Un día como cualquier otro...

- Sí, y por eso los odio - dije entrecerrando los ojos - por ello, yo adoro a los perros, cuando más grandes mejor, así más los ahuyentan... algún día iré a buscar alguno a la perrera.... - dije más para mi misma pensando en dónde podría ir. - Y lo siento, también odio el agua, es lo que ocurre cuando tu poder se basa en fuego... aunque quizás sí vendría a tomar el sol... al fin y al cavo.. es como una fuente de energía para mi... por ello a veces también me llamaban placa solar... - bufé dejando caer mis hombros al recordar tales motes.

A la que se alzó para ir a trabajar lo miré curiosa, pero le hice caso y me quedé, tampoco es que tuviera nada mejor que hacer. Durante largo rato me quedé observándolo como tocaba, no lo hacía nada mal, era más, me relajaba, pero dejé de prestarle atención a la que un hombre se sentó a la silla de al lado. Podía ver claramente sus intenciones en su asquerosa cara. No dijo nada, pero fue suficiente en notar su mano en mi muslo para que mi reacción fuera propinarle un buen puñetazo para estamparlo contra la pared más cercana. Tampoco dije nada, solo me quedé sentada donde estaba, cruzada de brazos y con expresión de malhumor.

Mientras estaba tocando pude ver que se quedó, eso hizo que me esforzara aun más y que no cometiera ningún error. Me lo tomé como una especie de... ¿victoria? No lo sé, pero me salió de dentro una sonrisa que no podía esconder.
Pero de pronto, un ruido extraño me interrumpió. Miré hacia el público y vi a Alys con el brazo tendido y el puño cerrado. Seguí con la vista la dirección del brazo y vi un hombre tendido al suelo. - Oh no... - Y entonces era como si me moviera automáticamente. Me fui corriendo hacia ella - ¡Alys! ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Quien es él? - pregunté nervioso, pero no me pudo contestar, el hombre se levantó y vino hacia nosotros...

Casi casi se podría decir que tenía una lagrima en uno de mis ojos y también que estaba sonrojada. Odiaba que me tocaran, era lo que más detestaba desde ya hacía unos años, pero aun yendo con el pelo corto, incluso despeinado y con ropa que lo dejaba todo a la imaginación, seguía habiendo gente sin demasiado cerebro. Vi que Angel se acercaba enseguida, pero cuando le iba a responder un simple "no ha sido nada", el hombre se volvió a acercar. Enseguida encendí el puño con fuego y le propiné una buena mirada asesina, el hombre se quejó enseguida, replicándome que no tenía porque golpearlo si solo me había tocado el muslo por accidente - ¡Y un cuerno! - protesté enfadada. Como no, al ver que Angelus estaba allí, pensó que sería mi chico o algo parecido, por lo que solo refunfuñó mientras dejaba ir insultos como "zorra" o derivados.

Al ver que Alys encendía el puño me asusté, podía acabar mal aquello, pero el hombre, no tuvo la suficiente valentía como para encararse. Cuando oí lo que dijeron, lo entendí todo - Vaya vaya... - dije para romper la situación. El hombre me miró y me pareció como si hubiera querido hacer algo pero se lo había repensado. Puede que creyera que yo era el chico de Alys... Idea - Tú - le dije con mirada desafiante - ¿Se puede saber que le estás haciendo a mi chica? - pregunté malhumorado mientras cogía de la mano a Alys. Ella hizo ademán de deshacerse de mi mano, pero la miré y le sonreí. Me comprendió. - Ni se te ocurra volver a mirarla más en tu vida, ¿me oyes? - empecé a gritar - ¡Así que vete de aquí antes de que me arrepienta de no haberte hecho nada! - Cogí aire, tiré los brazos hacia atrás y después hice como si empujara lo invisible. Entonces una brisa violenta empujó al hombre hasta la puerta del bar, y cerró la puerta con un golpe fuerte. Me encantaba hacer aquello. Después de eso, me giré hacia Alys - Oye, ¿estás bien? Oh vaya~ - dije al fijarme que tenía lágrimas en los ojos. Se las sequé con los dedos - Ya está, ahora estas mucho mejor. - la miré fijamente, era la primera vez que veía su faceta débil. Simplemente hermosa. - ¿Que te parece si hoy termino antes de trabajar, y nos vamos ya de aquí?

A la que me cogió la mano tenía clara intención de protestar y deshacerme de su mano, pero por su mirada entendí que aquello solo era un farol. Con la mirada seguí a ese hombre hasta que desapareció del alcance de mi vista. - Sí.. gracias. - respondí apartando disimuladamente sus manos para poder secarme yo misma esas malditas lagrimas. - Haz lo que quieras.. - respondí a su ultima pregunta, aunque realmente prefería no tener que volver sola a casa.

Pues si me dejas escoger... Te acompaño hasta casa, no quiero que vayas sola por ahí después de esto - dije rotundamente, no aceptaría un no por respuesta. - Venga, ¡vayámonos! - la cogí de la mano y nos fuimos corriendo del bar, y seguimos corriendo hasta llegar a una calle bastante lejos, donde paramos para volver a respirar. Cuando me di cuenta, le solté la mano de golpe - ¡Uah! perdón, yo solo quería salir de allí, no pretendía nada... - sonrojado, le pregunté - ¿Qué hacemos, te acompaño a tu casa o quieres que te enseñe la mía? - A ver si podía quitarle de la cabeza todo lo ocurrido en el bar

No me dejó tiempo ni de responder, en pocos minutos ya estábamos lejos del bar. - ¿Y no te van a decir nada por marcharte del trabajo sin decir nada? - pregunté alzando una ceja mientras me fregaba la mano. - No lo se - respondí a su ultima pregunta - Mi casa está en Lost Souls, así que está bastante lejos....

Lost souls, eso está lejos, si señora... - respondí - Decidido, ¡hoy te quedas en mi casa y mañana por la mañana te acompaño a la tuya! Mira, mi casa está a dos manzanas de aquí, así que nos plantamos allí en un abrir y cerrar de ojos~ - así que nos fuimos andando. Una vez allí, le presenté mi casa - Aquí es donde vivo yo, ¿te gusta? - le pregunté mientras le señalaba la casa donde estábamos delante. Era de un tamaño considerable ya que tenía tres plantas, las paredes eran de madera oscura y en el tejado, se podía ver la chimenea.
- Parece grande por fuera, ¿verdad? Pues ya verás por dentro~ - dije con una sonrisa burlona. Entramos y lo primero que se veía era el salón, con todo el suelo moquetado, era grande e iluminado cuando era de día porque tenía unos grandes ventanales que daban al jardín, muy grande, que se fundía en un pequeño bosque. Todo recto había la cocina y las puertas que conducían a otra parte del jardín y a la piscina. Allí, bien dispuestas, habían dos tumbonas para poder tomar el sol, a parte de una gran sombrilla y una hamaca ligada a dos árboles. - Esta es la planta principal; si subimos encontramos las habitaciones y arriba del todo, hay mi rincón favorito. - Así que subimos hasta la última planta, y allí estábamos, en mi estudio. Era una sala entera para toda la planta, por lo tanto, era espaciosa además con buenas vistas ya que tenía muchas ventanas y un balcón muy grande. Por las bandas habían sofás llenos de partituras, una mini-cadena de música y un escritorio con un ordenador. Y al medio, el piano, un fantástico piano de cola. - Este piano, era de mis abuelos. De hecho, la casa entera era de mis abuelos y ésta pasó a mis padres y por consiguiente, a mi... Pero en fin, no hablemos de mi familia, limitémonos a contemplar la vista nocturna de la ciudad~ - dije, para cambiar de tema a la vez que le señalaba el balcón. Al salir, respiré aire fresco y esperé a la reacción de Alys, ya que des de aquel balcón se podía ver toda la ciudad, era una vista privilegiada. - Más o menos ya sabes como es mi casa ahora, ¿que te parece?

No dije nada durante toda la presentación de la casa. Solo observé. Todo era muy grande, quizás demasiado para mi gusto, pues ya me había acostumbrado a vivir en lugares mínimamente pequeños como las habitaciones del reformatorio o ese viejo cuchitril... La casa de Dou no es que fuera precisamente pequeña... pero en comparación con esta... sí. A la que llegamos a su estudio, miré de un lado a otro, quizás buscando algo que me llamara la atención, pero a parte de un piano enorme y muchas partituras, no vi nada más que pudiera catalogarlo de... raro o anormal. Salí afuera con él y me quedé viendo el paisaje, era realmente bonito, pero mi rostro no mostraba ningún tipo de sorpresa, prefería dedicarme a mirarlo tranquilamente antes de mostrar sorpresa y que Angelus me comentara algo. - Lo que me sorprende es que alguien de buena casa como tu terminara en un reformatorio, no se entiende - dije alzándome de hombros. Yo nunca había sido de buena casa, pero no podía quejarme de la vida que llevaba antes de que me encerraran allí. - ¿Qué hiciste? - pregunté girando la vista para verlo.

Atendí a su pregunta. Me quedé un rato pensando si le debería contar o no, y al final me decanté por el sí. - Pues porque me acusaron de ser cómplice de un asesino, que quería matar a mi padre... Al fin y al cabo maté a los dos yo - dije mientras mi voz se iba rompiendo - pero fue un accidente, porque fue cuando mi poder se despertó, hice explotar una bombona de gas que estaban instalando mis padres y, a causa de la explosión, ellos murieron y yo perdí la audición de mi oído izquierdo. Pero lo raro ya venía de antes, porque alguien le quería matar. Por suerte siempre fallaban los intentos de asesinato. Pero cuando pasó el accidente, la policía me detuvo y me hicieron un interrogatorio. Casi estaban a punto de dejarlo como accidente (que fue así en verdad) cuando alguien envió una nota con pruebas falsas de que yo estaba aliado con aquel asesino y me metieron en el reformatorio.
Por eso no quise escapar, porque sino hubiera sido como una confirmación de que yo era culpable, y no les quería dar ese gusto. Pero desde el primer día que metieron allí los policías, mis ganas de venganza han ido aumentando y aumentando - expliqué con una mirada fría - y además como se quienes querían matar a mi padre ya solo me queda acabar de trazar mi plan para llevar a cabo mi venganza doble. Por un lado están los ineptos de los policías, y por el otro los asesinos de mi padre... La mafia.

- Si realmente quieres que te dejen en paz, simplemente no hagas ninguna venganza, seguramente así se olvidarán de ti y podrás hacer una vida mínimamente normal - dije apoyando mis codos a la brana del balcón para quedarme mirando el paisaje - Lo que pasó, pasó, por muchas venganzas que lleves a cabo, nada hará que tus padres vuelvan a la vida, nada. - dije entrecerrando los ojos - Es estúpido intentar vengarte aunque estés resentido, lo único que conseguirás es ponerte en más problemas. - Lo curioso es que yo dijera aquello.. siempre había sido la primera de meterme en cualquier problema.

Bueno, ¿y si me gustara ponerme en problemas? - dije con un tono desafiante y con una mirada sedienta de sangre, no podía evitarlo, juré que me vengaría y algún día u otro, lo haría. Nadie ni nada podría cambiar de pensamiento... ¿O podría...? La miré, me había puesto cara de póker - Al fin y al cabo, aún tengo mucho tiempo para pensármelo - dije, mientras le apartaba la mirada, como medio enfurruñado, ¿por qué? Con tan solo mirarla, me había hecho dudar de mis convicciones... - Bueno, dejemos de hablar. Quiero enseñarte algo~ - comenté para cambiar de tema. - Súbete a mi espalda y no preguntes nada. - se subió. Perfecto. Entonces, cuando ya estaba sujeta, subí a la barandilla del balcón, miré a bajo, inspiré y me tiré. Cuando la chica se pensaba que nos estampábamos, volvimos a subir. Gracias a mi ropa ancha y a mi poder del viento, pudimos planear por encima de la ciudad... - Sí, estamos volando~ - dije con orgullo.

Solo lo miré alzando una ceja a la que respondió - Entonces es solo tu problema, luego no podrás culpar a nadie - dije bufando. De repente me pidió que subiera a su espalda. En un primer instante me negué, pero pensé que si intentaba algo simplemente lo calcinaría. Varias gotas aparecieron en mi cabeza a la que se subió a la barandilla y le dediqué unos cuantos insultos antes de que se pusiera a volar por encima de la ciudad - ¡Estás loco! - protesté frunciendo el ceño molesta por el susto - Pero bueno, si te gusta gastar ese tipo de bromas, yo no voy a ser menos - dije con tono de malhumor mientras encendía mis puños, encarandolos hacia atrás para salir disparados hacia delante. ahora volábamos a gran velocidad.

De repente empezamos a volar más y más rápido - ¿Pero qué dem...? - Miré hacia atrás y vi a Alys con los puños encendidos - Vaya, así que soy ahora un avión a reacción, ¿eh? - reí, aquello empezaba a ser muy interesante - Pues vamos a ver cuanto aguantas - me reí a carcajada limpia antes de hacer mi plan. ¿Quería velocidad? Pues la tendría. Empecé a cambiar de dirección hasta que nos pusimos en dirección al suelo. Aunque estábamos muy arriba, a aquella velocidad no tardaríamos nada en chocar contra el suelo. - Si no dejas de hacer turbo, nos vamos a comer el suelo - le dije con una sonrisa.

- Haz lo que quieras, tu estás debajo, así que yo tendría la posibilidad de salir airosa - musité como si nada sin dejar de hacer salir el fuego. - ¿Quieres probarme? no te lo recomiendo, soy experta en meterme en reales problemas, y alguien enclastado al suelo sería uno. - Y es que no tenía ni la más mínima intención de detenerme. Como supuse, me estaba subestimando, así que no fue hasta que estuvimos a escasos metros del suelo que me moví encima de él para pasar mis piernas por su cintura y desviar el fuego al suelo, haciendo que el golpe de la caída parara, quedando él con la nariz casi rozando el suelo. Al final solo lo dejé ir para que cayera, al fin y al cavo, caer estando a solo centímetros sel suelo no dolía. - La próxima vez que quieras probarme no dudaré en dejar que te empotres contra el suelo, sería gratificante oír como tus huesos crujen por el impacto.. - musité entrecerrando los ojos fríamente.

¡Hahahaha! Tu si que eres dura y los demás, ¡que se aparten! Madre mía qué carácter que tienes, me encantas~ - dije riéndome por la situación en que estaba, tumbado en el suelo y ella mirándome como si no fuera nada - Pero no creo que me dejara aplastar así como así... ¡Yo también se usar mi poder! - dije como réplica a lo de antes, ¡ni que no tuviera poderes y me pudiera manejar como a cualquiera...! - En fin... - dije mientras me levantaba y me expulsaba el polvo de mi ropa - Con toda esta acción me ha entrado hambre, ¿volvemos a casa y comemos algo? Y no te preocupes, a fuerza de los años he aprendido a cocinar, así que no temas a envenenarte, no va a pasar - bromeé, de hecho, había leído bastantes libros de cocina y no se me daba nada mal... - ¿Qué me dices? Cocino yo para hacer las paces, creo no debería haber hecho la broma, sobretodo lo digo por mi propia seguridad~ - me reí, pero tampoco lo decía del todo en broma...

- Vete al carajo - bufé cruzándome de brazos - Pero que sepas que yo también se cocinar, no necesito que me hagan la cena - estaba molesta, más que nada porque no me gustaban las provocaciones - pero está bien, tampoco quiero volver sola a casa, así que aceptaré.. cenar contigo - musité mirándolo de reojo - Aunque... ¿Dónde estamos? - pregunté mirando de un lado a otro, no podía localizar el lugar.

Pues estamos en... - murmuré mientras miraba de un lado para otro, estábamos en una especie de bosquecito, pero no sabía donde estaba situado - Espera un momento~ - al decir eso, pegué un bote tremendo y me quedé a flote por unos segundos, mirando a ver si podía localizar mi casa - A ver, a ver... Ya está~ Ya he encontrado mi casa~ - dije mientras bajaba lentamente, como estábamos tan lejos, tuvimos que hacer lo mismo de antes, pero esta vez, sin provocaciones - Tendremos que volver con el mismo sistema.. ¡Pero no me muerdas!, que no volveré a provocarte, te lo prometo~ - comenté medio escarmentado al ver que encendía sus puños - Venga, súbete - La chica volvió a renegar, como antes, pero esta vez no le haría lo mismo, ya había aprendido. Al volver a casa, entramos por donde habíamos salido, por el balcón, así que tuvimos que bajar dos pisos hasta llegar a la cocina - Veamos... ¿Qué quieres que te prepare? - inquirí mientras me ataba el delantal

No dije nada por tener que subirme otra vez a su espalda, pero sí refunfuñé un par de veces. Al llegar y preguntarme por lo qué quería de cena me quedé pensando.

- Pues... No lo se, cualquier cosa mientras esté acompañada de patatas fritas - indiqué cruzándome de brazos. - Carne.. pescado.. croquetas... pasta no, que queda un tanto extraño.... no lo se, tu sabes qué tienes en tu casa para cocinar, señor "gran mansión"...

Perfecto~ - dije, mientras miraba qué había en la nevera - Estamos de suerte, tengo bistec~ - le comenté feliz porqué sabía cocinar de muchas maneras la carne - ¡Vamos allá! - grité a la vez que encendía los fogones y empezaba a cocinar. - Por cierto, ¿qué quieres para beber? Hay vino, agua, refrescos, zumo... ¡Lo que quieras! - sonreí, me encantaba cocinar, y más si cocinaba para alguien.

- Agua será suficiente - respondí mirando de un lado a otro, buscando alguna mesa o algo que me diera a entender que comeríamos allí. - Oye, ¿dónde comeremos? - pregunté alzando una ceja.

¿Otra vez agua? - pregunté con unas gotas en la cabeza - Bueeeeeno, pues agua para la señorita~ - dije en modo camarero. - Pues vamos a comer en el salón, que está al fondo del pasillo - le indiqué. - Tu puedes empezar a pasar, ¡yo no tardo nada! - comenté mientras estaba ya poniendo la comida en los patos - ¡Venga venga, qué caliente está mucho más rica la comida! - le apresuré. Cuando cruzamos el pasillo, llegamos al salón principal, no era muy grande, pero lo suficiente como para asombrar a la gente. Estaba lleno de ventanas, como toda la casa, pero los trozos de pared en medio de las ventanas y el techo, estaban pintados de un color crema. En una punta, había un sofá con una mesita pequeña delante y una gran tele de pantalla plana en la pared. - Mira mi tele, es genial. Es el autoregalo que me hice por navidad - le dije. Era triste hacerse autoregalos, pero al menos, sabía que no me equivocaría al comprar. Continuando con la descripción, al medio, había una mesa no muy grande, sólo para cuatro personas, de madera oscura y las sillas también eran del mismo material. - Mira, tu te sentarás aquí, y yo, aquí delante - le señalé, mientras dejaba los platos en la mesa y le retiraba la silla para que se sentara. - Y aquí está tu plato, bistec al punto con muchas patatas. Y para mí, bistec poco hecho con salsa roquefort. - expliqué a la vez que iba a buscar el agua, los botes de ketchup y mayonesa y el toque final para la mesa. Cuando volví, lo primero que puse fue un jarrón lleno de flores en la mesa, y después, al lado de Alys, dejé los dos botes de salsa. - Toma tu agua, te la sirvo yo. - dije mientras le ponía agua en un vaso. De paso, también le puse agua al mío, y una vez hecha la comprobación, me senté. - Espero que te guste~ Venga, ¡buen provecho! - exclamé a la vez que empezaba a cortar el bistec como un desesperado, me moría de hambre después de la excursión.

- Realmente me pregunto como te lo harías para vivir en el cuchitril en el que yo vivía hace poco... - pregunté al aire observando ese enorme comedor - Quizás no aguantarías ni tres días suplicando a alguien que te sacara de allí - me respondí a mi misma antes de sentarme en la mesa donde él me había indicado. Observé todo lo que hacía sin perderle de vista, tanto detalle estaba poniéndome algo nerviosa - Eres muy rebuscado.. ¿no? - pregunté con varias gotas en la cabeza - A ver si tendré que llamarte "niño rico"... - dejé ir antes de probar la comida. De repente me quedé observando el plato, masticando lentamente. Maldita sea, estaba de muerte.

Me reí al escuchar sus comentarios - Niño rico... básicamente es lo que soy - asentí dándole la razón. No se podía negar, era rico aunque no gastara casi ni un céntimo de lo que tenía, solo lo reservaba para MUY grandes ocasiones o accidentes. Nunca se sabía qué podía pasar... - Pero aunque sea un niño rico, no tengo ni mayordomos ni despilfarro el dinero. La casa la he heredado así que solo tengo que pagar el agua y la luz, y como a mi no me gustan los lujos... Pues reservo el dinero para alguna ocasión especial o para algún imprevisto~ Pero dejemos el tema económico y centrémonos en lo más importante, la comida. Te he visto que te habías quedado mirando el plato... ¿A caso no te gusta? - pregunté con cara triste... Si no le había gustado, me llevaría un buen disgusto.

- ¿eh? - alcé la vista a la que preguntó por la comida - No, la comida está bien - dije simplemente, aunque mi opinión fuera distinta. Seguí comiendo sin decir nada, incluso ignorando alguno de sus comentarios, hasta que terminé de comer - ¿Hay más? - pregunté tendiéndole el plato, como pidiéndole que me sirviera más.