Ich beten... [Privado]

La siguió con la mirada y acabó sentandose ella tambien en el sofá de su habitación. Se puso cómoda, aguantando su cabeza con una mano que tenia reposando en el respaldo del sofá; se medio cruzó de piernas y escuchó atentamente. Una sonrisa fanafrrona se le dibujó en el rostro; cuando vio que habia parado, le puso su dedo índice suavemente sobre sus labios e hizo el sonido de que no queria oir nada más.

- Shhh. Se que esto es para quedarte con cara de "Wtf"; no lo niego. Somos enemigas y lo de la otra noche se perfectamente que fue solo para que tu te divirtieras un rato. -Suspiró- Has venido a entregarte y es un gesto que admiro mucho por parte de los delincuentes; si saben que lo que hacen esta mal y lo vienen a confesar, siemrpe quedan mejor cuando ha acabado todo. -Se sentó apoyando toda su espalda al respaldo del sofá, quedando de perfil a la morena; cruzó sus piernas mucho mejor que no antes y giró el rostro para volverla a mirar.- Realmente no se que pasa contigo pero me dan ganas de hacer el estúpido cuando estas a mi lado. Eres diferente del resto y eso me hace ser diferente a mi tambien.

Se habia dado cuenta de que le estaba soltando un discurso que parecía de lavadora de cerebros. Se puso un par de dedos contra su frente y sonrió como si todo hubiera estuviera perdido.

- Perdona, me estoy yendo del tema. No me estoy declarando pero quiero que sepas que no quiero tratar tu caso. Yo te dejaré de molestar; le daré tu ficha a otro y que se espabile ese. Esto no puede ser; parezco una adolescente; estoy mezclando cosas que no son. -Puso ambas manos en sus rodillas y se levantó.- No voy a retenerte más si no quieres. Puedes irte por la ventana si quieres, sino bajas y desayunas conmigo o sino te vas por la puerta principal. Como quieras. -Giró su rostro para mirarla otra vez y le sonrió de una manera extraña.-

Suspiró de nuevo y se calló para escucharla. No le molestaba en ese momento sino al contrario. Le gustaba que hablara todo lo que quisiera, así podía pasar más tiempo mirándola sin tener que apartar la mirada. Podía hacer carias cosas a la vez pero estaba más centrada en gravar bien en su mente cada centímetro del rostro de Nizeyo que de las palabras que soltaba de entre los labios. Atendió, si, pero no como debería.

La policía no hacía más que desvariar. Decía cosas que no venían al caso pero para la morena eso ya estaba bien. No le iría mal tener conversación (aunque fuera casi unilateral) con alguien, no era muy comunicativa y eso estaba a la vista de cualquiera.

- Pero yo si me declaraba. - Dijo levantándose, con voz firme.

Cogió su mano estirando de ella para atraer a la policía a sus brazos. Al mismo tiempo que la rodeó para abrazarla la besó en los labios lentamente. Probablemente habría sido mejor irse sin más pero no había vuelta atrás en ese tema. Había decidido que haría lo que quisiera. ¿Qué no era normal que le gustara una policía? Si, no era normal pero ya lo había aceptado. Siempre había actuado libremente sin tener en cuenta la autoridad o lo que pensaran los demás. Iba en contra de sus principios hacer lo que estaba haciendo pero solo tenía que hacer una excepción. No iba a morir por ello.

Su respuesta y acción la habian sorprendido mucho, muchisimo. Habia abierto los ojos como platos al verse abrazada y besada tan rápido. Primero se quedó con los brazos al aire pero en seguida le correspondió el abrazo con algo de fuerza. El beso fue largo y se fue calmando a medida que pasaban los segundos. Realmente estaban jugando a un juego muy peligroso; mezclar los sentimientos con el trabajo podia tener esas consequencias; pero realmente nunca se habia llegado a enamorar de una delincuente que habia arrestado o perseguido. Habia que eran verdaderas bellezas pero no le gustaban, las encontraba.. como demasiado podridas para ella, además, nunca habia sentido mariposas en el estómago de esa manera.

Era la segunda vez que se enamoraba verdaderamente de alguien y no queria hacerse daño. Todo seria complicado pero encontrarían la forma de tenerlo todo calculado fríamente. Tanto Yuu como ella eran buenas estrategas, tenian que pensar continuamente, aunque fuera por bandos contrarios.
Si se lo contaran a alguien, este se lo tomaria como un buen chiste. Era todo tan extraño que la rubia no sabia como reaccionar; menos sabia que tenia que decir al separarse de sus labios, aunque de momento disfrutó el beso.

La tenía entre sus brazos, besando dulcemente a la policía. Quería disfrutar de ese momento ya que no había nada que pudiera impedírselo, estaban solas en esa habitación. Mordió un poco el labio de Nizeyo por costumbre, no solía besar de ese modo tan calmado y fue inevitable ese acto casi reflejo en Yuu. Saboreó durante unos segundos más sus labios y después se separó muy lentamente de ella, quedando a unos centímetros de su cara.

- … - Habría dicho algo de saber qué pero en vez de eso se quedó un rato simplemente mirándola.

Suspiró alejándose un poco de ella y poniendo una mano en su frente y otra en sus propias caderas mientras llevava la vista hacia arriba. No había pensado en lo que pasaría después de esa confesión. ¿Cómo debía comportarse? ¿Qué eran? No tenía nada claro, su cabeza era un caos que necesitaba ser ordenado con urgencia. Cerró los ojo y suspiró de nuevo profundamente.

- En fin… - No pudo evitar que esas palabras salieran de sus labios.

Se puso una mano en la cabeza y se rascó esta un poco, pensando; ella tampoco sabia que decir o hacer. Era como si estuviera desnuda e indefensa frente al mundo. Se limitó a sonreírle cuando vio que la miraba; pero fue una sonrisa tonta, una sonrisa de "vale.. ¿y ahora que?" y eso es lo que queria decirle; pero en vez de eso, se puso a reir algo más naturalmente, cruzando los brazos y tapandose el rostro con una mano a modo de apoyo.

- Esto es tan extraño... Pensaba que ya habia vivido cosas de mil colores pero veo que mucha gente aun puede sorprenderme. -Suspiró y cogió sus gafas, poniendoselas segundos después- Por la cara que pones debes estar montándote una guerra en tu cabeza. -No pudo evitar sonreír; de alguna manera encontraba adorable a esa mujer que le habia hecho daño bastantes días antes. Porque si, se le podria haber declarado y haber correspondido a su "amor" pero no olvidaria tan facilmente que la tuvo con la agonia rozando su cuello por muchos dias, dando por perdido su colgante de recuerdos.-

Volvió a suspirar y se puso sus botas preferidas; minutos despues acarició la mejilla de Yuu para despertarla de su mundo.

- ¿No has desayunado, verdad?

Se debatía en su cabeza cuando una caricia la sacó de su mundo. Poco antes había escuchado unos murmullos y supuso que Nizeyo había estado diciendo algo de lo que no se había enterado. Estaba demasiado acostumbrada a hacer oidos sordos a todo y era inevitable que perdiera el hilo en algunos momentos de la converación, aunque por suerte había escuchado lo último que dijo. Frunció un poco el ceño pensando. No había comido nada desde la comida del día anterior y eso era casi un día sin comer. Su tripa hizo un ruido pidiendo comida entonces. Se sonrojó levemente y giró la cabeza avergonzada.

- Em… si, bueno, puede que un poco de hambre tenga… - Volvió a mirarla una vez había desaparecido el rojo de sus mejillas, o eso creía. - … Pero tranquila, no te preocupes por mi…

Dio unos pasos hacia atrás sin girarse del todo y apuntando con lo pulgares hacia la puerta que daba al balcón. No estaba preparada para tomar un desayuno con Nizeyo, la idea la colapsaba un poco ya que nunca lo hacía con nadie. Estaba acostumbrada a la soledad y solo comía con su madre y su hermana en ocasiones puntuales.

- Yo me apañ… - Dijo mientras se giraba para irse pero un cristal se lo impidió. - ¡Ah! ¡JODER!

Se llevó la mano a la frente y la empezó a frotar con fuerza mientras se quejaba por el golpe. Se sentía como un payaso, había sido cómico y aún más vergonzoso que lo de su tripa.

Una pequeña gota le salió en la sien, se aguantó la risa, tanto por los ruidos de su tripa como por el golpe. Habia sido ella la que habia hecho que aparecieran unos vidrios, cerrando la ventana, no queria que se fuera y esa era su indirecta manera de decirselo. Se acercó a ella por detrás y puso una mano en uno de sus hombros para hacer que se girara.

- Oye, si no quieres desayunar, tu misma, pero haz el favor de salir por la puerta principal, esta ventana no se va a abrir. -Le sonrió- Aunque, tu tripa dijo otra cosa; en serio, no me molesta en absoluto que bajes conmigo y asi te llenas un poco.

Se fue al baño a hacerse una cola baja y esperó paciente que la morena dijera alguna cosa, ni que fuera un "no gracias".
A pesar de que no lo aparentara, ella tambien estaba hecha un lio mental por su interior; no sabai actuar con naturalidad frente a ella, y no sabia porque. Conlo fácil que era con la otra gente y esa mujer se le resistía de una manera muy dificil ya ala vez placentera para sus ojos y sentidos.

La miró y no dijo nada a lo que la rubia comentó. Parecía que Nizeyo realmente quería que se quedara a desayunar con ella así que se lo pensó mientras estaba en el baño. Cuando salió se rascó un poco la cabeza y miró a la policía fijamente.

- No quiero deberte nada. – Espetó como excusa.

Se le hacía realmente difícil tratar con las personas, normalmente era hiriente o iba al grano en todo lo que decía. Compartir mesa con alguien con quien no podía hablar de nada no lo tenía por costumbre… aunque una parte de ella quisiera quedarse.

- Pero quizás no pares hasta que me quede… - Se acercó a Nizeyo y con un dedo golpeó suavemente su frente. – Pesada.

No sabía decir de otro modo que si que se quedaría, además… optó por “culpar” a Nizeyo de que ella tuviera que quedarse a desayunar.

Rió en señal de victoria y le acarició la cabeza a la morena, como si fuera un perro, despeinándola. Antes de apartar su mano de la cabeza de la mayor, la deslizó, encontrándose la coleta que esta llevava, tirando de la goma del pelo e haciendo que su cabello quedara suelto a la vista de la rubia. La encontró aun mas guapa que cuando se recogia el pelo cosa que le hizo decir un "waw" para sus adentros y quedarse embobada por unos segundos.
Poco despues le devolvió la goma del pelo y sonrió para si, cogiendola de su dedo índice derecho y arrastrándola suavemente fuera de la habitación, haciendo que la siguiera hasta la planta baja donde habia la enorme mesa con el desayuno que parecia para 20 personas y no para la rubia y, en este caso, tambien para la morena.

- Buenos días señorita Nizeyo. ¿Ha dormido bien?

- Uhm si, mejor que otras veces.

- Desayunará acompañada por lo que veo.

- Aja. Os presentaré. Tanaka ella es... -Ahora que lo pensaba, no sabia su nombre, desapareció sin que lo supiera y apareció dejando la misma incógnita.-

Gruñó sin darse cuenta al sentir la mano de la rubia despeinándola completamente, pero no iba a quejarse por lo que estaba haciendo, ni siquiera cuando le quitó su “inseparable” coleta. La cogió cuando se la dio y la guardó en su bolsillo mientras Nizeyo la tomaba de un dedo arrastrándola por aquella enorme mansión. Bajaron un piso, a medida que caminaba se le hacía mucho más grande aquel lugar pero finalmente llegaron a un enorme salón con una mesa llena de comida. ¿Habría invitados? Fue lo primero que se le pasó por la cabeza a Yuu ya que tanto alimento habría calmado el hambre de al menos una docena de personas.

No saludó a la muchacha vestida de sirvienta pero si se despegó de Nizeyo, rompiendo el agarre que habían llevado todo el “trayecto” con sus dedos. Le daba vergüenza de algún modo que las vieran así, no estaba para nada acostumbrada. Sus mejillas se habían sonrojado y había perdido el hilo de lo que hablaban. Al notar el silencio reaccionó un poco.

- ¿Eh? ¿Que? ... Ah, si... Mori. - No sabía ni como había logrado integrarse en la conversación.

Estaba acostumbrada a no decir su nombre real así que no le parecía extraño no haberlo hecho en ese momento.

La miró algo sospechosamente, sabia que esa mujer se iba de ese mundo en cuanto la rubia empezaba a hablar por las paredes y en esa situación de charla con su mayordomo, no seria una excepción. El mayordomo junto a los otros criados las dejaron solas y la rubia acabó por obligar a la mayor a sentarse a su lado. La dueña de la mansión silbó y los diez gatos que tenia de mascotas aparecieron, saltandoencima de la mesa y comiendo de los pequeños platos que estaban distribuidos por la larga mesa y que contenian su comida.

- Puedes coger lo que quieras y comer cuanto quieras. Aqui no sobrará nada, te lo aseguro. -Rió felinamente.-

La policía, sin más, empezó a comer; en la mesa habia de todo, desde desayunos selectos hasta tonterias compradas en el supermercado. De bebidas tampoco se quedaba corta la mesa, desde agua hasta zumo, pasando por café, leche sola y demás.
La rubia parecia tener un pozo sin fondo como estómago, comia y comia y seguia comiendo, juntamente con sus gatos que tampoco se quedaban cortos de comer.

Miraba descaradamente a todos los mayordomos de Nizeyo, era increible que unos tuvieran tanto y otros tan poco. Se sentó a su lado sin rechistar y observó sorprendida como una manada de gatos se acercaba a la mesa para comer. Alzó una ceja llevando la vista a Nizeyo la cual le sonrió y empezó a comer. Comía con tanta ansia que parecía una lima, después de ver eso no le extrañó que le dijera que no sobraría nada.

Por su lado Yuu solo se sirvió una taza de café y cogió un pedazo de bizcocho. No comería más que eso, después de todo nunca desayunaba demasiado. Se lo comió tranquilamente, sorbiendo pausadamente de su café… todo lo contrario de Nizeyo, que parecía no tener fondo en el estómago. No pudo evitar que le transmitiera ternura aquella imagen y al darse cuenta de lo que pasaba por su cabeza apartó la mirada algo sonrojada y avergonzada.

Los mayordomos se sintieron tan mal vistos que se fueron con la excusade limpiar diferentes zonas de la mansión, dejándo a las dos mujeres completamente solas con los diez gatos. La rubia no paraba de comer, realmente parecía ser un agujero negro con forma humana.
Los gatos se paseaban por la mesa, por las sillas y por el suelo. Uno de estos, tigrado desde su cabeza hasta la cola, se subió en el regazo de Niz y empezó a ronronear, frotando su cabeza contra la parte baja de los senos de la mujer. Esta le acarició la cabeza y el gato saltó al regazo de la morena, haciendole el mismo gesto que hizo con su dueña.

- Kull, no molestes a nuestra invitada. -La rubia lo digo antes de terminarse el café y beberse dos vasos de zumo.-

- Quiero ser ese gato… - Inconscientemente esas palabras aparecieron en su cabeza al ver al felino restregándose felizmente contra Nizeyo.

Dio el último sorbo al café cuando de pronto notó algo en sus piernas, algo caliente. El gato se había subido encima de ella. Lo miró y sonrió. Le gustaban los animales, más que las personas, al menos ellos no traicionaban a nadie. Acarició su pelaje y levantó la vista para hablarle a Nizeyo.

- Está bien, no me molesta, me gustan más los animales que las personas… - Susurró mientras le daba al gato un pedazo de bizcocho. - …

Iba a decir algo pero su movil empezó a sonar. Lo sacó de su bolsillo y atendió. No sabía quien le podía llamar a esas horas, no había dejado ningún trabajo a medias y normalmente para los nuevos quedaban con ella de otras maneras.

- ¿Si?

- Mori, ¿verdad?

- ¿Qué quieres?

- Necesito que vengas a la calle xxx, vamos a ir a por Nizeyo, la policía. Se está entrometiendo demasiado en temas que no debería. Te pagaré bien…

- ¿A plena luz del día? Maravillosa estrategia… - Sonó irónica.

- Tenemos todas las calles controladas, de día es inesperado, hay menos vigilancia que por la noch…

- No cuentes conmigo. – Le interrumpió tajante y colgó.

Miró a Nizeyo unos segundos antes de hablar. Su cabeza pensaba en como salir de allí sin que nadie las viera, aún no era demasiado importante pero por algún motivo quería salvarla a cualquier precio, aunque tuviera que pagar con su propia vida.

- Tenemos que irnos, vienen a por ti. Están esperando fuera... hay que darse prisa...

Se terminó el zumo y al dejar el vaso en la mesa, escuchó las palabras de la morena. Sonrió y se estiró mientras se levantaba. Bostezó y se limpió los cristales de las gafas; hizo crugir sus dedos y silbó para que todos los gatos se fueran de la mesa y de sus cercanías. Los criados vinieron automáticamente y se dedicaron a recoger la mesa mientras intentaban escuchando algo de las dos mujeres que tuviera sentido para entenderse.

- No te preocupes, un poco de acción de buena mañana no hace daño a nadie. Al contrario, me encanta empezar el dia con saltos y persecuciones. -Sonrió felinamente.-

La mansión se llenó de silencio que era roto por algun maullido de gato; la rubia esperó a que la morena se levantara y luego pensó por donde podrian escapar más rapidamente.

- Tengo el coche en la parte trasera de la casa, podemos irnos con él e ir a parar a bastantes kilómetros de aqui. Tengo una pequeña casa ahi. Si te parece bien iremos, sino, propone tu plan.

Miro a la rubia atentamente y se levantó. Aunque su idea no era mala no podían coger el coche tranquilamente e irse de allí sin que nadie las siguiera. Además, que la vieran huyendo con Nizeyo solo le traería problemas con sus compañeros de “profesion” y eso era mejor evitarlo a toda costa.

- Me parece bien lo de que vayas a esa casa, pero no podemos coger el coche e irnos sin más. – Tomó la mano de la policía y caminó hacia la cocina donde suponía que habría la entrada al sótano. – Por la antigüedad de la casa seguramente hay una entrada a las alcantarillas.

Encendió la luz, atrancó la puerta y rebuscó por todos lados la entrada a las alcantarillas hasta dar con ella. Quitó la tapa e hizo un ademán a Nizeyo para que entrara dentro.

- Caminaremos un rato y después saldremos, cogerás un coche y te irás a donde no puedan encontrarte. Entra, yo apagaré la luz y cerraré… ahora te alcanzo.

A pesar de no querer separarse de ella ni un segundo por miedo a que la capturaran y le hicieran cualquier cosa, le hizo caso y la siguió, metiendose en esas alcantarillas para escaparse subterráneamente. Suspiró y se metió dentro, oyendo como Mori se iba alejando. Supuso que iba a cerrar las luces y la seguiría despues de cerrar la tapa de las alcantarillas pero algo le decia que no iba a ser asi de perfecto y bien planeado; que quizás la morena le habia abierto las puertas a escaparse pero que ella no la seguiría.

- *He sido engañada... Otra vez* -La rubia lo pensó para sus adentros, estaba convencida en el primer momento que la mayor haria caso de sus propias palabras y luego al seguiría... Pero no. Sonrió a modo de burla, riendose para no llorar. Empezó a caminar por esas alcantarillas, por la pequeña acera que habia para no mojarse las botas ni los pantalones en caso se que salpicaran sus pasos.

Se apoyaba a la pared y la palpaba en sitios oscuros para saber si habia un cruce o una curva. realmente no sabai donde estaba iendo pero su instinto olfactivo le decia que no iba por mal camino. Si seguia recto, quizas llegaria a las alcantarillas de la otra casa y apareceria en una de las habitaciones de esa pequeña mansión que habia perdida en el bosque.
Si todo iba bien, se encontraria a los criados que vivian en esa casa, cuidando de ella mientras la anfitriona no estuviera.

- Niz, eres bastante gilipollas... *Nunca aprenderé*

Iba a entrar cuando una pequeña ventana que había en el sótano se rompió y entraron dos hombres que la atacaron. Ya no podía seguir a Nizeyo así que mientras evitaba los tiros de los dos asesinos pensaba otro plan. Pudo acabar con los dos, pero no sin antes recibir un tiro en el costado. Tapó la alcantarilla y movió unas cajas encima para que no se notara, pistola en mano rompió la puerta de un golpe y salió de allí. Actuaría como si al final hubiera ido a ayudarles.

- Ha llegado la ayuda, ¿Dónde está esa puta rubia? – Los que la vieron simplemente sonrieron de lado con maldad.

Se dio unas vueltas por la casa y después caminó para buscar al jefe entre tiros a los sirvientes y demás hasta que finalmente dio con él. Tenía a la “querida” sirvienta de Nizeyo cogida por los pelos preguntándole donde demonios estaba, pero al ver a Yuu la soltó.

- Pensé que no venías ¿y esa herida? – Preguntó curioso.

- Al final he decidido venir. Al entrar por el sótano dos de tus estúpidos hombres me han atacado. Están muertos. Nizeyo no está en la casa. La puerta del sótano estaba atrancada por algo, puede que haya salido antes de que entrarais… ya la he visto actuar antes, no es idiota. Te dije que tu método no era muy bueno.

Se acercó a la sirvienta y la tomó del brazo con fuerza, haciéndole daño. Pensaba llevársela de allí, no por salvarla, sino por saber en que lugar se encontraba Nizeyo. Miró a la muchacha lascivamente y luego al hombre.

- ¿Me la puedo quedar? Quiero que me divierta un poco, será lo único que tendras que pagarme.

El hombre se lo pensó un poco pero acabó asintiendo y después gritó a todos sus chicos para que se fueran.

- Si la ves no dudes en llamarme.

- Solo si me pagas.

Cogió en brazos a la sirvienta y saliendo por la puerta empezó a dar saltos enormes. Tal y como hizo con Nizeyo la primera vez que se vieron. La chica no habló en todo el camino hasta que llegaron a su casa, la sentó en el sofá y Yuu lo hizo en un sillón.

- No te he traido aquí para hacerte nada ni para salvarte.

- Lo se. – Cogió un papel y apuntó una dirección. – Estará aquí.

- Bien… No salgas de aquí.

Tomó la dirección y salió rápidamente en busca de aquella casa. Ni siquiera se había curado la herida y sangraba, pero no se daba cuenta, solo quería encontrarla.

Siguió andando por las alcantarillas, algunas mas iluminadas que otras, pero solo con un proposito: salir de ahi, escapar de esos hombres y estar con Mori. Estaba segura que sus deducciones de que la habia dejado plantada eran falsas. Suspiró y le dio la sensación de que caminaba en circulos; todo le parecia tan igual... y nunca habia ido por las alcantarillas. Sacó una pequeña linterna, de luz pequeña, que tenia en su bolsillo derecho de los pantalones, la encendió y empezó a mirar mas detalladamente las paredes para dejar algunas marcas por si se perdia. Tenia la orientacion tan atrofiada que ya se estaba planteando morir en esas alcantarillas.

- *Idiota de mi... Deberia haberme estudiado bien todas las estructuras de la casa* -Volvió a suspirar y oyó unos ruidos procedentes de la planta de arriba. Le habian parecido disparos y golpes. Mas preocupada la estaba dejando Mori a cada segundo que pasaba. Aceleró el paso y le pareció oir como un hombre gritaba retirada. ¿La morena habia salido victoriosa? ¿Los que que querian a la rubia habian masacrado su casa? ¿Que estaba pasando allá arriba?

Dejó de ir a paso rápido y empezó a correr, arañando algunas paredes con sus largas y fuertes uñas para dejar las marcas de haber pasado por ahi. Se paró en seco al ver un pasillo mas largo y recto que los demás; y al fondo de este, una pequeña luz. Quizás habia llegado a una de las multiples salidas que tenian esas alcantarillas; si mas no, algunas ratas de por ahi, iban en esa dirección.
Al llegar a la luz, habia una salida, si, pero estaba cerrada con barrotes. Agradeció que tuviera la habilidad de conseguir lo que quisiera solo con pensarlo, asi que eligió una motosierra: algo poco común pero directo y sin rodeos.

Al cortar los barrotes, hizo desaparecer la motosierra y miró a sus espaldas: algo lejos se podía ver su mansión y se fijó que tenia algunos vidrios rotos... Tragó saliva y se giró, corriendo en linia recta en dirección contraria a la mansión. A partir de ahi, se sabia perfectamente el camino a la pequeña mansión, asi que sin más, llegó a esa casa, abriendo la puerta con sus llaves y encontrándose con los criados asustados.

- No hay momento para contaros nada. Cuando las cosas se calmen os lo contaré; aunque tampoco se muy bien que contar... *Solo espero que esté bien...* -Se deshizo la cola y dejo a sus criados tranquilos. Luego se fue al salón y se sentó en un sillón, delante de la chimenea, mriando un cuadro de sus progenitores que habia sido pintado cuando ella era muy pequeña.-

Finalmente después de mucho caminar logró llegar al lugar donde supuestamente debía estar Nizeyo. Esperaba que hubiera llegado sana y salva, sino se sentiría culpable por haberla dejado sola. Se acercó a una ventana medio abierta, la abrió del todo y saltó dentro de la casa. Para nada era pequeña.

- ¿Nizeyo? – Preguntó en voz alta para que la escuchara.

Su costado empezaba a arder y la vista se le nublaba un poco por la pérdida de sangre pero no dejó de caminar en busca de la rubia. Se llevó una mano a la herida y apretó un poco poniendo una mueca de dolor. Se habría tumbado en ese momento, pero algo la movía a cercionarse primero de que Nizeyo estaba a salvo.

- Nizeyo. – Repitió un poco más fuerte.

Unos criados habian visto a la morena y algo les decía, que buscaba a la rubia por algo bueno; sus instintos de conocer a los enemigos de la policia los habian desenvolupado de tal modo que podian ver en los rostros de los desconocidos si iban en son de paz o no. Un par de criados ayudaron a la morena a tumbarse en uno de los sofás y una criada se fue a buscar medicinas y un botiquin para curarle el sangrado.

- Tenemos que subirle la ropa y ver que aspecto tiene la herida; intentad no hacerle daño. -Otra criada, oyó el nombre de la rubia, mencionado por los labios de esa desconocida, asi que se tomó la libertad de ir a llamar a la anfitriona de esa casa.-

La rubia habia cerrado los ojos para relajarse un poco y pensar fríamente. No habia acabado de dormirse pero le faltaba poco, le costaba muy poco irse al mundo de los sueños. La criada de antes la despertó y le dijo que habia una herida, tumbada en el sofá, que pronunciaba su nombre. La rubia pegó un saltó del sillón, cuando la joven criada la describió como Mori, y bajó las escaleras de tres en tres.
Se encontró a la herida débil y vió un pequeño rastro de sangre que conducía al exterior. Nizeyo ordenó a los criados que las dejaran solas y que se encargaran de eliminar ese rastro de sangre de las hierbas y esos caminos para que no las encontraran; ella misma se ocuparía de curarle el balazo.

- Mori, no hables; ya estás a salvo. -Empezó a limpiarle la sangre y vió con más claridad que la bala se le habia quedado dentro, aunque era visible y con un poco de destreza se la podria quitar sin que le doliera.-

La rubia estaba preocupada; la habian herido por su culpa. Ella era el blanco, no Mori.

Se quiso deshacer de los criados que la trataban como si estuviera gravemente herida. Aún podía moverse y quería ver a Nizeyo pero dejó que entre unos cuantos la tumbaran y al ver que una chica corría escaleras arriba se relajó un poco ya que supuso que iría a buscarla. Cerró un poco los ojos hasta que pudo escuchar los pasos y la voz de la rubia. La miró y sonrió solo un poco. Estaba a salvo.

Suspiró. Ponía alguna que otra mueca de dolor que disimulaba bastante. Estaba acostumbrada a recibir tiros y en general que la hirieran. Tenía algunas cicatrices, aunque no tantas como la rubia. De reojo miraba como Nizeyo, concentrada, intentaba sacar la bala que tenía dentro de su cuerpo. Levantó un brazo y con los dedos tocó un poco su mejilla.

- No pongas esa cara de preocupada, estoy bien.

Consiguió sacarle la bala y la tiró en un pequeño recipiente que los criados habian traido. Por la herida le pasó un trapo mojado con agua para acabar de limpiar la sangre y luego se la curó usando alcohol, vendas y otras cosas. La curaba con extrema delicadeza, como si se fuera a romper a la más minima presión. Tenia sus dedos manchados de sangre de la morena y estaba manchándose su propia ropa pero suspiró tranquila al ver que la morena ya no corría peligro.

- Ahora si que estás bien... -Le cogió la mano con la que acariciaba su mejilla y la besó, sonriendo tontamente.- Perdóname, te hirieron por mi culpa. ¿Huyeron, verdad?

Se lavó las manos en un recipiente algo más grande que el anterior y se las secó en su propia camisa; total, no le importaba, ya estaba manchada. Acarició la frente de la morena y le prohibió que se levantara ni que hiciera movimientos bruscos.

Iba a matarlos, se lo juró por su propio nombre y posición.

Se relajó y se puso una mano en la frente. ¿Quince años? Ni siquiera eso, parecía tener menos por como se comportaba, Nizeyo la hacía hacer estupideces.

- Hice que se fueran de la casa y dejaran de buscar dentro d e ella, pero unos estúpidos me atacaron por culpa de la oscuridad… no imaginaban que fuera yo.

Miraba todos sus movimientos sin moverse. No estaba acostumbrada a eso pero no quería que Nizeyo la matara por moverse demasiado. Normalmente volvía a moverse sin preocupaciones después de vendarse la herida, ese día no podría.

- Tampoco te culpes, tu no habrías salido viva de allí. – Entonces se acordó de la criada. - Por cierto… la chica esa… ¿Kanata? Está en mi casa sin un rasguño.

- Enviaré a unos cuantos de mis hombres luego a que la vayan a buscar.. a no ser que tengas algo que no quieras que vean, si es asi, haré que venga ellla misma. ¿Queda muy lejos de aqui tu casa?

Recogió las cosas que le habian dado para curarla y se sentó en un sillón, acercándolo a ella para poder estar a su alcance.

- Cuéntame algo... Esos hombres querian que te unieras en mi casa ¿Verdad? ¿Trabajas para ellos? -Guardó sus gafas en un bolsillo de su camisa y la miró fijamente, sin mover un solo músculo, sin parpadear si quiera. - Los conoces bien... ¿Me equivoco?