Ich beten... [Privado]

Había pasado un mes desde aquel accidente. Ya no la perseguían así que volvió a sus trabajitos y a su antigua casa. Se negó a pertenecer a esa banda de neandertales pero aún así la dejaron tranquila y suponía que había pasado lo mismo con Nizeyo. Aquella policía… no se había vuelto a cruzar con ella en absoluto. Y mucho mejor, no tenía ganas de que alborotara de nuevo su “tranquila” vida.

Pensaba y pensaba siempre que estaba en su piso, hasta que un día alguien llamó a su puerta. Yuu se levantó lentamente y miró por la mirilla antes de abrir. Con su mano derecha estaba agarrando su arma ya que poca gente solía ir a visitarla y menos a la una del medio día. Abrió al ver que no había peligro, apoyándose en el marco de la puerta.

- Maryan, que sorpresa. ¿Qué quieres? - Habló fríamente, como siempre. - No te he llamado para que vengas.

- Ya, estaba preocupada. - Sonrió tristemente la muchacha de cabellos rojizos y ondulados. - Pensé que me llamarías como cada viernes pero hace un mes que no lo haces.

- Eres solo una puta, márchate. Tengo trabajo que hacer. - No se cortó en decirle esas duras palabras.

La chica agachó la cabeza y sin poder evitarlo se fue llorando escaleras abajo. Yuu suspiró. Era cierto que la llamaba cada viernes pero desde que pasó todo aquello no había vuelto a verse con ninguna persona íntimamente. Por alguna extraña razón no tenía ganas, no deseaba ningún cuerpo, ninguna mujer llamaba su atención. Volvió dentro, cerrando y dejando la pistola en un mueble al lado de esta. Se iba a sentar en el sofá pero en vez de eso se acercó a su habitación y abrió uno de los cajones de su cómoda. Allí estaba una cosa que había robado, un collar, envuelto en un pañuelo blanco. Lo miró mientras se sentaba en su cama. Todas las noches antes de irse a dormir lo sacaba de su sitio y se quedaba mirándolo un buen rato. Era como si estuviera obsesionada de alguna manera, no le gustaba. Lo dejó de nuevo en su sitio, algo enfadada, y siguió a lo suyo.

La noche había caído dando paso a las mejores horas para estar fuera de su casa. Por alguna razón en su bolsillo derecho llevaba aquel colgante. Se acercó a una de las “tiendas” del Mercado Negro donde podías encontrar información de todo el mundo que quisieras. Entró sin pensárselo y se encontró con un muchacho de cabellos claros.

- Mori, cuanto tiempo. - Habló amablemente.

- Si, bueno. Vayamos al grano. Quiero información sobre una policía llamada Nizeyo.

- Nizeyo… ¡OH! Esa preciosa muchachita rubia… si, tengo información sobre ella. Esperame. - El joven corrió hacia la trastienda a buscar lo que necesitaba. Al poco volvió. - Mm… Nizeyo Sergeevich-Romanov, nacida en Rugse el 29 de octubre de 1985, es la jefa de policía de Amethyst Land y vive en xxxxxx. Pertenece a la monarquía, su padre era el rey. Sus padres acabaron muriendo por una rebelión del pueblo y otras cortes pero todos sus hermanos lograron sobrevivir. Fue al instit… - Yuu le cortó.

- Es suficiente. - Le tiró unos billetes a la mesa. - Gracias.

Una vez dicho eso salió de allí rápidamente, casi corriendo. Fuera hacía una noche como la última vez que la había visto. De un salto acabó en uno de los tejados cercanos, donde sacó aquel colgante de su bolsillo para mirarlo. Siempre se había preguntado que quería decir aquella R gravada en el y ya lo había descubierto. No era propio de ella en absoluto, pero en cierto modo se sentía mal y desde el segundo día de tenerlo con ella algo en lo que le quedaba de corazón le decía que era un objeto demasiado importante.

Se estiró en el suelo. Estaba frío. La luz de la luna iluminaba la piedra preciosa del collar haciéndolo brillar de una forma preciosa y cuanto más lo miraba, más podrida se sentía en su interior. No robaba a pobres, no mataba a gente que no lo merecía, no se apoderaba de cosas importantes para los demás. Pero algo la sacó de aquellos pensamientos. Su móvil empezó a sonar y lo cogió aunque después de un rato largo.

- ¿Si? - Preguntó.

- ¿Yuu? ¿Hija? Por fin puedo llamarte. El cacharro de mi móvil no funcionaba como debería. Me gustaría verte, ¿Dónde estas? - Su madre hablaba con ternura.

- Mama… - Susurró aunque su madre no pudo escucharlo. - Estoy en el Mercado Negro, en frente de la tienda de Jim, en un tejado.

- Pareces una gata hija, siempre por los tejados. - Rió. - Esperame allí, estoy cerca.

- Hum, claro. - Colgó.

Aunque no fuera buena expresando sus sentimientos, quería a su madre con locura y tenía muchas ganas de verla… más en ese momento. No tardó mucho en aparecer su madre por la puerta del tejado. Se sentó a su lado y miró al cielo como lo estaba haciendo Yuu. Ambas callaron durante un rato y eso le había bastado a su madre para saber que algo no iba bien. Normalmente su hija siempre quería ir al grano, pero en vez de eso se había quedado completamente callada.

- ¿Qué ha pasado? - Preguntó cogiendo la mano de Yuu.

- He… robado algo importante para alguien. Me siento peor que de costumbre… - Suspiró.

- Devuélvelo entonces.

- Si lo devuelvo seguramente acabe en la cárcel. Esa policía no me dejará marchar así como así. - Habló bajo, casi en un susurro.

- Hija, sabes que nosotras no obramos muy correctamente que digamos pero es nuestro trabajo. ¿Robar ese collar formaba parte de un trabajo? - Hablaba dulce.

- No. - Volvió a suspirar.

- Entonces devuélvelo. Me encargaré de sacarte de la cárcel pagando tu fianza si es necesario… pero no vayas en contra de tu corazón. - Sonrió y besó la mano de su preciosa hija. - Ve ahora…

- Gracias mama… - Se levantó un poco y besó la frente de su madre.

Aunque pareciera difícil, se llevaban completamente bien y se demostraban el amor de una forma diferente a los demás. Hablaban poco, pero cuando lo hacían siempre acababa siendo importante para alguna de las dos. Yuu se levantó y desapareció en la niebla, saltando de un tejado a otro. Se le había hecho muy tarde, tanto que quizás encontraba a Nizeyo durmiendo… pero le daba igual. Es más, sería mejor. Así no tendría porque arriesgarse a que la viera.

Tardó un rato largo en llegar a aquella casa, si es que se le podía llamar así. Parecía más bien una mansión. Saltó la enorme valla. Las luces estaban completamente apagadas así que buscó una ventana abierta por la que poder entrar o algo así. Por suerte para ella, había una puerta que daba a una terraza un poco abierta. Se asomó y no pudo creer que fuera verdad. Nizeyo estaba acostada en aquella misma habitación. Dudó en entrar pero finalmente lo hizo. Solo tenía que dejarle el collar encima de algún sitio donde pudiera verlo y marcharse por donde había entrado.

Como cada noche desde ese encuentro con Yuu, Niz habia estado llorando cada noche. Pensando que ya podria decirle adiós a la cosa más preciada que existía en su mundo. Ese collar habia pasado por muchas generaciones de su família. Su valor era incalculable y la piedra preciosa del cual estaba hecho era muy difícil de encontrar.
Estaba de espaldas a la terraza. La ventana estaba abierta, llorar siempre le daba calor. Aunque estuviera tapada con una gruesa manta y las sábanas, ella dormía solo con boxers, fuese la época del año que fuese. Gimoteó; intentaba aguantarse los llantos, queria gritar pero era mejor callarse, si más no porque sabia que los criados vendrian a pesar de todo si no paraba de llorar desconsoladamente. Suspiró, recuperó el aire de tanto llorar y miró el móvil de encima su mesa. Eran las 4 de la madrugada, otra noche sin dormir, perdida en pensar donde podria estar su collar.

Respiró profundamente y se levantó, quedando sentada de espaldas a la ventana. Se secó las lágrimas con ambas manos y se levantó para ir al baño de su habitación. Cogió su pistola y se la puso en la zona de las caderas, dentro de sus boxers. Era una desconfiada y no pensaba ir a tres metros de su habitación sin arma.
Odiaba los ladrones pero singularmente odiaba a esa morena que le habia robado lo único que quedaba de su família.
Vale que tenia sus hermanos pero no se relacionaba con ellos; estos vivían fuera de Amethyst Land y muy pocas veces habia salido de allí. Odiaba dejar su ciudad en manos blancas, sin protección de la buena. El cuerpo de policía iba escaso, y ella necesitaba estar continuamente alli para saber que el territorio estaba en buenas manos.

Encendió la luz del baño y se miró al espejo. Tenia los ojos rojos de tanto llorar y unas ojeras considerables de no dormir y llorar continuamente. Si seguía torturándose asi acabaría por desmayarse de tanto trabajo.
Se lavó la cara con agua fría y se hechó unas gotas blanqueantes en sus ojos para que se fuera su rojo. Dentro de tres horas tendría que levantarse para ir al trabajo, otra vez, fingiendo que estaba todo bien.
Salió del baño y cerró la luz detrás de ella. Andó con paso lento y dejó la pistola sobre la mesa. Puso la alarma en su móvil y se sentó en su cama, apoyando su espalda al respaldo de la cama. Iba a tumbarse pero un pequeño ruido la hizo salir de sus inquietos pensamientos. Cogió rápidamente su pistola y apuntó a la ventana, sin mirar. Fijaba su vista en un punto muerto de la pared pero su rostro ya habia cambiado a seriedad e iba en serio.
Estaba tan oscuro que solo pudo divisar una sombra, cargó la pistola y habló secamente mientras daba al interruptor de la luz para que pudiera ver de quien se trataba la misteriosa persona.

- Vaya, la señorita delincuente. ¿Que quieres robarme ahora?

Iba a dejar el collar encima de una cómoda cuando escuchó el sonido de una pistola. Antes de que Nizeyo encendiera la luz, ella también la estaba apuntando con la pistola. El rostro de la muchacha la descompuso por dentro pero intentó que no se notara. Extendió la mano izquierda y le enseñó el collar, colgando de sus dedos.

- He venido a devolvértelo… - quería decir algo más, pero su orgullo no la dejaba.

Sin dejar de apuntar a la rubia, tal y como tenía previsto, soltó el preciado objeto de Nizeyo encima del mueble que tenía al lado. Su mente le dijo que huyera, pero por alguna razón sus piernas no respondían como quería. Seguía ahí, de pie… mirándola y con la pistola en la mano.

- Yo… - Sus palabras no salían por mucho que lo intentara. - ¡¡Ahg!! - Gritó cerrando los ojos por unos instantes, llevándose a la cabeza la mano izquierda.

Sus ojos mostraron un brillo de emoción. No mostró ningun otro gesto en su rostro que el de sus ojos. La iba siguiendo con la pistola, todos sus movimientos, lo que hacía y decía.

- Tu... ¿Qué? -La rubia la miraba con algo de rabia, pensando que iba a hacerle cara de pena o voz de afligida. No se la iba a creer, no despues de caer en sus garras y perder el símbolo de su família.-

Al encender la luz se acercó a ella, bajando de la enorme cama en la que dormía, sin importarle que la viera solo con boxers; se podía decir que si no lo habia visto casi todo de ella, no le habia visto nada. La siguió apuntando; no le extraño el gesto de dolor que mostraba. Podía ser perfectamente una mentira, una actuación; otras veces se había encontrado con eso para que la policía bajara la guardia al preocuparse por ellos.

Suspiró profundamente dejando caer su mano hasta que quedó colgando al lado de su cuerpo. Aunque Nizeyo iba completamente desnuda ni siquiera se fijó, solo podía ver su rostro destrozado y esa mirada llena de odio que la estaba matando desde el fondo de su corazón. Por primera vez se sintió merecedora de estar entre rejas.

- … lo siento… - Susurró agachando la cabeza.

Abrió la mano derecha, soltando así la pistola. Al caer esta al suelo extendió ambos brazos hacia Nizeyo, juntando sus muñecas. De alguna forma había perdido, no movió bien las piezas en el juego de ajedrez y solo podía rendirse antes de que la policía no solo la matara con la mirada sino que disparara. La notaba completamente capaz de hacerlo.

- Has ganado, iré contigo a comisaría. - Le costaba decir aquello, la muerte habría sido incluso mejor que pasar por ese momento en el que había visto su orgullo pisoteado.

- ¿Que he ganado?
¿Y ya estaba? ¿Aquí se habia acabado su persecución? Pensaba que Yuu sería más dura de pelar, como todos los demás delincuentes. Algo le decía que no podía fiarse de ella. Aunque la arrestara podía salir perfectamente si le pagaban fianza y conociendo de donde provenia y cual era su trabajo, fácilmente podía salir de entrerejas. El gesto de que dejara la pistola al suelo, le daba quizás algo de confianza, si más no, no pensaba que se desarmase porque si.
Pensó en esposarla, en arrestarla y llevara ya a comisaría, pero algo le decía que si lo hacia, los siguientes días tendría problemas. Era como si tuviera miedo a aceptar ese futuro y quisiera cambiarlo. Por ley debía arrestarla y llevársela pero a veces su mente la traicionaba y ese era un caso de estos, en los que se comía el coco y no sabía a quién tenia que hacerle caso: si al corazón o a la razón.

Si era todo simple teatro, Niz habia caido de cuatro patas a ello, se lo estaba tragando todo, la voz de Yuu la afectaba de manera que la dejaba con las manos tras la cabeza, indefensa, más que la morena en ese momento. Sin armas, desnuda, solo con su cuerpo.
Bajó el arma y la tiró en la cama. Tenia las esposas en uno de los cajones que habia en el otro extremo de la habitación, algo lejos...
No sabía que hacer y eso le frustraba.

- Déjalo. No voy a arrestarte... Márchate.. No, no te vayas...

Pensó sinceramente que después de decirle eso sacaría unas esposas de algún sitio rápidamente o le dispararía para inmovilizarla pero bajó el arma y la tiró a la cama. Yuu abrió los ojos sorprendida y la miró directamente a los ojos. Puede que eso fuera bueno en parte, pero seguía sintiéndose mal por dentro por lo que había hecho. Aún más sorprendida la dejaron sus siguientes palabras. Se sentó en aquella cama y frunció el ceño. Sabía que la rubia era débil en algunos temas, pero no creía que fuera a causar pena en ella de tal manera que ni siquiera fuera a arrestarla.

- Nizeyo, tienes la oportunidad de arrestarme… ¡Ni siquiera necesitas unas estúpidas esposas, he dicho que iré contigo! - Acabó gritando.

Tenía la oportunidad de ser libre, de irse de rositas como si nada hubiera pasado pero los ojos de la rubia no la dejaban hacer eso, sabía que algo iba mal en su interior. Era una pesada, su voz repelente y además demasiado frágil mentalmente. Cualquiera podía jugar con Nizeyo a su antojo si era un buen actor. Le molestaba pensar que la policía sentía algo por ella ya que para Yuu no significaba nada. O eso quería creer.

- Deja de comportarte como una niña y haz lo que debes... si salgo por esa puerta nunca más me verás.

- He dicho que no te arrestaré. Si de verdad quieres entregarte, hazlo en la comisaría, no delante de mi. No voy a vestirme solo para llevarte a comisaría. - Era una vaga, eso por empezar.-

Le dolía decir eso, por un lado podía arrestar a la mujer que le habia hecho sufrir durante tantas noches pero por otro lado no podía, no reaccionaba de la manera que ella quería. No es que se hubiera enamorado pero en ella habia salido una compasión extraña, y odiaba que eso pasara.
Se fue a la mesilla del otro lado, donde tenia su móvil, miró la hora y luego preparó dos vasos con whisky y hielo. Los cogió y le dio uno a la morena. Ella se sentó en la cama y apoyó su espalda suavemente contra la de Yuu. Dio un trago de whisky y se quedó mirando el techo de su habitación.

- Dime, ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? ¿Qué te ha hecho entregarte?... Es que te doy pena.. ¿o algo así?

Le parecía estúpida tanta insistencia por detenerla para que en el momento en el que podía hacerlo le dijera que no iba a vestirse únicamente para llevarla a comisaría… y si no la llevaba Nizeyo ella no pensaba presentarse allí para que la arrestaran.

- Definitivamente es idiota. - Pensó soltando un suspiro.

La siguió con la mirada, como echaba un vistazo al móvil y después se ponía a preparar dos vasos con whisky y hielo. Cogió el que le entregó pero acabó dejándolo en la mesilla de noche para después sentir como la espalda de Nizeyo estaba apoyada contra la suya. No pensaba beber nada, por si acaso. Era una situación extraña, la rubia había acabado actuando de una manera totalmente diferente a la que esperaba. La escuchó atentamente casi por primera vez, tardando en responder un rato.

- No me das pena, simplemente admito que he hecho mal tomando prestado algo tan preciado para ti como ese collar… princesa. - la última palabra la dijo a propósito ya que si, Nizeyo era una princesa.

Se acabó el whisky de su vaso de un largo y único trago, cosa que le dio algo de mareo por unos segundos. Nunca se acostumbraría a su fuerte gusto pero siempre bebía para ahogar las penas o para cuando tenia visitas, aunque la de Yuu fuera informal y en horas tardías.
Suspiró, realmente no sabía que estabahaciendo; otro policía ya la habría esposado y aasegurado de que no podría escapar, en cambio ella, conversaba con sus delincuentes. No era la primera vez que lo hacía, tenia unas costumbres extrañas y nunca se las podría quitar de encima. Un dia le pasarían factura, eso lo sabía, pero hasta que ese momento no llegara, ella seguiría haciendo de las suyas, poniendose de espaldas al peñasco para acabar cayendo y acabar viendo que no debería ser tan confiada y buena persona; que su oficio no era para tomárselo a broma.

Dejó el vaso en la misma mesa donde Yuu dejó el suyo y se quedó en silencio, separándose un poco de la morena, solo pegando su baja espalda con la baja espalda de la morena. Se hizo un ovillo, escondiendo su rostro entre sus rodillas, cerrando los ojos.

- No digas esa palabra. Yo ya no soy eso... Y si no lo hubiera sido nunca seguramente habria vivido una vida más feliz. -Sin darse cuenta ya estaba hablando otra vez de cosas que no eran importantes, empezaba a hablar y podia conversar de mil tmas diferentes antes no se despidiera de una persona. No sabia si Yuu se iría dentro de nada o dentro de mucho pero le alegraba de que no se hubiera ido; se sentía muy sola a pesar de las riquezas y la compañía de los criados. Esa vida no le acababa de convencer, ella solo quería que alguien la escuchara fuera de su trabajo, en los tiempos libres que es cuando más sola se sentía.- Me callo, a ti no deben interesarte esas cosas. En serio, márchate... Te atraparé cuando sea el momento.. No quiero retenirte más; ya se que odias como hablo, mi voz y todo lo que salga de mi boca. Debes pensar que soy una de esas niñas pijas, una rubia tonta, como todas las demás... -Suspiró y se tumbó de lado, sin dejar de hacerse una bola.- No me gusta que los delincuentes vengan a entregarse, me gustan las persecuciones.

No tomó ni un poco de la bebida alcohólica que le había preparado Nizeyo pero la rubia por el contrario se lo había bebido todo. Además se había separado un poco de ella, ya no podía notar sus hombros contra los suyos. Volvió a suspirar aunque esta vez demasiado bajo como para que Nizeyo se diera siquiera cuenta de que lo había hecho. La escuchó silenciosamente, atendiendo a sus palabras por alguna extraña razón. Sonaba triste, como si detrás de toda esa fuerza que solía mostrar hubiera algo demasiado frágil escondiéndose.

Al tumbarse Nizeyo, Yuu se giró un poco, viéndola hecha una bola y tumbada en la cama. Había pensado todo ese tiempo que era una persona feliz, que tenía todo cuanto deseaba… pero ya no pensaba que fuera una pija o algo parecido. Si era verdad que tenía todo lo materíal que podía desear… pero le faltaban muchas cosas, como a ella misma. Acercó sus dedos al brazo de la policía y se quedó a milímetros de tocarlo y en vez de hacerlo le habló alejando la mano y levantándose.

- Entonces esta será la última vez que nos veremos. - Dijo seriamente.

Cogió la pistola del suelo y la puso en su cintura, por dentro del pantalón. Se giró de nuevo para mirar el cuerpo marcado de Nizeyo durante unos segundos… aún así era hermoso. Quería volver a tenerlo entre sus brazos pero en vez de acercarse se giró de nuevo quedando con la vista puesta en la puerta. Empezó a caminar para irse de allí.

- …. - No dijo nada, solo tomo aire y lo soltó.

En su interior estaba destrozada. Estaba sintiendo unas mariposas que hacia años que habia olvidado que existían y no le estaba gustando eso; iba a hacerse solo daño, como su primera vez... enamorándose de la persona equivocada. Siempre acababa abrazando su almohada, quedando pegada en ella, sin respirar casi o desahogándose a gritos silencados por la tela. Pero esta vez no, esta vez fue diferente, algo la empujaba a evitar que Yuu se fuera, una fuerza invisible la habia levantado de la cama y la habia hecho correr hasta abrazar a la morena por la espalda.

No sabia como explicarse con palabras, solo clavó sus uñas a la ropa que llevaba su delincuente para no dejarla escapar. Quitó su mano del pomo de la puerta, además, salir por ahi era peligroso. Sus ojos quedaban escondidos por su flequillo y se habia quedado callada completamente. Casi no se notaba su respiración y deseaba quedarse como estaba ahora por unos segundos más, solo disfrutar de su aroma unos segundos más.

- ... salir por aqui no es lo más adecuado... -Fue la única chorrada que se le ocurrió decir.-

Le vino por sorpresa que Nizeyo la cogiera de aquella manera tan brusca, como si no quisiera que se fuera. Soltó la mano del pomo y cogió la de la policía mientras esta hablaba. Le apretaba con sus uñas como la primera vez que intimaron. Cerró los ojos levantando un poco la cabeza y llevando su mano libre a su frente para dejar un suspiro en el aire.

- Si, sería más adecuado que me vieran salir felizmente por la puerta principal… - Dijo con un tono de sarcasmo.

Se giró soltando la mano de Nizeyo y poniendo las suyas sobre los hombros de la rubia. Estaba actuando de una manera que no debía, ambas lo hacían. Yuu porque no se iba decididamente y la policía por retenerla estúpidamente sin razón. Apretó un poco los dedos sobre su piel desnuda y puso la barbilla en su frente.

- Olvídate de mí, lo de aquella noche no significó nada… deberías intentar poner los pies en la tierra y pensar un poco, dejar de actuar caprichosamente.

La apartó en seguida que acabó de hablar. Era mejor no oír otra vez su voz, se puso en su espalda y empezó a empujarla hacia la ventana, por donde habia entrado y por donde saldría. Como si fuera un príncipe que hubiera encontrado a una princesa equivocada. Aguantó la respiración, no dijo nada y fijó la vista en el suelo. Mientras la empujaba, clavó sus uñas en su espalda para que se acordara de ella durante unos días más, como un regalo de despedida. La envió a la terraza de su balcón y allí ella entró de nuevo en su habitación, cerró la luz, tambien veía claramente con la luz apagada, la luna ya iluminaba bastante.
Cogió el vaso que le habia dado a Yuu y se lo bebió todo de golpe, luego simplemente bebió de la botella.

Daba la casualidad que a la mañana siguiente era su dia de trabajo opcional, no tenia porque ir si no queria, aunque fuera la jefa ella tambien necesitaba un respiro de vez en cuando.
Bebió bastante, se terminó la botella que estaba casi llena del todo. No le importaba saber si Yuu se habia ido o no pero lo que ahora queria ella era dormir, dormir la mona y olvidarse de todo. Notar a la mañana siguiente uan gran resaca que le hiciera estar de mal humor por una semana. Así era ella, recorría demasiado al alcohol cuando se veía ahogada en un vaso de agua.

- Hasta nunca... -Susurró en cuanto se durmió.-

No dijo nada, solo se limitó a dejarse empujar por Nizeyo. De alguna manera le había dicho todo aquello para que la echara de allí casi a patadas y había dado resultado. A los pocos segundos se encontraba en aquel enorme balcón bajo la luz de la luna llena y con marcas de las uñas de la rubia en la espalda. No hizo falta que se girara para saber que Nizeyo había cerrado la puerta ya que pudo escucharlo perfectamente, al igual que el interruptor de la luz.

Quiso moverse pero estuvo horas de pie, estática y casi sin respirar en el sitio donde la rubia había dejado de hacer fuerza para echarla. Se sentía idiota allí parada pensando en entrar una y otra vez. Quería engañarse a si misma pero no podía, ya no. Sentía algo por esa pesada de Nizeyo y no podía hacer nada por evitarlo, no intimaba con nadie y en su cabeza estaba en todo momento la muchacha de cabellos claros.

- Eres estúpida Yuu… - susurró para si misma.

Caminó finalmente, pero no al lugar al que debía ir exactamente. Se había girado e iba en dirección a la habitación de Nizeyo. Había perdido la noción del tiempo allí parada pero el sol ya casi estaba por salir. Entró a la habitación sin dificultad alguna. La policía dormía envuelta en sabanas y olor a alcohol acompañada por una botella vacía. Se tumbó frente a ella despacio para no despertarla aunque teniendo en cuenta que se había bebido una botella entera no se enteraría. Se limitó a mirarla, no tenía sueño… No tenía claro que haría en cuanto despertara y la viera allí pero entonces ya pensaría en algo…

No estaba soñando con nada, el olor a alcohol le habia invadido la cabeza y seguramente por la mañana no tendría ni fuerzas para levantarse e ir al salón a desayunar con calma. Dormía abrazada a la almohada. Hubiera dormido seguidamente hasta las 3 de la tarde pero no se acordaba que habia puesto la alarma del móvil a las siete. Dicha melodía sonó. La mujer de cabellos rubia puso cara de molesta y sin abrir los ojos palpó la mesita hasta dar con el susodicho móvil que le estaba haciendo venir un dolor de cabeza horrible. No sabia como logró pararlo y lo tiró con las pocas fuerzas que tenía. Ni se enteró que, lo que habia palpado antes de llegar a la mesita era una persona, pensaba que era uno de sus gatos o otra almohada que habia aparecido alli por arte de magia.

Volvió a dormirse y empezó a tener un sueño; más bien, una pesadilla. Haber recordado su pasado con alguien con quien no estaba acostumbrada a hablar, le habia dado las pesadillas de su horrible pasado y las acciones que hicieron los que se revelaron en contra de su família. Ella no habia sido la única pero, sus hermanas y hasta hermano tambien habian sido violados y maltratados, todo de un dia para otro y siendo ese dia el aniversario de la pequeña Nizeyo.

- Mnmh...... -Se agarró fuerte a la almohada, le clavó las uñas a esta también. Acababa destrozándolo todo sin querer con sus uñas.-

Le había dado un susto su móvil, pero aún más se asustó cuando Nizeyo la tocó dormida buscando el móvil, lo tiró contra la pared haciéndolo parar y siguió durmiendo sin darse si quiera cuenta de que estaba allí. Casi se le había cortado la respiración, pero seguía mirando sus facciones, era fácil hacerlo gracias a la luz del nuevo día que se colaba por la ventana.

No podía negar que la chica de cabellos más claros era una mujer hermosa y quizás fuera eso lo que la había logrado cautivar… eso y su habilidad para hablar de una manera que la desquiciaba. Sonrió sin querer, después de mucho tiempo lo había hecho de todo corazón, pensando en idioteces que hasta el momento no sabía siquiera que le importaran. Era estúpida y ya lo había asumido.

Había pasado solo un rato desde el accidente del móvil que Nizeyo empezó aponer mala cara y se agarró con fuerza a una de las almohadas, rajándola. Tenía fuerza. Tímidamente Yuu acercó su mano al rostro intranquilo de la policía para acariciar su mejilla. En su vida nunca se había encontrado en una situación como esa. Siempre abandonaba a sus amantes antes de que el sol apareciera y jamás había sentido afecto por nadie que no fueran su madre y su hermana, los demás eran simples pasatiempos.

Apartó su mano rápidamente en cuanto notó que los parpados de la rubia empezaban a temblar un poco. Se puso nerviosa, pensó en huir pero cuando había convencido a su cuerpo para que se moviera ya era demasiado tarde. ¿Debía darle los buenos días? ¿Decirle que se le había olvidado la dignidad en su habitación…? Prefirió callarse y esperar a que volviera a arrastrarla fuera de la habitación.

Lo primero que hizo fue bostezar, tapandose el rostro con la almohada rajada, al notar los rajones fue cuando abrió los ojos y vio que se habia cargado otra almohada por culpa de als pesadillas. Los entreabrió muy finamente, casi parecia que los tuviera cerrados, le dolía la cabeza, los ojos, el cuello y todo el cuerpo en general. De buena mañana tenia la voz un poco rasposa y siempre hacia lo mismo: estirarse hacianco casi contorsionismo. Se puso un sujetador de la mesilla contraria a la que estaba Yuu y cuando se giró para ir a buscar su móvil se encontró a la mujer de cabellos morenos estirada a su lado.

No gritó, aunque se asustó mucho, tanto que pegó un salto hacia atrás y quedó pegada a la ventana. Su corazón palpitaba muy rápido, tanto por el susto como por... porque era? Por unos sentimientos muy extraños.

- ¿Q-Q-Q-Qué haces aquí? Pensaba que te habias ido y que no nos veríamos más, y que tendria que perseguirte y que seríamos enemigas y y y y y y.... -Se quedó señalando la ventana. No lo entendía. Estaba espesa de buena mañana y no pillaba nada.-

Se puso una mano en la cabeza, ya empezaba a dolerle de verdad.

- Da igual, no quiero explicaciones. Tampoco las pillaría.. -Le dijo eso mientras que con su mano libre hacia el gesto de negación en el aire. No quería que hablase porque luego se daría cuenta de que la mujer que yacía en su cama no era un sueño, que era real. Se miró otra vez en el espejo del baño y se tomó una pastilla. La miró reflejada en el espejo y cuando vio que ella tambien la miraba bajó la mirada hacia el lavabo. Se lavó la cara y se acercó de nuevo a ella.- A ver, te dejaste algo anoche que te haya hecho quedar aquí?

Si hubieran podido hacer una foto a la cara que se le había quedado a Yuu al ver que ni siquiera se había dado cuenta Nizeyo de que ella estaba allí hasta pasado un rato, sin duda se habría reído todo aquel que la viera. Aún más después del salto casi inhumano de la rubia. Tartamudeó mucho y dijo cosas que a la morena le sonaron a tontería de niña pequeña. Iba a hablar pero al decirle que no quería explicaciones no se quejó y acató las órdenes de Niz.

- Ahora… es el momento perfecto para huir de aquí… - Pensó.

Pero no bastaba pensarlo, también necesitaba el consentimiento de su cuerpo y no lo tenía. Miró a la policía en el reflejo del espejo del baño y ambas apartaron la vista en cruzar sus miradas casi a la vez. Se llevó una mano a la cabeza susurrándose lo estúpida que era.

- No preguntes nada. - Susurró con algo de vergüenza en su voz.

La rubia tenia un carácter algo indefinido. Tanto podia estar feliz como enfadada y tanto podia estar seria como de un humor que daba rabia hasta quererla pegar; eso se lo encontró una vez frente a un delincuente que tenia rehenes y ella empezó a hacerle bromas de lo feo que era. Le costó un año de baja, pero acabó consiguiendo atrapar a ese loco.
Se sentó al lado de la morena, la miró directamente y sin saber porqué, le cogió el rostro y decididamente se acercó a ella para besarla en los labios.

Se quedó a milímetros de estos puesto que una de sus criadas abrió la puerta sin llamar, pensando que la rubia ya estaba trabajando. La miró de reojo, con cara de seductora. Era criada se llamaba Mei, era la niña que en su tiempo de princesa estaba siempre con ella, cuando creciera, tenia la labor de seguirla y cuidar de que no le faltase nada; era.. su criada más personal.
Esta pequeña sirviente se sonrojó al ver su dueña solo en ropa interior y más aun cuando sabia que habia interrumpido algo que podia costarle el trabajo si pillaba a su señorita de mal humor. Cerró rápidamente la puerta dando un golpe seco y gritando un "lo siento" que se oyó por todo el pasillo.

Se levantó, abrió la puerta y la cogió del brazo; estuvo un rato hablando con ella, viendo pasar a sus criados sonrojados. Habia bastantes, aunque eso no era un problema.

- Tienes que cuidar tus modales. Sabes que no me gusta que abras las puertas sin llamar antes, aunque sepas que no hay nadie, tu llama.

- Perdone... no volverá a pasar...

- Da igual -Le acarició la cabeza- Por esta vez te lo dejaré pasar. Pero que no se vuelva a repetir.

Cerró la puerta tras de si y se sentó de nuevo al lado de la morena, esta vez ya más calmada, con el rollo cortado pero con las ideas más claras.

- Perdona lo de antes. Debe ser la resaca. -Se puso ambas manos tapando su rostro, apoyando sus codos encima sus muslos, y suspiró.

No podía hacer otra cosa que mirar a Nizeyo, siguiéndola con la mirada mientras caminaba por la habitación hasta sentarse a su lado. Esta le cogió el rostro y se acercó a ella a punto de besarla. Yuu no opuso resistencia, al contrario, cerró lentamente los ojos para corresponder de alguna manera a lo que iba a pasar en unos instantes. No sirvió de nada. Alguien interrumpió abriendo la puerta. Se apartó un poco observando como la policía salía de la habitación en busca, suponía, de la sirvienta que había entrado segundos antes.

- Meh… - Se quejó mientras se rascaba la cabeza.

Estaba actuando por impulsos, algo que normalmente no hacía pero era imposible pararse. Sabía que no estaba bien, ni siquiera aunque la rubia no fuera policía algo que saliera de ambas podría funcionar jamás. Tenía que asumirlo y dejarle claro a su corazón quien mandaba allí. De nuevo Nizeyo entró en la habitación. La miró de arriba a abajo mientras caminaba hacia ella y se sentaba a su lado. Apartó la mirada nada más escucharla hablar.

- Hum… no te disculpes, se que estás loca. - Intentaba que la echara de nuevo.

Suspiró y sin querer sonrió; sus palabras la hicieron sonreír, eran graciosas, como ella. Aunque Yuu fuera una fría, una seria y una delincuente, estaba segura de que tambien tenia un lado tierno y cariñoso, como todo ser humano. Quizás no lo mostraba ante ella pero seguro que delante de las personas en las que de verdad confiaba debía ser.. más sociable, fisicamente hablando. Y psicológicamente seguro que también.
Se levantó de nuevo y abrió su armario de la ropa. Entre la ropa normal como camisas blancas y pantalones negros, tambien habia uniformes del ejército, uniforme de policías, el traje de los desfiles policiales y demás ceremonias y dos trajes diferentes a los demás. Cargados de medallas y cintas; dos trajes que los conservaba como si fueran un tesoro. Más que eso, lo eran. Pertenecían a su padre.

Cogió una camisa y unos pantalones normales. Nada del otro mundo, eso era casi su uniforme de cada días. Normalmente vestía asi, era una ropa cómoda y no quedaba mal, además, ya llevaba la placa en uno de los bolsillos de su pantalón, asi no tenia que ponerse el molesto traje de policía. Subió hasta jefa por esas razones; una por no tener que hacer caso a nadie más que a ella misma si estaba en la comisaría de Amethyst Land y la otro porque odiaba ese uniforme, odiaba las mini-faldas. Así nadie se tomaba a las policías en serio.
Pero ella no podía cambiarlo, eso venia de escalones superiores, de los viejos verdes de la jefatura.

Mientras se vestía se oyó que un coche aparcaba; no miró quien era, estaba ocupada con otras cosas; pero se oyeron unos pasos que subían al tercer piso que era donde estaba su habitación, luego que los pasos se acercaban y finalmente la puerta fue abierta por un policía novatillo de la comisaría; quien, al ver a Yuu, notó unos temblores en sus piernas. Cogió la pistola de su cinturón y sin importar que, se acercó a la morena y gritó.

- ¡Policía! ¡¡Tira tu pistola y pon las manos donde pueda verlas!!

- Ehm... Roy...?

- ¡Tranquila jefa! ¡¡Ya la tengo retenida, lleve unas esposas!!

La miró levantarse de nuevo, quedándose ella allí otra vez, sentada en la cama sin moverse. El armario de la policía no era muy variado, casi toda la ropa que tenía era la misma. Trajes del oficio, pantalones negros y camisas blancas. Se estiró un poco, no había dormido ni un miserable minuto esa noche así que estaba cansada. Bostezó y se le cayeron unas lagrimitas, era normal en ella que al bostezar los ojos le lloraran un poco.

Observó como se vestía sin disimular demasiado, pero un ruido seguido de un grito la hizo girarse. Una pistola la estaba apuntando de cerca. Yuu alzó la ceja y sonrió de lado. ¿Qué se pensaba ese estúpido? No era una niña, sabía como salir de casi cualquier situación y no iba a asustarse por eso y mucho menos hacerle caso.

- Si, claro. - Dijo mientras golpeaba la pistola del chico y sacaba la suya propia. - No me tomes el pelo. - Susurró con la pistola apoyada en su frente.

Había sido demasiado brusca, pero cuando se trataba de gente fácil no podía evitar actuar de esa manera. No es que fuera a disparar, pero era algo que formaba parte de ella y no había manera de cambiarlo. Roy, que así era como le había llamado la rubia, se había quedado totalmente blanco. No se lo esperaba, casi se hizo pipi encima.

La rubia recogió la pistola del muchacho y se la dió. Más bien se la puso ella misma en la funda de su cinturón porque este no reaccionaba. Estaba temblando muchisimo, se habia llevado un susto de muerte. Niz suspiró y puso su mano encima la de Yuu que sostenía la pistola en la frente del chico. Hizo algo de presión para que la morena bajara la mano y el arma.

- Roy. Te precipitas demasiado. ¿No ves que no estaba haciendo nada? Yo le he dado permiso de quedarse en mi habitación; es más, yo la invité a charlar un rato.

- Y-Yo pensaba...

- Nada. No se que has venido a hacer pero hoy no voy a ir a comisaría. Es mi dia libre y quiero aprovecharlo con otras cosas. Siento que hayas venido hasta aqui pero sabes que tampoco me gusta recibir visitas de trabajo en mi propia casa. Lo has ensuciado todo... Mis criados te matarán si no sales en menos de tres segundos.

- Pero ella tamb- -La rubia le puso una mano cerca de los labios, sin llegar a tocarlos, para que callara.-

- Ella nada. Quiero que te retires, ya nos veremos mañana.

Lo empujó hasta la puerta y la cerró, se giró hacia la morena y sin más, le dio un pequeño beso de disculpa. No le dijo nada pero se notaba que era como un "perdona cariño, nos han molestado". No es que le perdonara el doloroso robo pero le gustaba tenerla ahi en su habitación, aunque no estuvieran haciendo nada, un poco de variedad en su vida no iría mal.

Bajó el arma en cuanto Nizeyo hizo un poco de presión en su mano. No recordaba ni que estaba ella también en aquella habitación, es más, que era suya. La mirada que le lanzaba al chico le habría matado si fueran dagas, no le gustaban las interrupciones de ese tipo. Le dijo adiós con la mano burlándose de alguna manera de él. Nizeyo le había defendido y eso en parte le había agradado bastante.

- Adiós, adiós… - Dijo susurrando.

Miró a la rubia acercarse, dejándole un pequeño beso en los labios. Otra cosa inesperada. Pensó que ese era el momento idóneo para hablar de lo que estaba pasando. Era una situación casi bizarra, que una policía y una delincuente como ella hubieran tenido sexo no era tan raro, pero que obviamente sintieran algo la una por la otra por pequeño que fuera lo hacía todo muy confuso y sin sentido.

- Nizeyo, hablaré claramente. -

Se acercó a un pequeño sofá que había en la habitación y se sentó esperando que ella hiciera lo mismo. Le confesaría todo lo que pudiera, quería ser transparente porque de otra manera seguiría actuando como si tuviera quince años y no, ya casi doblaba esa edad.

- No tengo claro que siento. Intento odiar todo lo que venga de ti pero cuanto más cerca estoy de ti más me cuesta. - Hubiera seguido, pero no quería hacer un monólogo.