Sleepwalker

El mercado negro... Uno de los lugares más peligrosos para un solo policía pero claro, era la jefa por lo que se llevaba el trabajo mas sucio aunque no lo pareciera. Suspiró y se palpó su lado derecho de la cadera, si llevaba la pistola y si, la llevaba cargada. Miró a ambos lados, de momento había mucha tranquilidad, demasiada tranquilidad... Las "tiendas" estaban "cerradas". El material estaba tirado, miró con atención algunos objetos, o eran falsos o estaban estropeados o simplemente eran mierda para tirar.

Es como si algo le dijera que la estaban esperando en multitud, eso le hacía tener la vista fija en el horizonte lleno de esa espesa niebla que le hacía poner los pelos de punta y le ondulaba el cabello. Solo se oían sus pasos, los tacones de sus botas clavándose en el frío asfalto desgastado y lleno de charcos de agua de las recientes lluvias. Suspiró y se quedó quieta, había notado una presencia cerca de ella. Sacó su mano derecha del bolsillo del pantalón y rozó con sus dedos el arma.
Dio un paso más, no resonó como antes. Alguien al estaba siguiendo.

- Puedes salir de tu escondite... estés dónde estés.

Se había tomado el día libre en el bar donde trabajaba para hacer otras cosas más importantes en ese momento. Tenía algo entre manos, algo que le daría mucho dinero para gastarse en tabaco y una comilona en uno de los mejores restaurantes. Si, podría haber tenido dinero para comprar cosas que realmente necesitara pero prefería gastárselo en caprichos ya que nunca se sabía cuando iba a ser la última vez que disfrutaras de ese “mundo”.

En el mercado negro encontrabas toda clase de cosas y ella buscaba una droga que no dejara ningún rastro en el cuerpo de la víctima. Todo allí parecía muerto siempre aunque detrás de los muros las cosas no eran lo que parecían. Siempre había una trastienda donde los intercambios eran casi constantes.

Salió de entre un callejón, caminando lentamente detrás de una muchacha de cabellos rubios que no había visto jamás. No intentó disimular o esconderse como muchos estaban haciendo al oírla acercarse, no tenía miedo de nadie, aún así acompasó sus pasos con los de la otra muchacha para que sonaran a la par. Un pequeño fallo hizo que la mujer se diera cuenta, no era mala.

- ¿Quién se esconde? - Dio una calada al cigarrillo después de decir eso y siguió caminando sin importarle.

Al tenerla a la misma altura, siguió su paso, su dirección y su ritmo; hasta clavó la mirada donde la mujer la tenía puesta. Volvió a guardar su mano derecha en el bolsillo del pantalón, había cogido frío en el minuto que la tuvo fuera. Luego pensó "serás idiota, aprovecha". Tenía el poder de hacer aparecer cualquier cosa que se le antojase si tenia su imagen clara, así que hizo aparecer unos guantes de cuero negro, de esos que a primera vista dan la imagen equivocada. Abrigaban mucho.

Respiró todo el humo del cigarrillo. No le molestaba el olor pero no era mujer de cigarros, le gustaba estar limpia de esas cosas; prefería el alcohol. Miró el ambiente, desierto a más no poder; se suponía que la habían enviado allí para hacer limpieza de delincuentes y mierda que andaba por las calles pero de momento, estaba con las manos vacías y eso a los superiores.. no les gustaría. Aunque, esa misteriosa mujer... quizás ella...

- ¿Que haces por aquí?

Caminó tranquilamente sin darse apenas cuenta de la rubia. Solo vigilaba lo mínimo para que no le pegara un tiro o algo por el estilo ya que allí podía pasar de todo. Siguió fumando, acabándoselo rápidamente y encendiendo otro cigarrillo para poder saciar esa ansia de nicotina que tenía. No podía vivir sin fumar.

Según le habían dicho tenía que ir a una panadería francesa que había a unas manzanas de allí donde encontraría lo que buscaba. Yuu no era de usar drogas pero se lo había pedido específicamente así que no iba a decir que no. Querían un asesinato que pareciera una muerte natural y eso tendría, aunque a ella le parecía de lo más natural morir por un tiro en la cabeza teniendo en cuenta el mundo en el que estaban.

Al escuchar a la rubia paró en seco y la miró fijamente. Dio una calada a su cigarrillo y pasó la mirada de arriba abajo a la muchacha, escaneándola y centrándose al final en sus ojos. Dejó escapar una risa. Se le había visto el plumero a aquella señorita. Allí nadie hacía preguntas porque era más seguro.

- ¿Qué hago por aquí? - Alzó una ceja. Se iba a hacer un poco la loca. - Pasear a la luz de la Luna, es realmente romántico.

Sonrió y miró unos segundos el cielo.

- Claro... la luz de la luna. En esta zona no se cuela la luz de la luna desde que yo tengo uso de razón. Siempre hay niebla. Búscate otra excusa querida mía. -Hizo aparecer una cinta de color negro y la usó para atarse el pelo en una cola alta. Algo le decía que sus cabellos le molestarían más adelante si los dejaba sueltos...-

- ¿Vienes a menudo por aquí? -Pateó una pequeña piedra- Tienes cara de saber de que van estos lugares... -Iba directa; tampoco hacía falta esconderse, esa mujer parecía saber identificar a la gente solo con verla, así que decidió mostrarse tal y como era.-

Debería haber seguido su camino pero sabía que con esa por ahí no podría entrar a comprar lo que necesitaba de todos modos así que era mejor seguirle el juego a la rubia. Fumaba mientras la escuchaba hablar de tonterías sobre la niebla que ni siquiera le importaban. Observaba sobretodo el movimiento de sus manos por si acaso…

- Vengo cuando me apetece. A menudo o no… todo eso depende de lo que te parezca a ti a menudo. - Fumó de nuevo y dio un paso para acercarse más a ella, tirando el cigarro y pisándolo. - Por algún sitio debemos pasear la basura del mundo, ¿no?

Se giró y empezó a caminar de nuevo, esperando deshacerse de ella cuanto antes mejor aunque algo le decía que era la típica persona que no se da por vencida tan fácilmente. Sacó otro cigarrillo.

- Vuelve a tu casita pija y la próxima vez trae a alguien contigo que no sea solo tu pistola.

Sonrió. ¿Pija? No el gustó nada esa palabra. Poca gente se atrevía a llamarla así pero también poca gente veía que gozaba de todo lo que ella quisiera. Aun así no le gustaba fardar de dinero, odiaba esas personas que se creían los reyes del mundo solo para tener más dinero que el vecino de al lado. Suspiró.

- ¿Crees que soy una pija? -Se puso a reír por lo bajo.- ¿Me ves cara de pija? Porque vas muy equivocada si piensas eso... -Se quitó las gafas por unos segundos y se las limpió con la camisa.- Llevar la pistola es esencial para mi. Mi pistola sería para ti, tus cigarrillos. -Pudo observar que era bastante compulsiva con ellos. De esas personas que están enganchadas seriamente a la nicotina. Pero era su problema, no el de la policía.

Odiaba la gente que se catalogaba de mierda, de basura, de cosa que no puede funcionar en la vida de los otros, de experimento fallido,... Se mordió el labio inferior y se quedó mirando a esa mujer. De alguna manera.. la dejaba sin palabras pero por otro lado, la incitaba a preguntarle cosas...

- Hasta que no me haya quedado satisfecha de tu persona, no voy a largarme. -Le agarró el cigarrillo y se lo quedó.- Así que tendrás que escucharme quieras o no.

De nuevo la policía estaba diciendo cosas que no le interesaban, simplemente dejó de escucharla por completo, únicamente se fijaba en sus gestos y los sonidos que hacían los que estaban escondidos en la oscuridad, esperando su ocasión para irse lejos o hacer lo que tuvieran que hacer allí.

Solo prestó atención a la rubia cuando esta le quitó el cigarrillo de la mano cuando iba a llevárselo a la boca. La miró seriamente y sacó otro cigarrillo de su cajetilla, encendiéndolo, dando una calada y tirándole el humo a la cara a su “acompañante”.

- No he prestado atención a nada de lo que has dicho hasta ahora desde que acabé de hablar yo así que si quiero no te escucho. - Fumó de nuevo, profundamente. - Si quieres hacerle perder el tiempo a alguien, que no sea a mí. Tengo cosas más importantes que hacer que quedarme aquí a intentar evitar escuchar lo que quieras decirme. ¿Por qué en vez de joderme a mi no entras en alguna de estas tiendas abandonadas y buscas a alguien interesante? Te animo a que lo hagas, seguro que te diviertes infinitamente más que conmigo y podrás usar tu amada pistola.

Sonrió solo un segundo irónicamente y después volvió a su cara fría de poker. Se giró y caminó de nuevo fumándose su querido tabaco.

Se quedó el cigarrillo. Le iría bien para calmarse. Esa mujer la había hecho enfadar así que usó su poder y decidió levantar un muro que llegaba a cada extremo del mercado, dejándola sin camino a avanzar. Eso el costó un poco de energía pero esa tipa misteriosa no iba a irse de ahí tan fácilmente. Esperó a que se girara y tomó la pistola, cargándola y estirando el brazo, apuntando a su frente.

- He dicho que hasta que no respondas unas cuantas preguntas no vas a irte de aquí. Tengo órdenes de arrestar y vas a ser tu quien se pase unos días en la celda provisional. No tienes cara de ser buena chica... esto va a ser divertido... -Las últimas palabras las susurró más para ella que para la morena.-

No bajó el arma, esperó su reacción mientras daba una calada del cigarro que le había robado instantes atrás.

Sabía que no iba a librarse de ella con lo que había Sabía que no iba a librarse de ella con lo que había dicho, la rubita era demasiado pesada para eso. Un muro se levantó de la nada cortándole el paso y dejando a ambas encerradas en aquellas calles. Yuu se giró sabiendo que la policía iba a apuntarle con la pistola. La escuchó atentamente casi por primera vez en toda la noche.

- Uh, si, divertidísimo. En realidad me lo paso genial pero no quiero que mi cara lo refleje. - Habló irónicamente.

La morena no tenía miedo de lo que pudiera hacerle y sabía que aunque la otra estuviera algo loca no le dispararía si ella no sacaba ningún arma. En realidad ese día se la había dejado en casa así que estaba completamente desarmada. Usó eso en contra de la policía.

- ¿Piensas disparar a un ciudadano desarmado? Abusas un poquito de tu poder… - Miró los muros de reojo y después de nuevo a la rubia. - … en todos los sentidos. - Dió una calada al cigarrillo. - Que remedio, pregúntame si te hace tantísima ilusión...

Bajó el arma, aunque no la guardó. La analizó rápidamente con la vista, era cierto, no llevaba armas pero aun así, sabía que era un tanto peligrosa.

- ¿Para quién trabajas? -Hizo una pequeña pausa.- Se a que te dedicas en tus horas libres; quiero saber quien te da la información, el material y las direcciones para que lleves a cabo tus... jueguecitos. -Sabía quien era esa mujer pero había algo de lo que no se acordaba: su nombre. Siempre le fallaba la memoria con esas cosas. Intentó disimular haciéndole otra pregunta.

- ¿...Bando anarquista o mafioso...?

Dio otra fuerte calada al cigarrillo que sostenía en sus dedos viendo como la chica bajaba el arma finalmente. Si hubiera estado nerviosa en algún momento, Yuu se habría relajado con ese gesto.

-Si sabes a que me dedico sabrás que no trabajo para nadie en especial, solo para mí. La información, el material… todo lo que necesito depende del trabajo que vaya a hacer. Cambian constantemente así que darte nombres sería una idiotez.

Pegó otra calada a su cigarrillo. La segunda pregunta se la pensó más. No porque no supiera que contestar sino porque le parecía una tontería. Si estabas metido en cosas turbias daba igual que fueras de los famosos anarquistas o los mafiosos.

- Ni uno ni otro. Siento decepcionarte pero hay gente en estos sitios a los que no se les puede catalogar en ninguno de esos bandos. Para que me entiendas… digamos que soy independiente. – Fumó - ¿Algo más?

- Igualmente, quiero que me des nombres. Que no estén ya relacionados directamente contigo, no les salva de la mierda con la que trabajan y de los delitos que han cometido. Quiero que me des nombres sino si que me veré obligada a abusar de mi poder porque no te he dado derecho a guardar silencio.

Dejó el cigarrillo entre sus labios, los vidrios de sus gafas se llenaban de humo pero al mismo tiempo el frío hacia que el humo desapareciera. Empezó a morder la parte que tenía sujeta entre sus labios y acarició con el índice derecho el gatillo de la pistola.

- Habla.

Esa mujer estaba colmando su paciencia a base de decir tonterías por esa boquita suya. Parecía que le daban cuerda, era insoportable. Puso los ojos en blanco y soltó un suspiro de pesadez. Dio una calada al cigarro y se cruzó de brazos. De nuevo la rubia estaba con la mano en la pistola.

- ¿Quieres nombres? - Se rió y negó con la cabeza - Nombres … ¿Crees que aquí la gente cuando llega a un sitio dice “Hola, me llamo Yukijiro y soy traficante. Necesito un par de armas, ¿Cómo te llamas tu?”? Aquí no hay nombres reales, todo son motes y la gente cuanto menos habla mejor.

Se acabó el cigarro y sacó otro tranquilamente. Pegó unas cuantas caladas con la intención de seguir hablando, pero antes necesitaba nicotina, droga. La mujer solo quería razones para meterla en la cárcel, no se las daría.

- Si tienes un papel no me importa apuntarte el nombre por el que conozco a toda la basura que vive aquí. Pero pondría mi vida en juego y voy a tardar un rato.

- No soy tan estúpida de saber que aquí la gente no va con nombres reales y que muchas veces no dicen ni sus motes. Las pijas y las rubias no somos tontas ¿lo sabías? A veces la mierda lo es más. La ignorancia que lleváis encima, la basura que os coméis intentando fardar de la droga que poseéis. -Se terminó el cigarro y tiró la colilla al suelo; la pisó y siguió con su discurso.- No me hace falta ni papel, ni bolígrafo. Dime lo que sabes y te dejaré en paz; sino, ya te lo he dicho... -la apuntó de nuevo con la pistola.- ...tendré que usar a mi amiga. Y créeme, odio usarla por gente tozuda como tu... ¿O serás tan masoquista de quedarte en silencio esperando a que te dispare?

Tiró el cigarrillo sin acabar al suelo y lo pisó con rabia. Realmente la estaba enfadando con tanta palabrería aunque en su cara no mostraba más que frialdad. No le importaba que le apuntara con la pistola, no la incomodaba.

- Si solo quieres a alguien a quien llevar a comisaría para que tus superiores estén contentos no hace falta que sigas intentando que diga algo que puedas usar contra mí. Me cansa. - Dio un paso hacia adelante. - Aparte, si lo sabes todo sobre este lugar, ¿que quieres que te diga? Todo lo que se… - Apuntó con el dedo a una tienda “abandonada” de perfumes. - Ahí hay una fábrica de dinero falso, en la de la esquina venden animales ilegalmente, en la de enfrente armas de todo tipo de una calidad media… -Bajó un poco la voz de pronto. - … y en el callejón que tienes al lado hay un tipo apuntándonos con una pistola Colt 1911 del calibre 45…

Dicho esto, con gran agilidad, le robó a la policía la pistola de las manos y disparó hacia el callejón, donde se pudo escuchar un quejido. Inmediatamente la soltó para que la rubia la pudiera coger de nuevo.

- Ahora tienes razón para llevarme a comisaría. Que contenta debes estar…

- No voy a arrestarte por eso. Me han dado órdenes para los traficantes y los drogadictas, los asesinos son en otro turno. -Tomó la pistola y la guardó, esta vez, cargada.- Se dónde está cada lugar y cada corrupción. También conozco la presencia del hombre medio muerto y de los franco tiradores de las azoteas que nos rodean.

Suspiró e hizo crujir los huesos de ambas manos con con simple estiramiento de dedos; los tenía algo helados por el frío. Se parecía al frío de su tierra natal...

- No te hagas la loca y yo no me la haré tampoco. ¿Quieres que vaya al grano? Tu cara me está diciendo que te deje en paz... Que poca paciencia tienen las drogatas de hoy. -Suspiró de nuevo y se cruzó de brazos.- Está bien. Me aclararé. Tengo órdenes de arrestarte por bastantes delitos que no diré porque no se si tu cerebro lograría captarlos todos. Entrégate y todo irá bien; sino, te voy a molestar hasta que te des por vencida.

Suspiró encogiéndose de hombros y poniendo los ojos en blanco. ¿Tanto le costaba decir eso desde un primer momento? Se habría ahorrado unos preciosos minutos de su miserable vida diciendo gilipolleces sin sentido.

- Haber empezado por ahí. Pero déjame aclararte unas cuantas cositas antes de seguir con el arresto. - Se volvió a cruzar de brazos. - La única droga que entra en mi cuerpo es el tabaco y el alcohol así que no hables cosas que no tienes ni idea. Mi cerebro está lo suficientemente capacitado como para entender cada una de las palabras estúpidas que sueltas por esa boca tuya y por último, si crees que voy a ir contigo a algún lado que no sea la cama lo llevas claro bonita.

Al decir eso dio un salto atravesando de una vez el gran muro que la rubia había creado de la nada para que no saliera de allí. Por lo visto no la conocía lo suficiente y había olvidado ese detalle. La fuerza de sus piernas. Al llegar de nuevo al suelo corrió rápidamente para irse entre los balazos que habían empezado.

- Me cago en la...! -Miró como la misteriosa mujer saltaba como si nada. En eso la había ganado; ella tenia agilidad pero no tanta como para saltar tantos metros de golpe, necesitaba ir de pared en pared, como un especie de parkour.

Oyó los disparos, cosa que le hizo estar alerta y agarrar su pistola para cualquier cosa. No iba a dejarla escapar tan fácilmente. Intentó localizarla entre esa niebla desde lo alto de uno de esos macabros edificios. Mató al francotirador que había en esa azotea e intentó captar algún sonido diferente al de los disparos. La mujer había pasado pro ahí hacia nada, solo un segundo atrás. Usó su olfato, descubriendo un fino rastro al olor de esos cigarrillos. Lo siguió, tan deprisa como pudo, visualizando, en poco tiempo, la silueta de esa mujer que parecía tener alguna capacidad en sus piernas que la hacia complicada de seguir.

Evitaba los balazos gracias a su oído y sus ágiles movimientos. Aquello en unos minutos se iba aponer mucho peor y no solo irían a por la policía sino también a por la morena. Se había metido en un buen lío del que le sería difícil salir. Demasiadas explicaciones a gente que no le importaba solo para seguir con vida después de lo que había pasado.

No tardó en notar la presencia de la rubia detrás de ella. El sonido de los tacones era inconfundible. Tenía a cien idiotas a los que pillar en aquel lugar y tenía que ir a por una don nadie como ella, los policías estaban cada vez más locos.

Salió un hombre de un callejón. Yuu le golpeó sin matarlo y le robó la pistola porque sabía que la necesitaría dentro de poco. Efectivamente. Una hilera de gente apuntándola con todo tipo de pistolas se puso delante de ella.

- Estupendo. - Espetó en un suspiro y paró.

- ¡Mori! ¿Ahora también te vendes a la policía? - Gritó uno de los hombres dando un paso hacia adelante.

-¡Ella y todo el mundo sabe que mierdas pasan aquí así que no me vengas con gilipolleces, Walker! ¡Tengo muchas cosas que hacer y ya me habeis jodido suficiente hoy entre todos! - Gritó también, cargando la pistola.

¿Mori? Eso sería una buena pista. Un mote. Se paró a escasos metros de ella, uno o dos como máximo. No soltó la pistola, es más, la agarró con su mano derecha al momento que pulsaba un botón de dentro de su bolsillo izquierdo. Llevaba una pequeña grabadora, con suerte podría oír sus conversaciones si los disparos cesaban; y si no, intentaría limpiar el sonido solo captando las palabras, borrando ruido de la grabadora. ¿Walker? Otra pista... La rubia no sabía si la misteriosa mujer estaba dejando datos así como así pero eso le serviría, de algún modo u otro le servirían...

- Oye, basta de charla. No me iré de aquí sin ti así que, ya estás viniendo. Si no es por las buenas, será por las malas.

Al haberse parado, la rubia volvió a estar de nuevo a sus espaldas, solo a unos pocos metros de ella. Se giró para mirarla al escucharla hablar y suspiró cansada. En medio de un tiroteo, con cien hijos de puta rodeándolas y solo se le ocurría que tenía que llevársela a ella. Era más que pesada.

- ¡Estás loca si crees que nos dejarán irnos por las buenas, sería mejor que te preocuparas de salir viva de aquí y no de llevarme contigo!

Apuntó con la pistola a la rubia y disparó pero no dándole a ella sino al hombro de un hombre que estaba a punto de dispararle. Después, aún con la pistola en la mano apuntó a Walker, dio una calada al cigarrillo que aún tenía en su mano libre y lo tiró al suelo.

- ¡Walker, podemos llegar a un acuerdo!

- ¡Yo no llego a acuerdos con traidoras que me apuntan con una pistola y menos si eres hija de esa zorra de Ellen! - Walker se giró hacia uno de los hombres, susurrando. - Matadla, pero uiero a la policía viva… necesito una nueva putita con la que divertirme.

- La rubia es mía.

Las palabras de aquel hombre la hicieron enfurecer por dentro. Si había algo que no podía soportar era que insultaran a la mujer que la había criado a ella y a su hermana. Se giró corriendo hacia la policía, la tomó por el estomago y saltó a uno de los edificios cargada con ella. Aunque después tuviera que deshacerse de la pesada de la rubia, no dejaría que aquel cerdo la atrapara… no iba a darle ese placer. Antes muerta.

Todo pasó demasiado rápido para la rubia. Iba a gritarles que ella no era de nadie pero empezaron a disparar cerca de ella y de un momento a otro se vio medio-volando a uno de los hombros de aquella misteriosa mujer que le estaba haciendo perder la paciencia. Ellen... ese nombre le sonaba de algo, recordaba que estaba relacionado con casos de asesinatos y de crianzas particulares hacia los huérfanos que acababan en sus manos pero realmente no sabía si podía fiarse de los locos que le habían soltado tal palabrería cuando estaban medio muertos.

- ¡¿Se puede saber que haces?! ¡Bájame! -Era una escandalosa cuando las cosas empezaban a salir como ella no quería pero de algún modo se movía solo un poco. Podía liberarse de ella si quería en cualquier momento, pero no lo estaba haciendo , ni ademanes de eso hacía. ¿Se aprovechaba de que la estaba sacando de allí? Quizás...- ¡Y que te quede claro que no soy de nadie!

No hizo caso de las palabras de la escandalosa mujer ni tampoco de su pequeña pataleta. Ni siquiera parecía que quisiera que la soltara. Suspiró y puso los ojos en blanco. Corría, corría tan rápido que ninguno de los hombres podía llegar a pillarla. Saltaba de un edificio a otro esquivando las balas.

Alguno de los hombres que las seguían tenían también algún “poder” como ella, pero ninguno tan bueno ni de lejos. En poco tiempo habrían salido de allí o eso esperaba. Había hombres de Walker por todas partes. Era difícil escapar de él.

- Ahora harás lo que yo diga si quieres que salgamos vivas las dos de aquí. Primero, nada de ponerte histérica y gritar. Segundo, nada de ruidos innecesarios. Tercero, nada de apuntarme con la puñetera pistolita. Cuarto, nada de aprovecharte de que esté débil después de lo que voy a hacer, sería jugar sucio. - Dijo casi susurrando para que solo la policía la oyera.

Tenía un plan, aunque no sabía si saldría del todo bien. Había una nave abandonada no muy lejos de allí, pero necesitaría usar al máximo toda la fuerza que tenía. Después acabaría tan agotada que no podría siquiera caminar. Sabía que era tirarse ella misma a la cárcel, pero mejor eso que morir.

Saltó vertiginosamente de un edificio a otro, también entrando en callejones, edificios y demás intentando despistarlos hasta llegar a donde quería. Lo consiguió. Pero tendrían que pasar allí unas horas hasta que todo se calmara. Dejó a la rubia en el suelo y se sentó contra una pared respirando agitadamente.

De alguna manera no se negó ¿podía confiar en su plan? de momento lo haría... si más no, la salvó de un posible tiroteo a todas bandas y había salido ilesa. Estaba liada, su mente estaba hecha un nudo y realmente no sabía si esa mujer la traicionaría o la dejaría ir sin más. Guardó la pistola y se separó un poco de ella cuando esta la dejó con los pies al suelo. Parecía cansada por lo que no iba a aprovecharse de ella.

Tenía una oportunidad de oro pero no iba a ser mala persona, solo arrestaba a la gente que estaba "activa" y con fuerzas para oponerse. Se la quedó mirando, puso el seguro en el arma y minutos después se sentó en frente de la morena. Permaneció callada, intentando moverse lo mínimo para no hacer ruido; parecía que esa mujer apodada Mori parecía escapar de esos hombres que de al policía, cosa que la extrañó.

- ¿Quienes son...?