Sleepwalker

Se calmó un poco la respiración de la morena. No solo no iban a poder salir de ahí porque las estarían buscando sino porque sus piernas no reaccionaban a las órdenes que les mandaba Yuu. Miraba los movimientos de su “compañera” casi de reojo, con la cabeza un poco gacha. No quería que la viera tan destrozada, incluso le dolía un poco. No quería mostrar nada.

- ¿Mafiosos? - Preguntó con ironía.

No iba a hablarle mucho de ellos. Pero ya no le importaba traicionarlos. De todas maneras sería perseguida por ellos mucho tiempo después de aquello, quizás incluso tendría que volver con el rabo entre las piernas a pedir ayuda a Ellen. Miró a la rubia ahogando el dolor e intentando hablar con normalidad.

- Deberías saber quien son. En todos sitios son conocidos como la banda Kusari. Controlan la mayoría de los negocios del mercado negro. Es muy difícil huir de ellos… lo bueno que tiene es que si logras desaparecer una semana de su vista o te “reclutan” o te perdonan por un módico precio para que puedas seguir viviendo con normalidad… - Sacó un cigarro y lo encendió dando una calada. - Hay tantos que la policía jamás podrá desarticular la banda ni queriendo así que esta información te sirve de poquito.

Puso un dedo apuntando a la rubia y negó con el. Sonrió volviendo a fumar de aquel tabaco con aroma mentolado. Sabía que iba a hablar de nuevo así que quería que se mantuviera callada por un momento más. Iba a seguir.

- Antes de que preguntes, que se que te gusta mucho, no sé nada más. Ni quiero. Intento hablar y escuchar lo menos posible de todo el mundo y olvidar otras muchas cosas que no me interesan.

Aunque a la rubia no le gustase, era cierto. Demasiados había para arrestarlos a todos. Aun así, la información que le estaba dando era oro así que no iba a hacer oídos sordos por mucho que la morena dijera que no había solución con aquellos de fuera. Realmente no sabía si creérsela o no pero en ese momento tenía que agradecerle que la sacara de ese apuro que seguramente le habría dejado alguna otra marca de bala; ya había perdido la cuenta de cuantas tenía en el cuerpo... Se cruzó de piernas al suelo y se apoyó poniendo sus manos detrás de si; no podían hacer nada más que esperar y parecía que Mori no estaba para levantarse y correr de nuevo. Era una situación bastante irreal; la tenía perfecta para llevársela y podía hacerlo si quería pero estaba en deuda con ella y además, salir en esa situación, era un suicidio.

- Está bien... -Suspiró y se quedó empanada mirando el humo del cigarrillo; de alguna manera le relajaba estar con esa mujer pero no quería admitirlo y no iba a hacerlo ahora.- ...¿sabes si van a estar mucho por aquí?...

Al final pensó que la había podido hacer callar. Interiormente gritó “¡Aleluya! He podido hacer que cierre esa bocaza.”, pero realmente no duró mucho. Si, definitivamente a la rubia no era que le dieran cuerda… más bien venía de serie con una batería inagotable de palabras y más palabras.

- Oye, rubita, para variar podrías cerrar esa preciosa boca… no solo sirve para hablar. - Fumó. - Podrían estar horas, días… cuando podamos salir te lo diré.

Le tiró el paquete de tabaco a las piernas. Alomejor si estaba entretenida con el cigarro cerraba el pico. Eso esperaba por el bien de ambas. Si seguían hablando mucho más las pillarían y todo habría acabado, habría salvado a una poli sin que le sirviera de nada, muriendo en la más completa humillación. No quería. Se negaba.

Pasaron unos minutos cuando Yuu pudo escuchar un ruido. Abrió los ojos de repente y se saco el cigarro de la boca, no solo a ella sino también a la policía, y lo apago en el suelo. No sabían que ambas estaban allí pero las buscaban. Pensó que ese sería el lugar más seguro ya que era difícil de llegar pero estaba equivocada. Esos tipos iban a mover cielo y tierra. Se acercó peligrosamente a la policía para susurrarle al oído.

- Están aquí. Ayúdame a levantarme y a movernos hasta aquella habitación de la derecha. Hay un armario, nos esconderemos allí.

El problema de aquello es que únicamente había uno y era muy estrecho así que tendrían que estar apretujadas allí dentro, completamente abrazadas y calladas. No sabía si la policía podría.

- Te ayudaré... -Se levantó, agarrando a la Morena, cogiendo uno de sus brazos para que lo pasase en sus hombros y así poder apoyarse a ella.- ...pero no me llames rubita, ni pija ni nada de esto.

Habló con un tono algo tonto e infantil, quizás así la mujer cambiaba su rostro de seriedad. Intentó no hacer mucho ruido al mismo tiempo que daba pasos largos para llegar cuanto antes mejor. Casi iba de puntillas, era uan nave medio cerrada por lo que resonaba mucho el ruido que pudiera haber dentro y sus tacones eran bastante ruidosos en sitios cerrados.

Tragó saliva al oír de nuevo un ruido, tomó la mujer entre sus brazos y aceleró el paso, encontrando dicho armario, abriéndolo y cerrando tras de si. Era cierto, era muy apretado y eso... le era un poco molesto. No lo encontraba embarazoso pero no era lo más normal compartir un armario de escondrijo con la persona que tenía que arrestar.

- ¿Podrás aguantar de pié?

Haberle pedido ayuda a un policía era bastante vergonzoso para ella, bueno, en realidad pedirle ayuda a cualquier persona la hacía sentir que no podía valerse por si sola y eso no le gustaba en absoluto. Pero no había otra salida, solo podía hacer eso.

Ambas entraron en aquel diminuto armario que parecería menos pequeño de no haber sido por los exuberantes pechos de la rubia que ocupaban demasiado. Ante su comentario no pudo evitar reírse. Era tonto, aunque como la mayoría de cosas que decía la otra.

- Preferiría haberme traído un sillón para estar más cómoda pero como hay que hacer espacio para tus pechos dudo que hubiera cabido. - Susurró. - No se cuanto aguantaré, ahora silencio… están muy cerca.

Colocó sus brazos a los lados de los hombros de la rubia para poder mantenerse en pie. Tenía que hacer fuerza en una de las “paredes” del armario. Le iba a costar pero lo intentó con lo que le quedaba de fuerza… aunque no tardó mucho en dejarse medio caer encima de la policía, avergonzándose tremendamente. Estuvo a punto de salir fuera y que la pillaran pero se mantuvo quieta como si no estuviera pasando nada.

Aguantó al respiración para no chillarle ahí en medio. No era su culpa tener esos pechos, era más, su familia en si era de pechos grandes y ella no iba a ser la rarita del grupo. Se oían ruido a fuera, era cierto, estaban cerca, muy cerca... Lo mejor era quedarse quieto e intentar no respirar muy fuerte a pesar de la opresión que era estar en ese diminuto armario.
Notó el agarre de la mujer, verdaderamente sus piernas no le iban a aguantar mucho, notaba sus temblores involuntarios. Dejó que se apoyara en ella, no le iba a decir nada; es más, la abrazó pro la cintura, alzándola un poco para que se apoyara completamente a su cuerpo.

Ella estaba en plena forma, no estaba cansada y tenía más fuerza que una persona normal, no iba a suponerle una molestia; estaba en deuda con ella y de momento ese era su "gracias".

Fuera se oían pasos y voces, tanto de esos hombres de ese tipo llamado Walker como su misma voz. Una gota de sudor bajó por la mejilla de la rubia hasta perderse en su cuello. Esa situación tan tensa la ponía de los nervios.

Por si no era suficiente la incomodidad que sentía por tener que agarrarse en ella, la rubia la abrazó por la cintura haciendo que aquella situación fuera cada vez más tensa. En el fondo agradecía que no la hubiera dejado tirada para que la pillaran solo a ella. No era momento para quejarse, ni aunque se estuviera muriendo de ganas.

Walker estaba entre los que habían ido a inspeccionar ese lugar. Escuchar su voz la hizo sentir que aquel espacio se hacía cada vez más pequeño. Notó como la policía estaba sudando, estaban las dos igual... muy nerviosas, tanto que casi se olvidaban de respirar para no hacer ni el mas mínimo ruido.

- Aquí no estan señor. - Dijo uno de los muchachos.

- Bien... ¡seguid buscando en el siguiente edificio, hay que encontrarlas antes de que salga el sol!

Interiormente suspiró al escuchar esas palabras. Oyó como se iban alejando los pasos y las voces hasta que salieron completamente de la nave y entraron al edificio de al lado. Quería salir pero era mucho más seguro quedarse ahí metidas un rato más.

- Aunque sea incomodo es mejor quedarnos aquí un poco más, hasta que se alejen lo suficiente...

Suspiró bajamente y ya más tranquila en cuanto ese hombre llamado Walker dio la orden de ir a mirar en el siguiente edificio. Apoyó su cabeza a la pared del armario que tenía detrás y empezó a respirar algo más profundamente; en verdad no estaba respirando como tendría que haberlo hecho y necesitaba ventilar sus pulmones. Siguió con la mujer en brazos, alzándola como si fuera un paquete, sin dejarla tocar el suelo. Niz era algo más alta por lo que ahí, dominaba ella la situación, si más no, hasta que Mori recuperar la "conciencia" de sus piernas.

- Tienes razón... -Habló bajamente.-

Giró su rostro hacia el lado desde donde podían ver el exterior. No había nadie allí pero aun se oían voces a lo lejos, salir aun se podía considerar suicidio. Respiró profundamente una vez más y se quedó mirando a la mujer.

- Si te molesta no tocar el suelo, dímelo y te dejaré.

Al igual que la rubia, Yuu también respiró tranquilamente de nuevo… aunque en ese reducido espacio no hubiera mucho oxigeno que coger pues la una se lo robaba a la otra. Además que el hecho de no tocar el suelo con los pies y sentirse medio asfixiada por el abrazo no ayudaba mucho. Miro a la mujer de la misma manera que ella lo hacía.

- No es el mejor momento de mi vida pero creo que sobreviviré. Si me sueltas quizás me caigo y hago ruido… así que mejor no.

Suspiró y apartó la mirada de ella, intentando imaginar que estaba sola en aquel mini armario. Cerró los ojos y se calló. Se moría por fumarse un cigarrillo, tanto que pronto empezó a tener una especie de tic nervioso en un dedo, dando golpecitos en el hombro de la rubia. Quería evitarlo pero no podía.

- Demonios… - Espetó bajamente.

Pronto dejaron de oírse pasos y voces, no sabía si se había ido o que, pero el silencio invadió esa nave y los alrededores en menos de un minuto. Tragó saliva, aun algo nerviosa. Ese tic no la molestaba, la extrañaba más que todo; alucinaba con la adicción que presentaba la morena hacia los cigarrillos. Estuvo a punto de usar su poder para hacerle aparecer en la oca uno de sus cigarrillos ya encendidos y listos para fumar pero quizás el humo saldría por las pequeñas rendijas del armario y si veían el humo o olían el olor del tabaco, estaban listas.

Suspiró más tranquila al pasar bastante rato y no oír ningún ruido extraño fuera. Miró a la mujer, seguía con la vista apartada y con el ti en sus manos, ahora eran las dos. Le sonrió felinamente, de alguna manera le parecía divertido que estuviera nerviosa por no poder fumar.

- Creo que ya no nos buscan por esta zona... ¿Cómo llevas las piernas?

El tiempo pasaba lento pero aún así finalmente dejó de haber peligro al pasar un rato. Suspiró aliviada y miró a la policía. Asintió y luego contestó a su pregunta. Las llevaba mejor, pero necesitaba estar sentada un rato más, unas horas… así podría caminar perfectamente de nuevo.

- Mejor, pero aún no puedo caminar bien. Salgamos de aquí.

Quitó una de las manos de sobre su hombro y abrió la puerta notando como la rubia la soltaba lentamente. La dejó salir primero a ella y después salió Yuu, limpiándose con la manga de la chaqueta las gotas de sudor que había en su frente. Se sentó de nuevo, apoyada en la pared que había al lado del armario y sacando un cigarrillo para fumárselo. Su cara se llenó de satisfacción al darle la primera calada, esbozando una pequeña sonrisa en sus labios. Una diferente a todas las demás, relajada y casi cálida.

- Puedes irte si quieres, aunque no prometo que no te los vayas a encontrar por ahí. - Susurró.

Salió, esperando a ver que hacía la morena. Estaba planteándose seriamente si dejar que se recuperara para luego arrestarla o si simplemente largarse de ahí sin criminal que llevar a las celdas de la comisaría. Le caería un buen pollo pero.. de alguna manera, no podía arrestarla; al había ayudado y en el fondo no le parecía mala persona. Vale, había matado gente delante de ella y sabía que hacia trabajitos como traficar droga y esas cosas, pero sus manos no se movían para llegar a arrestarla.

Mori se sentó en el suelo, parecía que sus piernas necesitaban descansar un rato más; después de lo que había llegado a correr, saltar, esquivar y dar volteretas por el aire, lo comprendía. Se quedó de pie, observando como poco a poco su rostro tomaba el color de antes, ya no estaba tan pálida ni mostraba tantos síntomas de cansancio. Movió lentamente su mano, hasta rozar con la punta de sus dedos el arma que llevaba en la cintura. Podía dispararla ahí mismo, podía esposarla y llevársela pero su cuerpo no quiso reaccionar de esa manera.

- *¿Que coño estoy haciendo?* -Pensó eso al verse sentada delante de la mujer.- Me quedaré contigo, no preguntes por qué; luego te quejarás de que hablo demasiado...

Miró a la rubia fijamente un rato. Esta rozó con la yema de los dedos el arma que llevaba en su cintura pero no llegó a sacarla para disparar. Le pareció extraño que hiciera eso, pero mucho mejor para la morena ya que no podía defenderse demasiado bien en esa situación. Para su sorpresa la policía se sentó frente a ella… aunque después de pensarlo no era tan extraño ya que estaba empeñada en llevarla a comisaría y esperaría todo lo que hiciera falta. No pudo evitar sonreír de lado.

- Te quedas porque no quieres que me escape, ¿no es así? - Giró la cabeza mirando para una de las paredes. - Pensé que lograría engañarte y acabarías yéndote… - Sonrió malvadamente. - Quizás solo eres rubia de bote y por eso no eres tan tonta como imaginaba.

Le gustaba. Le gustaba mucho hacer enojar a la muchacha de cabellos claros y ver ese ceño fruncido acompañado de esa vocecilla irritante. Se rió, por primera vez en mucho tiempo se rió de verdad… No lo pensó, simplemente le salió de algún lugar que pensaba que tenía olvidado. Dio una calada al cigarrillo aún riéndose y miró a la rubia.

- He decidido que al final no te llevaré a comisaría. Estoy en deuda contigo porque me has salvado de esos locos, así que te dejaré en paz. Aunque a la próxima, no te escaparás.

Suspiró. Ella había crecido, no era la niña mimada de antes... pero su voz la delataba. Desearía tener una voz algo más grave pero por desgracia al enfadarse se convertía de nuevo en esa hija de rica familia que lo quería todo para ella. Y actualmente continuaba siendo algo posesiva y materialista. Apoyó uno de sus codos en la rodilla que le correspondía del mismo lado y a su vez apoyo su mentón en la mano del codo nombrado.

- Y no soy rubia de bote. Es rubio natural. -Giró su rostro hacia el lado contrario en donde la mujer miraba la pared. Hinchó un poco las mejillas, haciendo mofletes, algo enojada; cualquiera diría que era una niña de 13 años y no una mujer de 25. Era... demasiado infantil.- Por desgracia tuya... soy más lista de lo que crees. -La rubia se levantó y terminó por sentarse al lado de la morena, sin saber por qué.

La miró algo sorprendida por sus palabras y siguió con la mirada mientras hablaba. No podía creer que la dejara ir tan fácilmente, había ganado. Después de haber estado con ella tan apretada en aquel armario parecía que no le molestaba tanto como antes, al menos podía soportarla… incluso muy a su pesar una parte de ella creía que sus personalidades se complementaban de alguna manera aunque intentó borrar esa idea de su cabeza.

- Por desgracia para ti, yo también soy más lista de lo que crees. - Le puso un cigarrillo en la boca y se lo encendió. - No habrá próxima vez.

Fue tajante al decir lo último. No le gustaba admitirlo pero sabía que si se la volvía a encontrar en una situación normal acabaría en comisaría por culpa de la insistencia de la rubia. En eso no podía ganarla. Giró la cabeza y dio una fuerte calada al cigarro.

- Es una pena que hables tanto y estés tan empeñada en encerrarme, de otro modo… - Hizo una pausa poniendo la vista en ella. - … no dudaría en llevarte a la cama. Y por quien lo siento es por ti, soy muy buena.

Habló normal. Había que admitir que la rubia estaba bastante bien y eso a Yuu no se le pasaba por alto.

- ¿Te crees la reina del mundo, no?

Sonrió; empezó a fumarse calmadamente el cigarrillo que la morena le había dado sin más. La encontraba una mujer algo peculiar, extraña, obstinada y que salía con cosas algo... egocéntricas. Respiró lentamente, dejando salir el humo muy poco a poco de entre sus labios. Este se perdió en poco tiempo. Ya no había tanta niebla, en un momento se había dispersado.

Cerró los ojos, por unos segundos que se le hicieron eternos. Tragó saliva y miró de reojo a la mujer... esperó que dejara salir el oxígeno guardado de la última calada y sin saber porqué se acercó a la misteriosa mujer llamada Mori, quien tuvo a escasos centímetros durante los segundos en que dejó ir sus ultimas palabras antes de besarla...

- Eres demasiado egocéntrica... -No le importaba ser rechazada; le retraería haber dicho esas palabras entonces. Rozó sus labios, haciendo cada vez más visible que quería robarle un beso.-

No se sentía la reina del mundo ni mucho menos pero cuando hacía algo bien no le quitaba importancia como solían hacer las demás personas del planeta. No se lo decía ella misma sino que eran las personas con las que se había acostado quienes la halagaban después.

Cuando la rubia se acercó a ella nunca habría imaginado que después de aquella frase que casi había sido un susurro la fuera a intentar besar. Abrió los ojos sorprendida. Por primera vez en toda la noche se había quedado atónita. Primero pensó que intentaba engañarla de alguna manera pero la rubia no parecía ser de ese tipo de personas.

-Y tú no sabes lo que quieres… - Susurró rozando sus labios.

Después de eso fue ella la que se acercó más a la policía, besándola de verdad. No pensaba verla nunca más así que si podía hacer algo con ella para alegrarse la noche no iba a desaprovechar esa oportunidad. Con su mano izquierda acarició su pelo hasta colocarla en la nuca de la rubia para acercarla más a ella.

- Eres tu quién me ha hecho perder la cabeza y no se lo que tengo que hacer realmente...

Sentenció entre besos. No fue uno solo, fue una cadena de besos, cada vez siendo más profundos. Entrecerró los ojos y se acercó un poco más al cuerpo de la morena, aprisionándola contra sus pechos y la pared. Agarró suavemente sus hombros, era una situación tan irónica que se le escapó una risa entre los besos que se daban. Pero.... besaba bien, le gustaban sus labios, tenía que admitirlo. Actuaba como si se conocieran de toda la vida: le acarició la mejilla, el cuello, los brazos...

Ella estaba segura de que al finalizar la noche, se verían en otra ocasión. No sabía si menos peligrosa o no pero lo que si tenía claro es que esa no iba a ser la primera y la última vez en que se verían las caras... Bajós us manos hasta dejarlas descansando en los muslos de Mori.

- ¿Cómo están.... tus piernas?...

Sentía como la rubia cada vez se volcaba más en el beso poniendo también de su parte. La estaba acorralando contra la pared por culpa de esos enormes pechos, pero no le desagradaba. Las caricias de la mujer la hacían sentir bien aunque Yuu era una mujer más de ir directamente al grano… aunque por culpa del cansancio en sus piernas le sería difícil llegar a tal situación.

Miró las manos de la policía puestas en sus muslos, suspiró y volvió la vista a esos preciosos ojos anaranjados. Sonrió de lado y encogió los hombros. Por un momento pensó que la rubia estaba desesperada por que la tomara ahí mismo pero a los segundos esa idea desapareció de su cabeza.

- Cada vez mejor, ¿tienes prisa por algo? No tienes porque quedarte aquí, te dije que puedes irte. - Sonó algo fría al decir eso.

La agarró de la camisa para acercarla de nuevo a sus labios, mordiéndolos suavemente. Sus palabras dijeron una cosa, pero sus gestos algo completamente diferente. “Déjame disfrutarte solo un poco más.”

- Más que darme permiso para que me pueda ir, parece que quieras que me vaya ya y te deje sola. Puede parecerte irónico pero no lo voy a hacer, dije que me quedaría contigo y me quedaré contigo, aunque la idea no te guste.

Se hizo un hueco entre las piernas de la morena, quedando de rodillas al suelo, algo más alzada que ella por lo que Mori tenía que levantar la cabeza. Le estuvo acariciando los muslos simétricamente durante un buen rato, no sabía continuar en un sitio tan... descubierto. Le gustaba que le mordiera el labio de esa manera y su respiración la delataba, más que todo porque la aguantaba cuando sentía esos dientes tan perfectos aprisionar su labio inferior. De alguna forma, le había cogido cariño después de todo lo que había ocurrido; juntó su frente con la de la morena y se quedó un momento clavando su vista anaranjada a los oscuros orbes de la mayor.

Ronroneó. Si, se le escapó un ronroneo... Subió sus manos otra vez hasta los hombros de su acompañante y las dejó reposando en el cuello de ella, acercándo de nuevo sus labio para besarla.

- No se que estoy haciendo... *pero da igual*

La dejó colocarse entre sus piernas aunque hubiera preferido que se sentara directamente encima de ellas. Era más sensual. Pocas veces había estado así con una persona y menos con una policía. Puso las manos en sus caderas continuando con esas mordidas que dejaban sin respiración a la rubia.

Cuando se quedó mirándola no dijo nada, simplemente le devolvió la mirada con un rostro serio. Apagó el cigarro que aún tenía en su mano derecha en el suelo al escucharla ronronear, dejando escapar una pequeña risa. Al igual que las manos de la rubia, las suyas también subieron por su espalda, estrechándola en un abrazo para acercarla más.

Correspondió al beso sintiendo cierta pena por la chica. Yuu era la típica que antes de abrir los ojos por la mañana ya se había marchado sin que volvieras a tener noticias suyas. El hecho de conseguir que una policía tan tozuda como ella la besara y dijera cosas como "Eres tu quién me ha hecho perder la cabeza y no se lo que tengo que hacer realmente..." para después desaparecer sabía que estaba mal pero era así y nadie podría cambiarla nunca. Prefería no tener ningún tipo de relación con nadie, ni siquiera amistad.

- Siéntate encima de mis piernas. Estarán bien...- Susurró entre besos.

Quiso parar, sabía que no estaba nada bien lo que hacía; si sus superiores se enteraban de ello, la destituirían y si la dejaban empezar de nuevo, ya no podría ser jefa y lo que mas detestaba era... ser mandada por alguien. Su sangre monárquica le había dado también la manera de ser: todo lo tenía que decidir ella y no le gustaba que le llevaran la contraria pero.... Su cuerpo no reaccionaba como ella quería, viéndose sentada en las piernas de la morena en menos de cinco segundos.

Suspiró con un tono jadeante al sentir de nuevo sus labios mordidos. Sus uñas se clavaron suavemente en la ropa de la morena, intentando no agujerearla pero haciendo que notara sus uñas, más bien garras, en su piel. La besó un poco más profundo y se quedó en silencio.

Le gustaba besarla. Su aliento era fresco, sus labios dulces y su piel tan suave que casi se le resbalaban las manos como si se tratara de seda. La respiración de ambas cada vez se entrecortaba más a causa de los besos y las deliciosas caricias…

Pudo sentir las uñas clavándose en su ropa y casi en su piel. Emitió un gemido ahogado y coló sus manos por debajo de la ropa de la rubia, desabrochando así el sostén que llevaba. En ese momento no pudo evitar pensar que no conocía el nombre de esa chica. No necesitaba saberlo porque fuera a mantener relaciones con ella sino porque para no volver a toparse con la policía necesitaría un nombre.

- Aún no me has dicho tu nombre… - Susurró entre besos y mordidas.

Se separó de sus labios y besó su mejilla, acercándose cada vez más a su oreja y después bajando hacia su cuello donde empezó a besar de nuevo y a morder suavemente. Sus traviesas manos dejaron la espalda de la chica y, rozando su piel, llegando así a su pecho, masajeándolo lentamente.

Se dejó hacer, simplemente porque pocas veces conseguía llevar el papel de dominante en una relación sexual. Las chicas que había dominado habían sido tomadas en su casa, en su cama; pero era salir y las cosas cambiaban. Fuera quien fuera, conseguían llevar sus riendas, tratarla como la uke, la dominada, la que solo tenía que disfrutar porque no iba a poder dar placer por mucho que quisiera. Tragó saliva y tiró un poco su cabeza hacia atrás al sentir esos labios adueñarse de su cuello; su respiración se agudizó y dejó sus manso arañando levemente la espalda de Mori.

- N-Niz.... Nizeyo... -Cerró los ojos y se dejó llevar por el éxtasis que estaba sintiendo con esas manos que le acariciaban la piel como si estuvieran tocando un piano. Era delicada... tanto que no podía creer que esa chica ruda, testaruda y con pintas de ser una bestia salvaje, fuera tan lenta y cálida a la hora de semejante acto... Quizás solo era el principio, pero le estaba encantando...

Parecía mentira que esa mujer que hasta hacía poco era tan cabezota pasara a ser una persona tan mansa y fácil de dominar. No le resultaría difícil llevarla por donde ella quería y eso era algo que le gustaba. Nizeyo, ese nombre lo había escuchado muchas otras veces pero nunca le había prestado demasiada atención. Si no estaba equivocada se trataba de la jefa de policía ni más ni menos. “Cada día son más frágiles estos policías…” Pensó para si misma y siguió con lo suyo.

La ropa empezaba a sobrarle, la rubia tenía demasiada cubriendo su piel y no la necesitaba… no con lo que iban a hacer. Sacó sus manos de debajo de su ropa y desabrochó la camisa de un tirón, todos los botones. Rápidamente le quitó tanto la camisa como la chaqueta de una vez, haciendo que resbalaran por sus brazos y cayeran al suelo. También le quitó el sostén.

Se separó de ella un poco para admirar su cuerpo iluminado por la luz de la luna que se colaba por un pequeño tragaluz que había en el techo. Con sus manos agarró los pechosde Nizeyo y besando su cuello de nuevo empezó a jugar con los pezones de la rubia… que ya estaban algo duros.