, un hombre que sea atractivo, que cautive a las masas, que sea un modelo a seguir para todos los muchachos, vamos, alguien como yo, pero que me adore a mi... ¡Oh! espera, si me adorara ¡seguiría siendo como yo! -me eché a reír algo alocadamente, a veces me daba miedo a mi mismo- De cualquier modo, quiero alguien joven y sin personalidad, a quien yo pueda moldear a mi manera, alguien a quien le diga pégate un tiro en la cabeza y lo haga, pero no me sirve cualquiera, a parte de no tener personalidad tiene que tener carisma... la carisma es la clave...-dije. Era retorcido, era muy retorcido, pero como adoraba serlo.

Mientras él hablaba yo me paré a hablar con una de las sirvientas de la mansión. Me llevaba bien con todas ellas, así que simplemente bloqueé la mente de mi jefe y continué charlando con la mujer, hasta que aquel hombre loco dejó de hablar. De verás que a veces me aburría.
- ¿Has acabado? -pregunté, mientras la mujer hacia una reverencia y se marchaba a terminar sus quehaceres- Mira, trabajo para ti porque tu padre me contrató. No lo hago porque me caigas bien, ni porque te sea fiel a todas horas y vaya a pegarme un tiro si me lo pides, sino porque le soy fiel a él y porque me gusta ser mala, me hace sexy. Por otro lado, si dejase de serte útil, probablemente es porque cambiaría de parecer y le sería útil a otra persona o a mi misma. No creas que por ser fuerte y ser mi jefe vayas a poder eliminarme tan fácilmente como a esos peones que utilizas y que ni siquiera los contratas tú -me daba rabia que alguien dijese que podría eliminarme con tanta facilidad. Como si yo pudiese morir tan fácilmente- Por otro lado, yo trabajo a mi manera, y se muy bien lo que quieres y cuando lo quieres. Es por eso que soy eficiente y es por eso que te gusta como trabajo. No puedes esconder nada de lo que hay en tu mente como tampoco puede esconderlo cualquier otra persona. No me importa cuanto poder tengas, tanto físicamente, como mentalmente, como en dinero y armas. Trabajo porque quiero, no porque nadie me obligue y menos tú -le lancé un beso al aire y sonreí inocentemente.

Me eché a reír. Aquella mujer era la ostia. Siempre con esas salidas. Pero de nuevo, volvía a equivocarse.

-¿Sabes que es lo que te hace ten adorable? -pregunté- Que te equivocas constantemente en cuanto a mí respecta -sonreí ampliamente y la cogí del mentón acercandome a ella- Querida, cuando conoces el poder telepático de tu subordinada, sabes crear barreritas ilusorias para ella, recuerda que juego con la realidad como quiero y me place. Además, para terminar contigo solo tendría que dar la orden de que te busquen y te maten, no quiero hacerlo, porque como bien has dicho me gusta como trabajas, pero recuerda que tengo a todo el barrio oscuro a mi servicio y besandome los pies. Yo no pretendo que me seas fiel y leal a todas las horas, si no que no me seas infiel nunca. Puedes serte fiel a ti misma sin serme infiel a mi. Tampoco te pediré a ti que te pegues un tiro porque eres útil. -expliqué- Y otra cosa más: Todos y cada uno de mis hombres están supervisados por mi, yo les pago, y yo les mando, a través de ti, de Lys y de mi querida Rosie, pero yo al fin y al cabo soy quien dicta las ordenes, vosotras las decís y ellos las ejecutan. Que ellos no me conozcan físicamente o por mi nombre real, querida, no significa que yo no sepa quien son ellos o como se llaman, quien son sus padres, sus hermanos, primos y tíos, yo no soy como el gobierno, yo me intereso por los que me siguen, aunque no lo parezca -finalicé. Le solté el mentón con brusquedad y sonreí.

Me había tocado y odiaba que me tocaran. Se había acercado demasiado demasiado y eso me disgustaba. Le miré, furiosa mientras mis ojos refulgían de ira.

- Me da igual quien seas...-empecé. Apreté los puños y note como la ira me llenaba y las cosas a mi alrededor empezaron a moverse.- ¡Me importa una mierda quien seas! Pero jamás vuelvas a tocarme ¿Entendido? Por eso no me gusta venir aqui -di media vuelta y empecé a alejarme- A este paso, tendrá que ser un ageno el heredero de todo tu "grandioso" imperio -me detuve para verle- Porque si sigues con estas locuras que te dan no encontrarás a nadie que quiera darte un heredero legitimo

¡Excentricidad al poder! Fue lo único que pude gritar en mi mente al ver la reacción de la chica, eso y echarme a reír. A reír descontroladamente ante su último comentario. Ni que me importara a mi que el heredero fuera legitimo o no. Reí con más ganas aún. Caminé hasta uno de los bancos que había por el jardín y me dejé caer allí recuperando la compostura y cogiendo aire. Me llevé la mano al vientre.

-Que graciosa por el amor de dios... ¡Esta mujer es la ostia! -exclamé volviendo a reír- Heredero legítimo dice... Puedo chascar los dedos y me lloverían mujeres con las que tener un heredero legítimo, de mi propia sangre, ella no me serviría de nada más que para tener al niño, o a la niña, después podría morirse, yo tendría mi heredero o heredera y lo podría educar como yo quisiera. De no tener mujer objeto con la que copular para tener hijo o hija podría comprar uno de esos críos que hay en los orfanatos... ¿que más da de donde salga? Lo que importa es como lo educaría yo... ¿No lo entiendes? Me la repampinfla el amor y esas mierdas sentimentalistas que todo el mundo antepone en sus vidas, a mi eso me la pela, seguiré los pasos de mi padre, pero lo que él hizo mal, yo lo arreglaré, yo me llevaré al mundo, lo conquistaré sin dañarlo y conseguiré que me adoren... Después de eso, y si sigo vivo, ya podré preocuparme por el amor y las demás vanalidades...

Realmente este hombre era imbécil

- a veces desearía que pudieses leer mi mente, Stefano...No me refiero al amor ¿que tiene el amor en la maldita mafia? Solo serviría para hacer sufrir a esos idiotas que se enamorasen. Yo me refería a un legítimo, simplemente, al fin y al cabo es lo que quieren todos "Un hijo legítimo para ocupar mi puesto" SI tu piensas de esa manera me parece bien, pero eso de que te lluevan las mujeres ¿donde has visto semejante idiotez? ¿En una película porno? No creo que te lluevan tanto las mujeres, estas loco y eso las asusta. Aunque claro, seguro que alguna estúpida loca incluso se empaparía con tu locura y te rogaría por un poco de sexo. -no quise acercarme, me quedé allí donde estaba de pie, más tranquila que unas pascuas.

Volví a reír. Ingenua.

-No necesito películas porno... Pequeña, me sirvo y me basto con mi vida sexual -dije- Te sorprenderías de las mujeres que llaman a la puerta de esta casa pidiendo sexo, con preservativos trucados para poder quedarse embarazadas de mi y que yo me haga responsable de ellas y el crío... pero, para su desgracia nunca fui tan considerado. Y espero que no llegues a pensar que fuera de este espacio soy así. Esta faceta de mi solo la han visto unos pocos afortunados, de esas rejas a fuera soy una persona admirable, un modelo para los jovenes, en educación y cultura. Te sorprenderías querida Srta. Lambert, si pudieras llegar a conocerme mejor, te sorprenderías.

Y era cierto, la ilusión que muchas de las personas que me rodeaban vivían, no eran más que eso, una ilusión que no mostraba mi verdadero ser, quizá porque desde mi mas interno yo sabía que era algo débil. El Stefano real no era un loco psicópata, al menos no en su totalidad. Aquella faceta era solo una parte de mi. De otro lado era un caballero que podía controlar la locura. Pero ese caballero salía en pocas ocasiones, las pocas en las que la ilusión desaparecía, y en esas pocas ocasiones no era Il Corbo el que hablaba, si no Stefano. Aquello me recordó las palabras de Douglas, me había llamado Stefano, de nuevo otro error. Ya iban tres para aquel momento. Me levanté y en tres pasos largos llegué a su lado, sin tocarla, pero cerca de ella.

-Como vuelvas a usar ese nombre para referirte a mi... lo lamentarás... -susurré con una voz lúgubre y sin entonación. Me separé de ella y le sonreí- ¿Queda claro?

Suspiré. Creía que con eso iba a asustarme o algo así. Le encaré, como siempre hacía, como bien sabía hacer.
- No me asustas tú ni tus paabras y no creas que te llamaré il corbo como suele hacer la gente. Se como te ven ahí afuera, yo misma vivo ahí afuera. Pero se como eres en realidad, y la gente tampoco es tan ilusa como tú crees. Me decepcionas ¿Sabes? Me decepcionas tanto que me das pena. Quizás creas saber lo que piensa la gente, pero yo realmente se lo que piensa la gente. Y te diré algo más No me refería a que necesitases peliculas porno, señorito locura, parece ser que unas simples palabras ni siquiera las entiendes. -negué con la cabeza y bufé, con total calma y tranquilidad. Si quería o tenía la oportunidad de matarme, que lo intentará, después si tenía problemas no sería culpa mía.- Crees tener la sabiduría, el conocimiento de todo lo que te rodea. Pero hay cosas que se te escapan incluso a ti

Me encogí de hombros. Y me separé de ella.

-Si no vas a llamarme Corbo, entoces vete y no vuelvas.

No dije nada más. Le dí la espalda y empecé a caminar hacia la parte trasera del jardín con total tranquilidad. No me preocupaba en absoluto nada de lo que me había dicho, estaba claro que había cosas que se me escapaban, sin duda, era humano al fin y al cabo, pero ella no me conocía, y por ende no podía juzgarme y por tanto, me importaba una poca mierda lo que pensara de mi. Jonh apareció por el patio y se puso a mi lado. Le miré con una amplia y amable sonrisa. Ya me ocuparía después de pensar que hacer con Douglas.

-¿Como ha ido? - le pregunté

- Bien, boss. Está todo en marcha. Sin ninguna duda el cargamento estará aquí en tres días. Oh! Holly a encontrado un par de compradores que se llevarán dos paquetes de nieve cada uno, osea, cuatro paquetes en total -dijo él. Con nieve se refería a cocaína, habíamos establecido ese código entre nosotros para poder hablar con libertad.

-Bien echo. Chicos eficientes, como a mi me gustan ¿Va a llegar Holly para merendar? -pregunté felizmente

Estaba enfurecida. Ese maldito imbecil se había alrgado y todavía teníamos que hablar sobre el trabajo ¡además de que tenía pronto una fecha de entrega! Y estaba sin inspiración. Necesitaba algo de diversión y aquel imbécil no me daba más que estupideces. Me acerqué y aun más rapido cuando escuché la mente de Jonh. Realmente adoraba aquel chico, tanto que incluso solía acosarlo, cosa que nunca hacía con nadie por el echo de odiar el contacto con las personas, pero John era distinto, era simplemente acosador, y yo aprovechaba aquello para acosarle. Me acerqué, sonriendo feliz cuando le vi y salté encima suyo, colgandome del cuello del moreno.
- ¡Jonhy~! Eres la unica persona capaz de llamar mi atención ene ste lugar ¿te lo he dicho alguna vez?

Jonh se encogió de hombros cuando le pregunté por Holly y poco después Douglas se colgó de su cuello diciendo esas cosas extrañas.

- Ah... ¿sí? -contestó él indiferentemente y se encogió de hombros. A lo que yo me eché a reír. Pero no como antes, descontrolada y locamente, si no con una risa tranquila, amable.

- Jonh si eres tan serio e indiferente jamás conseguirás echarte novia -dije dándole un leve codazo amistoso en su brazo.

- Pero yo no necesito de eso, señor, yo tengo que servirle a usted, sin distracciones. -contestó él. Seguí caminando con una sonrisa amable en mi rostro.

-Si eso quieres -contesté encogiéndome de hombros.

Suspiré, poniendome seria ahora.
- Deberías darle razones para que se encuentre novia. No simplemente para servirle a él tienes que quedarte solo Jonh. ¿sabes? puedes trabajar igual de bien o mejor que ahora para..."el señor" teniendo novia y siendo feliz de algún modo que no sea solo viviendo para él y estando de ese... caracter monotono y serio. Deberías sonreír más Jonhy -le dije, haciendole sonreír con mis dedos, sonriendo yo en respuesta- no es tan malo sonreír, deberías probarlo. Además, con las risas locas de este tio deberías reírte. Yo lo hago constantemente

Jonh solo miró a Douglas sin contestar. En su cabeza no cabían esas cosas que decía la chica. Para él, al que yo había salvado de una muerte casi segura solo quería agradecerme. No era la primera vez que el muchacho oía esas "riñas". Yo le decía constantemente que no era necesario que me siguiera y satisfaciera en todo a todas horas, pero él seguía haciendolo. Sonreí mirando al chico. Ellos tres, Holly, Jonh y Rosie, eran lo único que necesitaba para ser feliz. Era por lo único que me esforzaría a crear un mundo perfecto, ellos erán mi primera causa y para cuidarlos estaba yo vivo. Cuando me dí cuenta de que Douglas seguía allí empecé a tararear una canción en mi mente por tal de evitar que leyera mi mente. Holly llegó correteando por el jardín felizmente y en mi rostro una sonrisa apareció haciendo brillar mis ojos. Cuando llegó a donde nosotros puse la mano en su cabeza y la despeiné. Ella simplemente sonrió y me atestó un puñetazo en el pecho.

-¡Oh! -me quejé cuando lo recibí- ¡Está usted muy traviesa últimamente, jovencita, tendré que castigarla haciéndole cosas malas! -dije divertido cargándola a lo saco de patatas en mi hombro. Caminé hasta la mesa que había en el jardín y después la dejé en el suelo riendo.

-¡Noo~! -exclamó ella- ¡No me tortures así! ¡Llevarme sobre tu hombro es demasiado malo, viejo pervertido! -ironizó riendo, también. Jonh solo nos miró negando con la cabeza, en su rostro se adivinaba una pequeña sonrisa- ¡Señorita Douglaas~! -exclamó Holly corriendo junto a ella- ¿Nos acompañará a merendar hoy? -preguntó la muchacha cogiéndola de las manos para después arrastrarla hasta la mesa- Está la taza de la señorita Rosie, que de seguro estará trabajando, podría ocupar su lugar -propuso la chica girandose a mirarme.

-Si te hace ilusión -contesté sonriendo.

Sonreí enternecida por el cariño que despreddía aquella chica por todos lados. Le sonreí asintiendo. Que ma´s daba pasar un rato más con el pesado de mi jefe si podía estar con Jonhy y Holly.

-Claro que si Holly, me quedaré a merendar con vosotros, además, te he traido como prometí mi ultimo libro-le entregué el susodicho, sonriendo de oreja a oreja-Y esta vez si te he incluido. Te llamas Selena en el libro Holly, espero que disfrutes de la lectura.-sonreí con orgullo mientras me sentaba comodamente en el lugar de Rose.